domingo, 26 de octubre de 2014

OCTUBRE


Mi otoño, para Fanny S

Me gusta el otoño. 

Y me gusta este octubre contenedor de nostalgias, hacedor de esa saudade que te acompaña a la barra del bar, que bordea contigo la taza de café desde primera hora, que transita las calles asida a tu cintura, que comparte asiento junto a ti en ese tren lento de alta velocidad, que mira por encima de tu hombro lo que lees, que se traviste en musa y te empuja a madrugar un domingo para esculpirle un pie letrado a tu punto de mirada, que resucita los recuerdos, que acentúa las preguntas sobre qué andará haciendo éste o aquélla, que cultiva los olores yermos, que descompone las emociones, que esconde las aceras bajo un manto de hojas suicidas, que puebla de ocres los caminos que conducen a los sitios acordados y que convierte los campos en lienzos donde la tristeza en un destino y no una consecuencia.

En la cafetería donde estoy ahora, los cristales han mudado en una improvisada pizarra donde las gotas reescriben los torcidos renglones de ese Dios que hizo el mundo en siete días y se quedó tan pancho. Se nota que estamos hechos con prisa, revestidos de sobras, creados a imagen y semejanza de la palabra caducidad y que duramos lo que dura un corto invierno, una margarita en manos del enamorado indeciso y primaveral, una canción del verano y una berrea otoñal con final feliz.

Comparto escenario con un niño acoplado a una “Tablet” de ultísima generación, un abuelo que lee a su lado la prensa cargada de goles, de metas, de cimas, de carreras y de la infinitud del tablero deportivo. Junto a los ventanales por los que desciende la lluvia, una mujer de edad mediana, de melena lacia y oscura, toma una infusión, pasa sin ganas las hojas de un periódico que no distingo y de vez en cuando atiende los silbidos suaves que emite su móvil. Ahora me descubre observándola, disimulo la vista hacia esa calle anegada y regreso a esta pantalla en la que confluyen los ecos del pasado y las pisadas del presente.

Decido que no tengo nada más que contar. Que la morena lacia que estaba cerca de mi mesa se ha marchado, que el nieto ha desconectado de la tecnología, milagro, y habla con el abuelo que le cuenta no sé qué de cuando era pequeño también y se entretenía con un muñeco de trapo ataviado de ilusión, que las camareras echan de menos los días de sol, como yo no, y en la puerta, una anciana amarra su perro a un reservado para mascotas que tienen prohibida la entrada.

Decido dejar de escribir y disfrutar de un par de capítulos de EL AMANTE, del escritor israelí Abraham Yehoshúa.

Decido que voy a pagar estos dos cafés. Decido también que cuando salga acariciaré el pelaje mojado del perrito que aguarda bajo una lluvia intermitente y que proyecta su tristeza desorbitada hacia el interior del local intentando localizar a su dueña que acaba de pedir un café con leche y una madalena enorme.

Y regresaré al piso nuevo, la ciudad donde siempre es otoño.


8 comentarios:

  1. Qué interesante texto, y qué blog más estupendo tiene.
    Acabo de descubrirle.. y acabo de abrir un blog.
    Estoy encantada, voy a leerle más.

    Saludos.

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  2. Gracias por esta página de otoño y por esa foto que aúna en el agua, cielo, árboles,y hojas caídas...como expresión de tu saudade contagiosa que te acompaña este domingo a tomar un café. Excelente descripción de tus nostalgias, Mario.

    Te leo con interés y confieso que se me alborota el alma con esa forma que tienes de desgranar instantes cotidianos dejando en ellos tu mirada de buen observador.

    Me encanta que te fijes en la escena del perro; yo también suelo hacerlo, porque en su mirada inquieta, veo el amor perruno por su dueño a pesar de que le dejen bajo la lluvia.

    Que vuelvas a escribir me alegra, Mario. Mi felicitación.

    He sentido el otoño lloviéndome hojas de colores.

    Un abrazo y un café.

    Fanny

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  3. Pues nada, entro aquí que parece un lugar privado hoy (dónde se dedica una página y un par de cafés a Fanny). Y entro con timidez. No puedo evitar quedarme a leer un rato de Otoño bien escrito. Es que me encantan cuando las frases se aburren solo contando algo y se ponen festivas y se decoran con gracia. De momento me voy con ese Otoño que en la realidad se me resiste con este clima tan desorientado y me apunto otra lectura. Pero claro, a lo mejor en tu tierra, unos kilómetros más norteña que la mía, el frío llega más puntual. Un gustazo leerte.

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  4. Tus letras están repletas de nostalgia , de esa tan típica de un día de otoño lluvioso, que invita a pensar en la vida .. y tus letras son pura vida ..

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  5. Supongo que a todos nos gusta el otoño.. aun cuando descaradamente nos guste sentir copos de nieve en la lengua!
    un abrazo Mario <3

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  6. Me imagino las hojas del otoño, la lluvia, las sonrisas. Y un día cualquiera, pasando, paseando.
    Un besito invernal (ahora ya es invierno) :)

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  7. Decías que:

    "Y regresaré al piso nuevo, la ciudad donde siempre es otoño".

    Vengo a sacarte de ese otoño, Mario. ¡¡Que 2015 te abrace, te mime y te inspire!!
    Que disfrutes de lo cotidiano como de un buen café.

    Un abrazo.

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  8. El invierno también merece que le dediques unas palabras. ¡Abrígale su frío!

    Abre tu ventana: están los almendros queriendo florecer.

    Un abrazo y un café.

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