sábado, 10 de julio de 2010

LA T CON LA E



Hay mujeres que arrastran maletas cargadas de lluvia,
Hay mujeres que nunca reciben postales de amor,
Hay mujeres que sueñan con trenes llenos de soldados,
Hay mujeres que dicen que sí cuando dicen que no.
Hay mujeres que bailan desnudas en cárceles de oro,
Hay mujeres que buscan deseo y encuentran piedad,
Hay mujeres atadas de manos y pies al olvido,
Hay mujeres que huyen perseguidas por su soledad.
Hay mujeres veneno, mujeres imán,
Hay mujeres de fuego y helado metal,
Hay mujeres consuelo, hay mujeres consuelo,
Hay mujeres consuelo, mujeres fatal.
Hay mujeres que tocan y curan, que besan y matan,
Hay mujeres que ni cuando mienten dicen la verdad,
Hay mujeres que exploran secretas estancias del alma,
Hay mujeres que empiezan la guerra firmando la paz.
Hay mujeres envueltas en pieles sin cuerpo debajo,
Hay mujeres en cuyas caderas no se pone el sol,
Hay mujeres que van al amor como van al trabajo,
Hay mujeres capaces de hacerme perder la razón.


Joaquín Sabina


Vivía en aquella calle de mala muerte, en un piso de mala vida.

Cuando llovía, gato y persona tomábamos posiciones. El felino se subía por las paredes hasta alcanzar el cielo de la salvación y un servidor se iba al bar más cercano. Si el cielo no se desplomaba sobre nuestras cabezas por las rendijas del techo, por el desvencijado tragaluz observaba las estrellas que poblaban la nocturnidad celeste. Me tendía en el suelo, y miraba hacia arriba. Contemplaba el cosmos y me dormía enseguida antes de haber liquidado un rebaño de ovejas estelares. Desde la habitación que hacía las veces de cocina y comedor observaba las protagonistas del barrio chino. Las putas formaban parte del universo callejero. Aún brillaban, gravitando en torno a clientes que requerían sus servicios. Eran, algunas, estrellas jóvenes de futuro incierto, abocadas a alguno de los agujeros negros en los que se veían obligadas a recluirse una vez empezaba su declinar. Aprendí que las putas jóvenes, en aquella época, paseaban su muestrario de placer por las aceras, mientras que las viejas se atrincheraban en garitos infectos, portales de belén donde iban a acabarse y a consumirse. Desde mi piso en bancarrota contemplaba todo tipo de astros. Los que brillaban por la noche y los que iluminaban la oscuridad de hombres demandantes de sexo de bajo precio.

Por aquel entonces tenía veintiún años. Acababa de finalizar el servicio militar y malvivía trabajando unas veces de camarero, otras de cartero, otras en una fábrica de caramelos. Fue esto último lo más dulce que me aconteció hasta que conocí a mi supernova.

Sucedió un viernes. Llovía a cántaros, a mares, a océanos. Mi gato trepó hasta el armario de la cocina y quedó esperando una tregua; una nube generosa, caprichosa o caudilla que arrastrase al resto hacia la costa. Desde su observatorio, vio cómo cerraba la puerta y peregrinaba al bar Girona. La cafetería estaba ubicada en la parte vieja, cerca de la Catedral, cuna de pecados y abusos desde el Medievo. Cerca de mi calle y sus mujeres.
En ese bar se congregaban los mismos parroquianos cada día: gente anónima, gente del barrio que jugaba a las cartas y apostaba sus consumiciones al doble o nada. Bohemios que querían ser escritores, y escritores bohemios que llenaban libretas con apuntes que después olvidaban cuando el alcohol corría por sus venas, como la pena. Políticos que entraban en la cafetería para ofrecer una charla a nadie y convencer a Jordi, el camarero, de que hiciera reformas antes de que el Ayuntamiento tomara cartas en el asunto. Y ahí se quedaban, observando, librando batallas dialécticas sobre las mejoras que requería la zona oscura de la capital siete veces inmortal. Entraban también actores que había visto en algún serial de la cadena autonómica. Actores venidos a menos que iban a escenificar su último acto al cementerio que congregaba el mayor número de letras, silencios y avistamientos. Y putas. Las putas del barrio se refugiaban ahí con el beneplácito del dueño del local. Ellas, abrazaban las tazas con ternura y se las llevaban a los labios soplando, como si se tratase de un sexo ígneo y antojado.

Cada vez que Jordi me veía entrar, sonreía mirando el cielo. A la tercera tormenta, ya supo lo que iba a tomar por los siglos de los siglos. Yo era sólo de cafés. Bromeaba diciendo que conmigo no levantaría cabeza su negocio. De vez en cuando, algún cortado. Por aquellos días, aún asesinaba el café ahogándolo en leche. Esa tarde en que la preñez del cielo descargaba toda su furia contra la ciudad, me senté en la mesa más cercana de la barra. Un observatorio perfecto. Veía arreciar el agua sobre el asfalto, veía arreciar las palabras de los parroquianos congregados en torno al santuario escanciador de cerveza.

A las cinco de esa tarde no me concentraba en la lectura del último libro que había adquirido en la biblioteca municipal. Mi mirada deambulaba por el local. Viajaba tras los cristales, contemplaba anegarse las aceras y volvía a los rostros. Cerré la novela y la dejé junto a la taza. Me llevé el último sorbo a los labios y vi que aquella mujer me miraba. La había visto algunas veces, como a todas las demás, como a todos los demás. Mi vista no pierde detalle, ni deja detalles para un después que quizá no llegue nunca. A ella la conocí ese día, porque fue el día en que nuestras miradas se cruzaron, se estudiaron, se hablaron. Desde entonces, su imagen endulza alguno de mis momentos cafeinados, acompaña a mis personajes en su quehacer literario, impide que mis noches den a luz sueños huérfanos y me indica el camino de regreso al pasado. Era una de las prostitutas que hacía la calle, me advirtió Jordi, ese camarero serio, enjuto, de calvicie plena, y ojos pequeños que todo lo veían y al que nadie se le iba sin pagar. Que tuviera cuidado. Que tomara precauciones. Que etcétera, etcétera, nada que no me dijera mi padre en su día, ni mi mejor amigo en las noches venideras.

Así que cada vez que llovía, allí estaba yo. Y hasta allí llegaba ella, desembocando como un afluente de agua y deseo. Siempre me hablaba primero con la sonrisa, después escogía algunas palabras, las moldeaba estudiándolas en silencio y, cuando las tenía preparadas, me las dedicaba. Cada día me pregunta si era interesante lo que leía. Cada día le decía que sí. Empecé a preferir los días grises por aquella época. Además era mi color. Ni los estudios iban viento en popa, ni el trabajo me convertía en un hombre libre por mucho que envolviese caramelos, repartiera cartas o fregara los cubiertos en bares de cuyo nombre no quiero acordarme. Además, con aquella edad, el horizonte no se definía, y “futuro” era una palabra que aún mantenía a raya. Porque los días de sol en los que tomaba café en el bar Girona, la echaba de menos. Extrañaba sus preguntas sobre mis lecturas y su voz dulce dándome las gracias por presentarle a mis compañeros de viaje prosaico. Echaba de menos su cuerpo acodado en la barra, esperando que escampara para recorrer de arriba a abajo la calle, esperando a sus clientes. Ella suplicaba que dejase de llover, y yo encendía cirios y recitaba oraciones en mi interior para enojar más a los dioses, para conseguir sus truenos, sus rayos y sus aguas mayores.

A los pocos días, uno de ésos sin lluvia, primaveral, jugaba con los cubitos que mi café no había diluido. Los mordía, los lamía, los mantenía en la boca hasta notar mi firmamento estriarse y mis labios quedar insensibles. Componiendo muecas para vencer la dureza del hielo, la vi entrar. Me miró y acto seguido se sentó en mi mesa. Ese día no trabajaba porque ese día necesitaba pedirme un favor. Quería aprender a leer y a escribir. Su compañero de mala vida estaba en la cárcel. Ella, hasta ahora, pedía a los clientes de confianza que la ayudaran en la lectura de las cartas arribadas desde la prisión provincial, y con la confección telegráfica de alguna respuesta. Ella recibía “te quieros” y respondía con los “te quieros” que otros ilustraban para ella. Su correspondencia nunca excedía de cosas triviales, de anécdotas. Nunca su él encarcelado le relataba penurias, y nunca ella le hablaba de los días de lluvia que jodían su jornada laboral. Todas las cartas eran un “por aquí todo bien” y un “cuídate mucho”

Pero ella quería leer como lo había visto hacer a un sobrino suyo, cuando estuvo de vacaciones en verano. Ella quería disfrutar como lo hacía yo, cada vez que mis dedos pasaban páginas. Ella necesitaba soledad a la hora de entregarse a las palabras. A la hora de escribirle a su príncipe preso lo mucho que necesitaba que el tiempo no se detuviera.

Una tarde decidimos ir a su casa. Había sido una jornada de duro trabajo. Tres clientes. Así que podía tomarse un respiro. Empezamos las clases. Acordamos que me pagaría cuando pudiera, lo que pudiera. Acabé cobrando en cenas las horas que invertíamos en enseñarle conceptos básicos de lectura y escritura. El primer día le pregunté si se llamaba como la llamaban sus clientes. Me dijo que no. Que su nombre no era ése. Que tenía un nombre para la familia, otro para el trabajo, y para mí, el que yo escogiera. No me atreví a ofrecerme como parte integrante de su núcleo familiar. No quise ese abuso de confianza para obtener su verdadera identidad.

- Te llamaré Clara. Perfecto nombre para la compañera de un aprendiz de náufrago varado en la isla de la vida.

Tuve que explicarle la historia de Robinson Crusoe. Que tras naufragar, encontró compañía en un indígena más solo que él y al que llamó Viernes.

- Seré Clara para ti. –Añadió con la voz más dulce que supo entonar.

No sé explicar por qué nunca nos encamamos. Aún hoy, cuando la luna y la nostalgia abusan de mí, no sé explicarme por qué no sucedió. Me daba pena, sí. Pero también la deseaba. Pena y deseo muchas veces se complementan. Que le pregunten a Sabina, por ejemplo. O a Miller, o a su amante infinita, Nin… cuyas novelas por aquellos días eran mi Catecismo.

En las primeras clases reíamos y aprendíamos casi por igual. Me decía que le dibujara letras. Que la enseñara a componer. Y yo, lo hacía lo mejor que podía, aunque perdía el hilo, muchas veces. Sometía mi vista a la privación de sus encantos. Miraba a sus ojos, cuando los míos querían perderse entre su lencería negra, entre su escote, entre los labios que fabricaban besos de pospago. Se enfadaba cada vez que le decía:

- Clara, Clara, es muy fácil… la t con la e se convierte en TE.
- No me trates como a una niña. –Musitaba- Aunque bien pensado, ahora que tengo la TE, puedo preguntarte si TE quedas a cenar. –Añadía componiendo una voz adulta.
- Claro, Clara –Contestaba sonriente.

Y se metía en la cocina, con su TE sibilante aflorando en los labios.

Yo me quedaba en el sofá. Aprovechaba para, parapetado tras una cortina de letras, espiarla. La veía cocinar, batir huevos, añadir champiñones. La lencería vestía su piel. Los altos tacones negros, sus pies. El olor a cena y camaradería ataviaba las estancias diminutas que conformaban su vivienda.

A veces le pedía permiso para ir al baño. Y a veces, en sus dominios, me masturbaba pensándola. Imaginándome perdido entre sus pechos, viajándolos. Recorriendo su cuerpo, colocando mis dedos ávidos entre sus braguitas de encaje negro y su sexo. A menudo, saciaba mi apetito con el recuerdo de su voz, con la imagen congelada en mis retinas de su pijama por el que mostraban su relieve esos pezones que coronaban sus pechos turgentes.
Después cenábamos sin silencios. Hablábamos, le poníamos la posdata a alguna misiva de última hora y la emplazaba, cuando la dejara sola, a practicar con los verbos. Le dejaba deberes por hacer. Le hacía copiar, le pedía que escribiera poco a poco… que se atreviera cual intrépida exploradora, a adentrarse en el vetusto diccionario que le había regalado una de las ocasiones en que me la encontré en el bar.

Cada vez era más frecuente llegar a mi herrumbrosa Arca de Noé, echándola de menos. Acariciaba a mi gato que maullaba hambriento y me sentaba en el sofá desde el que contemplaba las estrellas titilantes. Leía algún texto nerudiano, o me asomaba a la primavera de Fante y, vencido por el cansancio, me sumía en un sueño sin sueños.

Las clases continuaron durante el invierno y primavera siguientes. Llegado el verano, su compañero, prisionero de la sociedad, recuperó la libertad. Ella quería que siguiera con ellos. Que les ayudara no sé bien con qué trámites. Pero decliné ese ofrecimiento esgrimiendo la excusa de una oferta de trabajo con un buen contrato, en Correos. Creo que temía a la persona que estaba a punto de volver a habitarla. No quería malos rollos con su proxeneta, con su pareja, con su lo que fuera. Tenía algunos prejuicios y muchos miedos.

A menudo la veía en la cafetería. Cruzábamos miradas e intercambiábamos saludos. Me decía que echaba de menos cocinar esa tortilla de champiñones mientras me demoraba en el baño. Sonreía ella y me sonrojaba yo. A veces me tomaba varios cafés hasta que conseguía verla. Frecuentaba cada vez menos el bar de Jordi. Espaciaba mucho más sus visitas. Empezó a acontecer que no siempre, bajo los diluvios universales, se guarecía en el mismo lugar donde yo la esperaba.

Comencé a trabajar de noche en la jefatura de correos de Girona. Así que por las mañanas dormía, por la tarde cafeceaba y buscaba a Clara entre los parroquianos, y por la noche, de vuelta a la central, acariciaba las cartas que depositaba algún compañero en el apartado de la prisión. Recordaba sus trazos y me pasaba la noche sin mediar palabra, escuchando música, evocándola…

Al cabo de unas semanas Jordi me comentó que mi alumna se iba a vivir a Barcelona.

Localicé apostada en una esquina, cerca de la librería del barrio, a Clara. Como único saludo me preguntó si aceptaría quedarme con algo suyo, a modo de recuerdo. No tenía palabras, no podía asimilar esa noticia. La despedida, como el enemigo, estaba a las puertas. Le dije que claro, que cualquier detalle. Ya me veía con las braguitas de encaje negro que acompañaron mis cenas, sin carne, en su hogar.

Me invitó a un café al día siguiente. Era la primera vez que se permitía algo así, en su horario laboral, y fuera de casa. Me dijo que con “él” se mudaba a un pueblo barcelonés, que le ofrecían trabajo. Y que con un poco de suerte, abandonaría la prostitución.

El silencio se instaló entre nosotros. Yo quería llorar y ella se esforzaba en sonreír. Me cogió la mano y me dijo que tenía mi regalo. Tras los “no hacía falta” “no tenías que haberte molestado”, me entregó un paquete. Rasgué impaciente el papel de regalo. Y en la portada: Robinson Crusoe, de Daniel Defoe.
Me emocioné, se emocionó. Y Jordi, desde su trinchera, me sonrió con tristeza. Me fui del bar y tardé varios días en volver.

Han pasado dieciocho años.

Esta mañana al salir de una reunión me he dedicado a disfrutar de los últimos coletazos del invierno paseando por el barrio judío. He pasado por el extinto bar Girona, convertido en un bloque de pisos. En su día, hace ya… fue pasto de la especulación inmobiliaria tantas veces denunciada en estos tiempos que corren veloces y matan despacio. Siempre me acuerdo de lo que encontré entre sus paredes. De sus gentes. De su olor. De las donantes de sexo. De los cuarentones buscando la doble pareja para arrancar la apuesta. De los viejos que jugaban al dominó haciendo tronar mi vida cada vez que golpeaban la mesa con el seis doble.

Tras comprar el periódico en el último vestigio del barrio chino que aún sigue en pie, al levantar la mirada, he visto apoyada en un banco, a una mujer vieja, consumida, despreciada por la vida. En seguida la he reconocido. Clara. Clara escudriñando el cielo persiguiendo, quizás, alguna estrella diurna.

Me he acercado, aturdido, a ella.

Y componiendo el gesto, vistiendo mi voz con nuestro nombre, he exclamado:

- ¡Clara, cuánto tiempo!

Me ha mirado hondamente. Me ha estudiado. Me ha escrutado con sus ojos muertos de vida.

- No me llamo Clara. –Ha protestado con voz atiplada.

Me ha revelado, entonces, su verdadera identidad:

- Me llamo Ángeles. ¿Quién eres tú?
- ¿No me recuerdas? Soy Mario. Nos conocimos en el bar Girona, hace muchísimos años.

Me ha recorrido con los ojos grávidos de melancolía. Y por primera vez, sus manos me han acariciado posándose en mi mejilla mientras pronunciaba quedamente:

- Mario, Mario… ¿la T con la E?


MARIO CASTILLO ROS

83 comentarios:

  1. Maravilloso...

    No sé si es una historia real o no. No es importante: tú la has hecho real en mi mente. Esa es la magia de un BUEN escritor.

    Me he quedado enganchada desde la primera palabra hasta el último interrogante.

    Maravilloso...

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  2. ... pues decirte que la narración esta genial, pese al poso de desesperanza que la vida acomoda en los parques, y bancos de todo el planeta. Esa triste esa condena a la espera, o el reencuentro con los sueños y con uno mismo.
    Yo deseo que el tiempo de Clara, se ilumine por una lluvia de estrellas no esperadas...
    El dolor y la desesperanza es mas densa, y quizás por eso mas pesada... pero el mundo tiene mas colores que el gris... así que algún día una explosión de color inundara sus retinas.
    Me piro tras la chapa... XD

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  3. Mario, me he emocionado recordando los viejos pasajes antaño compartidos y habitados, los lejanos momentos de existencias efímeras en bares repletos de cafés y charlas, de miradas furtivas hacia el sexo contrario que tanto nos alegraba el día y que tantos días nos ha alegrado y nos alegra.

    Lo mejor sin duda hasta ahora, aunque yo no soy parcial ya que a mi también me empapó esa lluvia que caía, esperada y agradecida, sobre las inmortales calles de nuestra ciudad.

    Un saludo y un café, el mío asesinado.

    Posd. Bien por ese Satriani que escucho mientras escribo estas letras.

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  4. La T con la E, TE re sa...

    Muy bueno tu escrito, como siempre.
    Un saludo

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  5. Clara se convirtió en Viernes desde la décima de segundo que Mario y ella intercambiaron miradas perpendiculares. Luego se volvieron en paralelas: para mitigar la soledad que a él le sobraba, y que a ella le faltaba para poder leer y escribir en intimidad esas misivas que eran pasajes directos para acabar envejecida y derrotada en el banco del barrio chino.
    El final...estremecedor, me he sorprendido emocionada.

    Excelente relato. Es el 2º que te leo y estoy impresionada. Podría enumerar un puñado de adjetivos que lo encumbraran en su justa medida, pero me he decidido por uno solo: PERFECTO.

    Mi más sincera enhorabuena.
    Saludos.

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  6. La vida jamás podrá ser un guión predecible.

    Tu manera de vivirla, tampoco.

    Contarl

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  7. (Un mensaje en dos partes, si lo intento hacer a propósito, no me sale...)


    Decía... que contarla, transmitiendo

    emociones con aroma a lluvia,

    la ternura disfrazada; en ti, Mario...

    sí que lo es: predecible una buena literatura

    cargada de excelentes imágenes y letras.


    Desde mi papelera, un saludo!

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  8. Me ha encantado este relato. Me ha recordado a algunos de los primeros que dejaste aquí, pero ya sabes lo de siempre; la forma y el fondo...ese poso de tristeza que siempre navega en tu escritura.
    La vida vapulea a muchos y en cualquier movimiento imprevisible desata el efecto mariposa. El libre albedrío no se consigue con un chasquido de los dedos. Ver de la vida sus ángulos más oscuros está bien para masoquistas, pero escribir yo lo conjugo como placer y dar placer (placer o café para todos)..Esas cenas con Clara...creo que sobra mucha soledad y falta empatía.

    un beso.

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  9. Las casualidades no existen. Sin querer os pusistéis de acuerdo para encontraros en ese banco, en ese día, a esa hora.

    Bella historia, melancólica, triste, con un final feliz. Como a mi me gustan :)

    Un beso :)

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  10. (...)"¡reconocerte fue enloquecer!
    Caricatura de la novia que adoré...
    Cuando me viste me eché a temblar,
    Y aún oigo el grito
    Que mordiste al desmayar.

    Quizá has pensao que yo me alcé,
    Pa' maldecir tu horror
    Y... ¡fue un error! no ves que sé
    Que por un pan cambiaste, como yo,
    Tus ambiciones de honradez.
    Me levanté pa' que vieras cómo estoy,
    Yo, que pensaba ser un rey.
    Novia querida, novia de ayer...
    ¡qué ganas tengo de llorar nuestra niñez!
    Quién más... quién menos...
    Pa' mal comer,
    Somos la mueca de lo que soñamos ser(...)
    (Enrique Santos Discepolo)

    No he podido evitarlo,
    en una Buenos Aires con un sol de mentira que ni entibia ni sana,
    tu relato tuvo ese recorrido sulfatado sobre mi mente melancólica que,
    por no se que endemoniada casualidad,
    caminaba perdida por océanos de recuerdos que de tan cercanos y tan distantes
    se me figuran color sepia.

    Me quedo arrebujada en una taza de café amargo
    instalada en la imagen de ese "viernes" sin nombre y ese "Robinson" sin sueños.

    "quien más , quien menos..."

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  11. Hay cosas que jamás pueden olvidarse....
    Qué maravillosa historia... qué bien la contás... cada detalle, cada sentimiento...
    Qué duro y cruel es el tiempo cuando transcurre...
    Muy buen cuento...!!!
    Un beso

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  12. Te escribo el comentario todavía sumida en la emoción de ese encuentro final.
    Te confesaré que, como el tiempo siempre apremia, me asustó la extensión del relato cuando abrí tu blog. Esa sensación se desvaneció en cuanto empecé a leerlo. Me fue llevando sin parada hasta el final, y se me hizo corto.
    Y con el texto, fui viajando por multitud de recuerdos propios: la buhardilla de mi época universitaria, el bar de mi amigo Luis, algún nombre que nunca pasó de ser deseo, el "Clara" de Joan Baptista Humet...
    Te felicito por este relato, Mario, porque es maravilloso, y de factura perfecta.

    Un beso

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  13. La viví, me hizo vibrar... con profunda intensidad.

    Sos Único! Te disfruté...

    Te abrazo...

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  14. La R con la E RE, REdondo.
    Y es que las primeras impresiones son siempre, o casi, equivocadas.

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  15. No podía dejar de pasar y felicitarlo pues amigo, por la copa mundialera

    Enormes felicitaciones para la Madre Patria

    Nos vemos para el 2014!

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  16. Te beso... sigo sin poder decir nada.


    Pero hoy puedo leerte.

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  17. A veces la vida es una película. Aunque, bueno, quizá la forma de contar las cosas, de sentirlas, es lo hace que nuestras experiencias sean lo más parecido a un filme. Y a mí me gusta como lo has contado

    Abrazo

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  18. Tómese un gato, un otoño lluvioso, dos almas al punto de soledad, café, por supuesto, una pizca de nostalgia, y un buen puñado de recuerdos. Mézclese con las manos, y con el alma que habita en ellas. Alíñese lo justo y necesario, sin estridencias, para no desvirtuar el sabor agridulce de la mezcla. Cuézase a fuego lento y déjese reposar unos años.
    Resultado: “La T con la E”, un bocado exquisito, plato estrella de un gran chef.

    Bon appétit.

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  19. Me alegra que te guste En un lugar y tiempo determinados. Me he parado un par de veces por aquí y siempre me quedo boquiabierta. O caigo en picado, o me arrastro a por café (o las dos cosas a la vez). El caso es que siempre dejas buen sabor de boca...
    La magia de seducir con las palabras, Mario, tienes un don.

    Voy a seguir rondando por aquí, a ver con qué me topo, con la seguridad de que me va a gustar.

    Un saludo.

    pd. Con que Rafa Pons es amigo ¿eh?. Tiene pinta de ser un tipo enorme..

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  20. Delicioso, sencillamente delicioso.

    No puedo ni sé añadir nada más.

    Me alegra que me hayas hecho caso y no hayas tardado en volver a escribir.

    Un beso,

    Anabel, la Cuentista

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  21. Excelente Historia...! no hace falta mas que decir que estuve por un par de minutos en ese bar de espectadora!
    Lo mas impresionante es que le enseño un T-E (TE) ... pero le falto el resto!! de haberlo completado creo que el final hubiese sido otro! ;)

    Paz y muchos, muchos besos!para mi lector favorito!

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  22. Hola Mario, te saludo casi sin aliento después de leer tu relato. Es una fantasía real o una realidad que debiera ser fantasía. En cualquiera de los casos lo cuentas de tal forma, que estás allí, con ellos.
    Gracias por tu visita. Un abrazo.

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  23. Hola, Mario:

    Muchas gracias por haber llegado hasta mi blog y haber dejado tu huella.

    Me quedo, con tu permiso, viendo tu interesante blog.

    Un saludo.

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  24. Voy a emplear un comentario solo para SALUDARTE.....Será que te he echado de menos y por eso necesito antes de leerte y comentarte , solo saludarte.....parece surrealista, pero es cierto....un beso, MARIO

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  25. Me encanta SABINA, ahora voy a ser directa....jjjjj pringate....según lo que sabes de mi, a cual te recuerdo, o en que saco me meterias???? jjjjj .....

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  26. Mario???? debo para de leer, me ata tu ....tu , no sé...tu autobiografía de un momento de tu vida, y con tanto significado....tengo miles de cosas que escribir, que expresarte , que contarte...todas ellas , casi emociones ....y sin el casi....producidas por tremendo relato....cargado de todo y más.....CLARA, es sin duda, una mujer de la que cualquier hombre con sensibilidad , se podría enamorar...pero cuidado....según describes tu actitud...una mujer que sepa mirar detrás de tu piel, tb podría haberse enamorado de ti y tu vivir de aquel momento aunque fuera GRIS, LLUVIOSO....

    Me encantaría, enviarte de alguna manera dos cuentos que a mi me han gustado muchísimo, tal vez los conozcas...

    Mario??? debo irme...continuaré leyéndote y escribiendote....TE...JJJJ...un beso

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  27. Ya de nuevo aquí....uy!!!! si parece que no me he ido...jjjjj

    Bueno y ante tal y estremecedor relato por ponerle un nombre yo que digo??? no xq no tenga palbras, sino xq supongo que se me quedan demasiado cortas para expresarte lo que siento....

    Comenzaré por una canción de Ismael Serrano, más que con una canción con una de sus incursiones preludio de la canción...."""" los peores antros , a las peores horas....está la mejor gente....."""

    En tu caso, no eran deshoras, pero el garito de Jordi, bien podría ser uno de estos antros, que por otra parte a mi personalmente, me apasionan, son sitios llenos de historias, tienen ese olor inmundo en ocasiones, pero a la vez evocador, tienen ese sabor a besos perdidos, miradaas ajenas y antojadas de deseo, besos dados y beso no dados jodidamente deseados.....

    Con respecto a tu cutre piso, ático...que se yo....es según cuentas un SACRAMENTO para ti...creo que su estado y tu gato junto con todo lo que había en tu vida en ese momento, crearon una parte de tu vida a mi parecer muy importante, especialmente tierno, especialmente seductor, especialmente sensual....se mezcla la delicadeza con la sensualidad y el sexo, un sexo que no hubo entre dos cuerpos, que sin lugar a dudas, ambos deseabais....

    Todo lo que compartísteis, todas esas letras, todas las palbras, las historias....que se yo....y ese profundo respeto que sentíais el uno por el otro, a mi personalmente me deja fascinada....

    Todo ello, amigo, te honra y dignifica como ser humano....

    Creo que Clara, fue, es y """SERÁ"""" en tu vida...y no me cabe ninguna duda, que en sus momentos de lucidez y a su manera, tb SERÁ para ella....

    Curiosa la T con la E....dos letras como puñales pegadas a tu corazón....un TE QUIERO NO EXPRESADO CON PALBRAS SUSURRADAS AL OÍDO, pero probablemente y perdón por el a priorismo....uno de tus TEQUIEROS más vívidos y/o sentidos....

    Desconozco si es o no real tu relato...pero sabes??? prefiero creer que lo es.....un beso muy grande con un TE quiero cerca MARIO....

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  28. Yo de nuevo Mario...para decirte que me ha dejado tan enamorada tu historia que te he dedicado, sin pedirte permiso ni siquiera con la mirada, una entrada....perdón y gracias.....

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  29. Sublime relato, te paseas entre la lluvia experimentando el sentimiento de la pasión contenida, un final real como lo es la vida...ella conservó en la memoria quizá su mejor recuerdo del único hombre que aún deseandola no la poseyó.La T con la E Te deseo lo mejor. Por cierto ocurrente el nombre de tu blog.
    Un saludo, he disfrutado plenamente con este relato tan intenso

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  30. ¡Gracias a ti por siempre pasar a leerme, guapo, y por seguir escribiendo tan maravillosamente bien!

    Muchísimas bonitas vibras y un abrazo inmenso :D

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  31. Un relato maravilloso, ves a saber que hizo que ese banco estubiera allí y en ese momento.

    un saludo. creoq ue me quedaré por aquí.

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  32. Extraordinario. Me ha recordado un poema de margarit, no por el tema, que es distinto, sino por su ternura y su emoción

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  33. Cielo, no soy nada interesante...jjj, el halago y el honor es mío, el poder difundir un relato como este , una historia como esta y a un escritor como tú...soy yo la afortunada....quiero darte las gracias en nombre de mi gente, por la mención especial que les haces....con el corazón en la mano te digo y apuesto xq es verdad, que no son gente vulgar, son un puñaito de gente que acaricia el alma y escribe letras para perderse y volar, mejor o peor, pero no te quepa ninguna duda que lo hacemos con sentimientos sinceros....

    Mi manera de elegir blogs, no es xq si, elijo en función del sentimiento y la sinceridad que e transmitan, entre ellos tú....aún los lujuriosos...en concreto uno...a pesar de su léxico burdo e incluso fuerte...está escrito con mucho corazón....

    Vaya rollo te solté para desayunar...jjj...bueno te dejé eso, utilizalo cuando quieras....besines, MARIO

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  34. Un relato precioso, sin juicios, ni moraleja, crudo pero poético, nos has transportado lejos para traernos cerca.
    Gracias por el viaje.

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  35. Quiero creer que es verdad porque relatos así de intensos solo pueden salir de la experiencia.....
    Que bonito, TE-TE

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  36. Viniendo de alguien como tú, el comentario que me dejaste en mi blog se agrade mucho más. Yo también he llegado para quedarme. Gracias Mario.
    Amparo

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  37. Hola Mario.

    Es para mi tan raro saber que alguien se interesa en lo que escribo, como le decía a Penélope y ahora te lo digo a ti, solo escribo mi vida cotidiana.
    Ahora siento un poco de aprensión de saber que mis textos serán leídos, creo que el anonimato total de saberme no leída me hace las cosas mas sencillas en esto de ser blogger.
    Espero que no analices tanto lo que escribo jaja, solamente soy una mujer con una bitácora simple,sencilla y común.

    Un abrazo

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  38. Increible, me encantó!! También me encanta Sabina... es grande!
    Gran blog, te sigo !!
    un beso

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  39. Ya te he dicho antes que tu música es muy de mi gusto. Conocí a Chaouen y a otros a través de tu blog y también los disfruto.
    Es un relato cargado de ternura, sensibilidad y bellamente escrito. Con esos pequeños detalles que nos conmueven y nos dejan la sensación de haberlo vivido todo con vos.
    Un beso.

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  40. Maravilloso Mario. Has logrado encogerme, hacer que viaje entre las líneas... queriendo que este relato no llegase a su fin. Una vez más, me pierdo entre tus frases. Una vez más, creo que nos has llenado a todos el corazón con una triste, pero preciosa historia.

    Un abrazo!

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  41. Muy buenas Mario! Ví el otro día tu comentario en mi blog al cual llegaste por la coincidencia de nuestros nombres!

    Frecuentaré por aquí para seguir tus escritos.

    Un saludo!

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  42. Como siempre, me dejas sin palabras, tanto con tus comentarios en mi blog como con tus historias en el tuyo.

    No sé si esta en concreto te ha ocurrido a ti, pero me ha llegado muchisimo cada palabra. Alguien debería publicarte un libro. Por suerte puedo leerte aquí, pero leerte en papel sería increiblemente placentero.

    Mil y un besos de café con hielo, artista.

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  43. y a mi, aunque te parezca mentira me gusta que me visites :)

    soy un poco particular con los blogger, lo reconozco, pero prefiero el silencio a las palabras desperdiciadas.

    besos

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  44. Siente un abrazo cargado de muchísimo cariño, Mario. Gracias por siempre regalarnos historias así; ya sabes que es un deleite para mí leerte, es maravilloso.
    Y muchas gracias por tus palabras para lo que yo publico.

    ¡Mucha, mucha luz, encanto!

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  45. Gracias por visitar el oscuro desván de mi memoria, es un honor que un escritor tan bueno como tu se acerque a mi desván le dá prestigio.
    Yo no poetizo,despierto letras y ellas solas se acomodan, unas veces mejor que otras, solo soy una aficcionada a la lectura más, que por casualidad escribe lo que su memoria describe.
    Buen fin de semana.
    Saludos

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  46. Gracias por pasar a mi blog, el tuyo me dejo enganchada con la historia, vaya que lo haces bien... Yo realmente inicio en esto, no me puedo llamar poeta, solo escribo lo que pasa en mis dias.

    Pero tu eres un maestro..
    Saludos mario...

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  47. Me encantaría que encontraras alguna mariposa revoloteando por tu estómago tras leer mi relato, el largo, el que vas a leer con una taza de café.

    ¡Qué honor!

    Gracias.

    Un beso,

    Anabel, la Cuentista

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  48. Solo paso a decirte, que me alegra que mi gente te lea y les doy las gracias y a ti tb por leerlos a ellos....un besazo lindo

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  49. Nunca había leído un texto tan largo en un blog. Nunca. Siempre me cansaba a la mitad porque el que lo escribía en realidad no sabía nada. Tú sabes. Ya me entiendes.

    Ah, ¿el cielo se desplomará sobre nuestras cabezas?(principio de historia)... casi igual que mi blog^^ ¿Predijiste nuestro encuentro? Te agrego a mis Tormentas Ajenas, te sigo y te trato de tú en contra de lo que suelo hacer cuando soy Mariette. Gracias por pasarte por el mío y gracias x1000 por traerme hasta aquí. Me hiciste añorar un poco más el frío...


    Un abrazo.

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  50. llevas toda la razón, no tenemos ningún patrón de seguimiento, pero a mí me gusta así...nos leemos sin presión, sin prisas, sin compromisos... :D
    Me gusta pasear por aquí y descubrir y re-descubrir tus textos... y por supuesto, me encanta recibir cuando menos lo espero un comentario tuyo!! :D
    FELIZ VERANO MARIO!!
    q la música te acompañe ;D
    un abrazo!!!

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  51. La T con E. Me has hecho pensar con el título en hacer la O con un canuto :)
    (perdona lo prosaico de mi coment,jaja =)

    V.

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  52. me ha encantado tu historia mario...
    de una mujer como tantas...distinta a cualkier otra...
    de un amor como pocos...igual al que recordamos muchos...

    un abrazo...me gusta como escribes...

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  53. ... cuando llovía, mejor estar en el bar que en el piso aquel que por momentos se parecía al arca de Noé. Madre mía, para mi que el gato aprendió a abrir la puerta de la nevera y refugiarse dentro. Aún me parto cuando me acuerdo de aquel gatito colgado de la maneta de la puerta de la habitación mientras yo disfrutaba del sagrado follismo antes de ir a repartir el puto cuerpo de Cristo envuelto en harina. Y del sofá? que decir del sofá! madre mía allí no había quien follara!!!! no como el que tengo ahora... me voy a probar suerte.....

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  54. Buen relato :) el don de la escritura. Me gusta este rincon. Te dejo en un suspiro, la recomendacion de que escuches a Gastelo te gustará te sigo.

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  55. Mario, a tí, a tus letras, a tú música, esa que acompaña los cafés olvidados en el sofá a medianoche; sólo puedo decirte que ya es hora de agradecer haberte encontrado y poder compartir todo lo que queramos, con abrazos "escritos" y largas misivas que expongan todo lo que uno siente dentro de este pequeñito e intenso ambiente que creamos cuando todo es receptivo.

    Un gran abrazo, Mario.

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  56. Hola Mario :)
    (Es la tercera vez que intento dejar mi comentario.)
    Hace días leí la historia, como ahora. Me gustó mucho. Hermoso escrito, me pareció estar ahí...Y solo me ha molestado tu tono al decir "las putas";creo en dos oportunidades...
    Después, ya se me olvida, cuando siento que algo "pasa" ...o "pasó".
    Besitos lindo!!

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  57. Uff has rozado mi alma con ese texto pero sobretodo escuchando esa letrita de fondo de R. Pons.

    Que letra!!!!

    abrazos

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  58. Hermoso, emocionante. Un blog escrito desde la inteligencia y la sensibilidad. Felicidades.

    Noah

    http://tutudetul.crearblog.com/

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  59. No será por no haber leído veces la historia que no he comentado hasta hoy. De hecho una noche te dejé un comentario muy sentido pero la brujas de la red lo escondieron.
    Me gusta como describes, haces respirar el aire del ambiente, me he sentido dentro de la historia buscando por los rincones dónde se habrá metido ésta vez el gato, mirando con atrevimiento la lencería de Clara asomar por la bata medio desatada, oliendo la lluvía con sabor a café suicidado y sintiendo el calor de la taza en las manos.
    Me gusta Sabina, es uno de mis preferidos y cuando canta casi siempre sentencia, pero esa frase de... Hay mujeres que dicen que sí cuando dicen que no, me parece desafortunada... Cuando una mujer dice No es No ... qué hay mucho intérprete fustrado por ahí suelto.
    Besos

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  60. Amo tus canciones de fondo! me identifico sobremanera! ;)... pase por acà antes de beber una copa de vino rosado con un par de amigos acà en casa...
    No se por que pasé pero pasé..
    Paz y muchos, muchos besos .

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  61. Sensacional. Me ha encantado simplemente. Entre el relato, la estrofa de mi queridísimo Joaquin Sabina y la musica ambiental de tu blog...me has hiptonizado ahahahha

    Un besazo.

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  62. Lo que me gusta de este relato es su intensidad. Es que no es lo que ocurre, es que es todo. El cómo lo cuentas. Parece que no hay ni una sola coma casual en el texto. Grata sorpresa la de leerte esta tarde que he pasado por aquí.

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  63. Viajaba por este ciberespacio, aburrida y desolada, y de pronto me encuentro en este sitio. lleno de maravillosos relatos, y hermosa mùsica.
    He disfrutado enormemente tu espacio.
    Felicidades!!

    *Un beso*

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  64. Siempre que leo algún texto tuyo se me erizan hasta las pestañas.

    Maravilloso proxeneta de palabras ese Mario, y de balde, que diría mi abuela.

    Un abrazo y un beso. Como siempre, excepcional.

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  65. Mario, gracias a tu visita en mi blog acabas de abrirme la puerta del tuyo. Y cuando he visto "el novio del mundo" ya me he caído redonda. Ese libro me marcó, es la bendita enciclopedia viril, y ese psicópata. . . te leo atentamente. Ya volvieron mis ojos felinos.

    un saludo.

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  66. Influencia de ideal con el interés de la propia
    ecuanimidad interna, alabanza imaginada de la
    postura del poeta, hermosura llena de explícita
    agitación íntima

    Es un placer haberle leído, amigo.
    Un abrazo.
    AMALIA

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  67. Precioso relato. Debo agradecerle a Noah de Tutu de Tul que recomendara este Blog. No queda más que admirar su estilo.
    Un abrazo

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  68. Mario, queridísimo Mario:

    Gracias eternas por todos los comentarios que desplegaste en las últimas publicaciones de mi Blog. Me llena de felicidad saber que los textos que selecciono te inspiren para escribir (me encantará leer tu próxima entrega, de pura casualidad) y que siempre me regales tan bellas palabras.
    También te agradezco por los dos enlaces que me dejaste, ¡la canción de "Números Cardinales" me fascinó! Sucede que quiero a alguien tal y como dice la letra de la canción y, no sé, me ha calado.
    Me encantaría charlar contigo más a menudo, de ser posible. ¿Podría tener tu correo o alguna otra manera de contactarte? Sería un honor y lo valoraría mucho.

    Te dejo un abrazo inmenso, lleno de cariño y te deseo mucha luz :)

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  69. Hola,

    Todo este relato me recuerda un poco a "Princesa" de Sabina.

    Tienes un interesante blog, leyéndote hasta apetece volver a escribir.

    Saludos,

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  70. Hola Fernando.
    No suelo comentar los comentarios, pero sí devuelvo la visita y agradezco las palabras que van dejando aquí.
    Pero tengo que contestarte por aquello de no sé qué regla confirmada por no sé qué excepción.
    Entre otras razones porque no he podido ir a tu blog, ni tengo tu dirección de correo-e.
    Así que lo hago para decirte que te animes a escribir. Llevo haciéndolo un año. Y me gusta, y lo necesito. Aunque si me lees verás que soy más referencial que otra cosa. Que necesito leer más que escribir. Y que haga lo que haga; domar verbos o dejarme acariciar por palabras, lo hago siempre con un café en la mano y un gato cerca.
    Anímate.

    Un saludo, y gracias por visitarme.

    Mario

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  71. Mario... ves lo que son las coincidencias. También escribo con un café en la mano y mi gata cerca... Me morí al leerte!

    Un abrazo y gracias por tu ofrecimiento. Si tenés Facebook, adelante... todo ayuda!

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  72. No sabes lo que valen tus comentarios. Si lo supieras, me los cobrarías y yo, a gusto, los pagaría.

    Gracias -que me suenan a muy poco-.

    Gracias por leerme con un café.

    Y besos,

    Anabel

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  73. No escribía antes de un año, ni que fuera en servilletas de papel?aunque se quede sin gato, no deje de hacerlo..siempre somos referenciales, no? o lo que es peor.. autoreferenciales. mi más sincera enhorabuena.

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  74. Hola! Buenos Días! Antes de volar a la jornada, pasé de blog en blog y encontré esta historia.
    Fue como ver una peli en la mañana.
    Muy buena!!! Me ha gustado mucho. Seguiré leyéndote.
    Saludos!

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  75. Gran canción y buena historia. Me gusta la manera tan gráfica de narrar que tienes. Haces que el lector se implique en el relato y lo disfrute como un voyeur escondido bajo esa calle lluviosa.
    Un saludo

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  76. ¡Muy buena, Mario! Felicitaciones.

    Un abrazo.

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  77. Amigo Mario, tiempo hace ya que me contaste que escribías, pero ocupado como de costumbre, ya sabes tu en que y en mis músicas, no te he leído hasta hoy.

    Al azar, tumbado en mi cama y desde mi ipad, he empezado por esta maravilla que me ha atrapado de principio a fin.

    Y ahora mismo, a la par que admiración, siento una sana envidia de lo bien que escribes. A mi me cuesta tanto escribir cuatro líneas para mi música… quizás podrías pasarme esos folios arrugados que debes tirar a la papelera con apuntes que no te sirven y que seguro que son mejor que lo que yo nunca escribiré.

    Felicidades amigo, la T con la E, TE seguiré leyendo.

    Ramón

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  78. Para cuando una entrada...cerre el blog....besito

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  79. Que decirte amigo!!. Has reflejado la realidad de las soledades..Soledades en busca de otras soledades, Que son las unicas que nos entienden cuando todos se empeñan en seguir sus vidas sin importarles a nadie las nuestras.Mis mas sinceras felicitaciones por tu historia. Adela Carmen

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  80. :-(

    Suposo que no et recordava perquè les seves neurones tacades per la droga i la mala vida l'havien ofuscat física i psicològicament.

    Però no et va oblidar mai. Segur. La prova és la T amb la E.

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