Querido Luis García Montero:
Hace pocos sorbos de café que he
liquidado tu última novela. Muy poco rato ha pasado desde que “alguien dice tu
nombre” ha quedado silente antes mis ojos. He disfrutado como un “León”
urbanita entre las estepas emocionales de tus páginas. Acaricio este teclado,
pero sin poder impedirlo, me descubro dejando de escribir, de beber, dejando
incluso de bucear el escote de esa camarera amable, y vuelvo a perfilar con la
punta de los dedos ese título que esconde un nombre que alguien dirá alguna
vez. Tengo la certeza de que esta historia restará enquistada en mi memoria para
siempre. Se ha convertido en un referente, otro, en una novela cicerone que
marcará el camino a aquellos que quieran conjugar presentes y postularse a
escritores, o algo así.
He arribado al punto y final mientras
viajaba la taza a mis labios en este domingo de un mes frágil, lleno de agua y
ventoso. Un demonio vestido de calendario para los que deberían hacer de
agosto, su agosto. Ya ves.
Cuando te leía, en la cafetería
Lapsus, en el centro de la Girona inmortal y empedrada, era atendido por
Ivette, una avezada barista que hace de su oficio un arte. Así que he unido los
cafés de León y Amparo, en el Suizo granadino, a los míos, o viceversa. Me he
dado cuenta de que mientras ellos compartían y departían en ese santuario de
Granada, yo los vivía desde este bar que antiguamente se llamaba “café Albéniz”.
Aquí, el cartero Matías, personaje de una de las novelas de Josep María
Gironella, tomaba su desayuno antes de iniciar el reparto.
La gente, mi gente más próxima me
dice que soy un yonqui de la literatura. Yo le digo siempre a mi gente, mi
gente más próxima, que soy un yonqui de la literatura. Que para pocas cosas
sirvo más que para leer. Esto lo dicen algunos y lo asevero yo. Un puñado de
amigos y allegados se aventuran a aconsejarme que me deje de cháchara y me
ponga verbos a la obra, que escriba más y que lea menos, o que simultanee ambas
aficiones. Pero ellos no comprenden que después de leer tu narrativa, de sobrevolar
con el corazón tus poemas, a uno se le quitan las ganas de suministrar
literatura. A uno, este uno que soy yo, sólo le queda ser testigo de la
grandeza literaria, de la luz del verso, de la musicalidad de la metáfora, del
sonido de los personajes que nacen, crecen se multiplican y se inmortalizan al
amparo de tu retórica y que convierten tu obra en la Altamira de la literatura
universal.
Repaso algunas frases que he
anotado, releo las palabras a modo de dedicatoria que escribiste para mí cuando
presentaste tu obra en Barcelona. Yo no pude asistir, pero una amiga se encargó
de pedirte unas palabras para un paisano. Cierro el libro, de manera
definitiva.
Ahora observaré a la gente
ataviada de verano desfilar al otro lado de este ventanal. Leeré algún
periódico cargado de noticias asesinas, de marcadores adversos, de políticas en
manos de políticos indecentes, de corruptos que penan su condena en cárceles de
oro, de los corazones vacíos del rico perpetuo y de la pobreza instalada en la
parrilla televisiva estival. Quizá aguce el oído, a ver si hay suerte y se
cuela Sabina por el hilo musical para apuntalar esta misiva y ponerle banda
sonora a este día pasado por letras.
Pues yo a este escritor lo he tenido en las manos, le he pasado páginas por encima, sin decidirme por no saber bien qué hacer(que él de sobra conoce su oficio). Con esta reseña tuya me has disipado dudas. Eres un lector de confianza. Escribiendo como escribes no puedes recomendar fruslerías. Así que a este me lo apunto para leerlo en breve y sin muchas dilaciones que luego se olvida lo anotado. Esta reseña ya es un referente en sí misma. Contagiado grave de poesía te has desbordado en metáforas y elogios altos. A lo mejor no lo sabes pero escriebs para que se te relea. Primero por placer y luego para repetir el gusto.
ResponderEliminarGracias además por pasarme la "papela" con droga que chutarme, entre yonquis nos entendemos. Somos de los pocos adictos a los que la gente nos trata el vicio con cariño. Y aunque de esto no moriremos sí moriremos con esto. De esto no hay deseganche ni ganas.
Te acepto esto como devolución de recomendaciones. Me llevo la sugerencia y la imagen de tu café puntuando la portada del libro. Un abrazo.
Si ahora mismo apunto y me prometo leer esta novela,no es por el autor, del que ya conozco su excelente poesía, no, Mario, no es por eso, es por lo que acabo de leerte, por esta encendida reseña que haces del libro, por el aroma del café que estás tomando, y por tu emoción contagiosa.
ResponderEliminarY, como "tu gente más próxima" te dice, ¡¡ponte a escribir ahora mismo!! Leyendo tan intensamente como lees y escribiendo como escribes...No van a perdonarte -"tus próximos", ni yo tampoco- que nos prives del gozo de una obra tuya. Tienes materia y calidad literaria para hacerlo. No deben frenarte los éxitos de otros.Tienes historias interesantes que contar y sabes cómo hacerlo. ¡¡Venga, no te hagas esperar!!
Gracias por hacerme sentir emoción anticipada de una obra aún no leída. Es tu forma de escribir la que la causa.
Un abrazo
Fany
leo poco
ResponderEliminarescribo y voy por blogs
quien te dice que no lea lo que recomiendas
abrazos
He buscado en tu perfil un mail, pero vete a saber porqué, no puedo acceder a él. O quizás, al igual que en mi blog, tampoco consta. Bueno, la cuestión es que te sigo desde hace un tiempo, no recuerdo cuanto. También, que alguna vez has sido tan amable de leerme y dejar constancia de ello en mi espacio, del que he emigrado a Wordpress, por motivos que no hacen al caso explicar en sitio público. Y aunque probablemente sea vana presunción por mi parte, debajo de este comentario encontrarás mi nueva dirección, por si quisieras pasar alguna vez. De hecho, pueden contarse con los dedos de una mano, la gente que 'me llevo' conmigo. Aunque tal cosa, en realidad, no sea importante más que para mí :)). Lo sé.
ResponderEliminarLeo... mejor dicho, espero tus entradas, con expectación y las leo con algo más que agrado. De verdad! Porque al final, en este mundo de los blogs, acaban siendo muy pocos, los que nos 'tocan' siempre que les leemos. Tú sabes.
En la nostalgia de tu Octubre o en esta misma reseña, y en tantos otros post’s, me he identificado como otra yonqui más, que está en ello... casi... desde que recuerda, (y sin casi) y de eso, ya empieza hacer mucho.
Y ya no me enrollo más. Aquí te dejo la dirección:
puntos suspensivos
Un saludo, y perdón por la ‘invasión’ ;)
Cuanto tiempo, cuanta vida en medio, y vuelvo y sigue oliendo a café, a libros, a camareras amables....;)
ResponderEliminarMe alegro, también de volver.
Saludos compañero.