tag:blogger.com,1999:blog-6328544169369051382024-03-17T09:09:52.503+01:00Tunoeresinteresanteparami"Mi misión es matar el tiempo y la misión del tiempo es matarme a mí..." Emil Cioran.Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.comBlogger51125tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-85479659065685564892017-12-17T11:00:00.000+01:002017-12-17T11:00:45.248+01:00A FALTA DE TÍTULO; 10 KILÓMETROS <div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
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<a href="https://4.bp.blogspot.com/-jKJ4_Ig3UeI/Wi_BMTZzstI/AAAAAAABFC4/SAOkjwpLquoTTBoFArK2DwUvexXko3gMQCLcBGAs/s1600/20479512_10213991252203287_4144370943376246090_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="709" data-original-width="959" height="236" src="https://4.bp.blogspot.com/-jKJ4_Ig3UeI/Wi_BMTZzstI/AAAAAAABFC4/SAOkjwpLquoTTBoFArK2DwUvexXko3gMQCLcBGAs/s320/20479512_10213991252203287_4144370943376246090_n.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Hoy llego tarde a la
escritura. Tengo poco rato para cumplir con mi rutina retórica y dominical. En
tan escaso tiempo es difícil inventar. En mi caso, lo de crear de la nada
siempre es complicado. Así que, si me pongo a escribir desde el vacío creativo,
y con el presente empujando, y con gente esperando al otro lado de la pantalla,
el asunto me compromete, se complica la cosa, y la empresa hace aguas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Acudo tarde porque me he
levantado pronto. He saltado de la cama para salir a correr por esos campos de
Dios. He recorrido diez kilómetros en una hora y pico. El pico es mediano, pero
un pico, al fin y al cabo. Después he regresado al agua de la ducha, al café de
la cafetera mía, a recoger los bártulos para la cosa de la redacción y llegar
hasta este bar. El de siempre. O casi siempre. Al entrar he dejado las cosas en
su sitio, que es mi sitio cuando nadie lo ocupa, junto a la ventana desde la
que se contempla la vida ataviada de domingo. Me he acercado a la barra, más
por saludar al personal que por dictar mi demanda. Mónica sabe lo que tomo,
faltaría más. Mi líquido elemento siempre ocupa la mitad de una taza, inyecta
cafeína en mis intenciones y despierta el alfabeto loco, vivido, excitado,
triste, musical y literato que llevo dentro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Mientras daba zancadas hace
unas horas pensaba sobre lo que podría escribir llegado este ahora. Como tengo
la foto de una niña echando una carta por la ranura de un buzón de Correos, he
dicho que podría inventarle un texto, así, al más puro estilo epistolar, un
cuento, una petición al futuro, una arenga optimista para su hermana que
prepara el asalto a la vida desde el vientre de su madre. Se llama Iria la niña
que deposita la carta en el buzón. Se llamará Rita, la que espera, cómoda y sin
prisas, en el interior de una barriga prominente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Después de entrar en Can
Tornés y saludar a las baristas profesionales, he hecho lo propio con una
pareja con la que siempre coincido. Ellos, percatados, me han anotado que arribo
más tarde de lo habitual. Les he contado lo que os he contado al principio de
este alegato. Justo cuando regresaba a mi mesa, una voz desde otra mesa me ha
interpelado por mi nombre. Que me ve igual, ha observado. Y yo he contestado
con un “te veo idéntica, también”. Después de ponernos al día sobre nuestra
vida y situaciones varias y actuales me ha preguntado por mi amigo Fonso. Le he
dicho que está bien. Que anda por Luxemburgo, de vacaciones. Como cada vez que
nos hemos encontrado, hemos quedado en volver a vernos. A ser posible, los
tres. Para retomar las risas y las charlas que mantuvimos durante ese COU nada
académico y del todo hostelero. Porque nunca nos acostumbramos a estudiar de
noche. Preparar el asalto a la universidad con nocturnidad y alevosía no podía
dar ningún buen fruto. Así que nos pasamos el curso yendo, entrando y saliendo
del bar que había debajo del instituto Jaume Vicens Vives. Los tres fuimos inseparables
durante ese año y fieles a la barra del bar regentado por un hombre mayor, de
los de pajarita en cuello, que había servido a un rey veraniego de la Costa
Brava, que le gustaba el televisivo y emergente Pedro Reyes, que se dirigía a
Alfonso y a mí por nuestros nombres y a Pilar como “la rubia”. En esa cafetería
invertimos tiempo y esfuerzo en resucitar horas muertas hasta hacernos íntimos.
De esos amigos que después nunca vuelven a coincidir pero que un encuentro
propiciado por el azar o la casualidad, un saber algo el uno de los otros, y
viceversa, hace que reculemos a ese COU, a la cantina del profesional de la
hostelería con pajarita negra, y retomemos la infinitud abrasiva de la
camaradería para darle la razón a ese músico que rezó aquello de que la
amistad, mientras dura, es eterna. <o:p></o:p></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Pero la foto de la hija de
Andrés depositando una carta en un buzón merece un relato auténtico y
exclusivo. No la usaré en este texto de guardia. Recurriré a ella un domingo
cercano, y usaré todas mis fuerzas y toda mi palabrería para tejerle un cuento
que permita a Iria alcanzar la gloria de la comunión entre destino y remite.
Sí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Y Pili y Alfonso y Mario aunarán esfuerzos para volver a encontrarse, para repasar presentes y revivir
pretéritos anclados en la memoria. Así que minutos antes de sentarme a escribir
hemos quedado en que hablaré con Alfonso cuando regrese de los Bajos Países.
Que cuadraremos agendas y que formalizaremos una cita de las de verdad, como
antaño, ese antaño con sabor a barra de bar doctrinal y académico de la vida
misma.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Iria, la niña del buzón de
Correos se eleva de puntillas, con una mano levanta la rendija y con la otra
introduce una carta manuscrita. Va vestida con una camisa amarilla, a conjunto
con el artilugio postal. Y sonríe, a juego con su vida inocente y con la
oportunidad ganada a golpe de letras.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-38125539196905848012017-06-01T19:58:00.001+02:002017-06-01T19:58:33.519+02:00RETIRO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://2.bp.blogspot.com/-_uNttQSiHK4/WTBVnDlMXLI/AAAAAAAA7H8/SZzIMPSZzdIf2bdfsGvcMgvPuR7JVQ-kQCLcB/s1600/16807687_10212346636328918_4476833067134655943_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="480" height="320" src="https://2.bp.blogspot.com/-_uNttQSiHK4/WTBVnDlMXLI/AAAAAAAA7H8/SZzIMPSZzdIf2bdfsGvcMgvPuR7JVQ-kQCLcB/s320/16807687_10212346636328918_4476833067134655943_n.jpg" width="256" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div dir="ltr" id="docs-internal-guid-5e9d86c8-64cd-65f4-c6fb-ddc741f608e4" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Carlito; font-size: 11pt;">Desde que tengo uso de razón, y desde que invierto parte de ese uso en escribir un día a la semana, he pensado que alguna vez lo haré en algún sitio alejado, desierto, rodeado de nieve, frente a una chimenea, habiendo hecho acopio de café para mil prólogos, de comida para mil capítulos, de música para mil epílogos, y de leña para mil lumbres. Conociéndome como me desconozco, reconozco que también me llevaría a ese retiro níveo y helado algunas lecturas y un lápiz de memoria con algún que otro vídeo guarro por si me entrara la morriña, para sacudirme la saudade cuando no reciba en jornadas varias los vídeos con el que mi elenco de amigos resucita las horas muertas de mi móvil de postrera generación.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Carlito; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Pero nunca me he decidido del todo. Y es que nunca del todo me decido a algo. En cuanto a la escritura, soy un inconstante. Y en cuanto a excusarme en la retórica para exiliarme a la naturaleza y disfrutar del cadencioso y suave caer de los copos, soy un inconsciente y un inconstante. Yo no soy Jack Nickolson en El Resplandor, ese escritor famoso que se refugia en un hotel invernal. Una instalación que debe cuidar con su familia hasta la llegada de los turistas empujados por el buen tiempo a esos inhóspitos parajes. Una residencia desierta y fantasmal. Más fantasmal y menos desierta cuando van sucediéndose los minutos de metraje. Vamos, que el hombre en vez de escribir, enloquece. Y en vez de arrimar el hombro, ayudar a su mujer y atender los divertimentos de su hijo, se dedica a aterrorizarlos persiguiéndolos hacha en mano, loco perdido.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Carlito; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Así que heme aquí, en la sección de viajes y ciencias de la naturaleza y diccionarios meteorológicos buscando un índice que sacie la voracidad de esta vanidad viajera y sobrevenida. Hoy es uno de esos días en los que he renovado los votos. Que necesito decir lo de la nieve una vez más, como si el sacro convencimiento me permitiera acometer con garantías mi decisión de acabar entre cumbres borrascosas emborronando folios apantallados y cuadriformes, escribiendo una y mil veces que no por mucho madrugar amanece más temprano...</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Carlito; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">En la Casa del Llibre, en el Paseo de Gracia Barcelonés, hago tiempo cuando tengo que coger un tren que me devuelva a mi ciudad. Entro por una entrada y salgo por la otra tras haber repasado los últimos éxitos editoriales y tras anotar qué ejemplares me compraré en un futuro próximo, o para hacerme con un ejemplar que colme mi presente. Es una de las librerías con más catálogo y mejor distribuido. Aquí también he tomado café alguna vez mientras asistía a la presentación de las historias de algún escritor que tiene lo que hay que tener, que hace lo que tiene que hacer y que escribe lo que sus lectores necesitan que escriba. Hoy no encuentro un manual sobre escapadas con encanto para escritores desencantados que dan el canto diciendo que quiere irse al quinto pino nevado, ascender unos riscos y ponerse verbos a la obra bajo una ventisca de soledad y silencio. Hay guías de viajes a rincones embrujados, a pueblos alejados que invitan al retiro y a la meditación, también muestrarios de circuitos a pie, en bicicleta, y cientos de encuadernaciones sobre los diversificados tramos del Camino de Santiago que algún día recorreré (y una eme)</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Carlito; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Esta librería está llena de pasillos, de intersecciones, de cruces de caminos que conducen a la definitiva literatura en cualquiera de sus manifestaciones. Uno de estos atajos lleva directamente a una sección donde hay libros sumergidos en estanterías sobre geografía, demografía y estadística, sobre economía renacida, sobre técnicas de ventas para acometer los éxitos sin perder la cabeza. Próximos a estos últimos, bien alineados, tranquilos, felices, calmos y expectantes están los de autoayuda. Son sus lomos menos consultados y sobados. Supongo que las personas recurrirán a ellos cuando se vean abocados al desconsuelo, la desazón y la intranquilidad en sus días de claroscuros. Pues yo que soy una excepción en toda regla, siempre recorro cada rincón de esta casa novelada ojeando un volumen, acariciando otros, rebuscando y no encontrando entre los estantes, buscando y reencontrándome con viejos conocidos ya adquiridos y gozados que vuelvo a rozar como aquellas pieles proyectadas entre las paredes de un cine de verano.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Carlito; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Hoy he llegado a unos de los rincones menos transitados de la tienda, al final de un corredor desde el que se divisa la Calle Valencia. Y ahí, entre volúmenes de economía, ciencias desconocidas para mí, ciencias ocultas y otras materias menos demandadas, una pareja se besaba sin prisa, se tocaba sin remisión y se abrazaba hasta encajar como dos piezas de un Tetris literario. Él asomaba la cabeza a través del hombro de ella. Emergía su periscopio, miraba en derredor, aseguraba el perímetro y volvía a sumergirse en los besos que ella le profesaba de buena fe. Yo, parapetado tras un atlas de geografía humana he observado los escarceos de la pareja anónima. Con celo y envidia. Más con lo segundo. Ella tenía apoyada una mano en una pared para que no se le viniese encima la estantería, y la otra sujetaba la cabeza de su él, para que no se le dislocara en la loca búsqueda del placer. El señor X tenía las suyas ocultas bajo la falda de la señora Y. A falta de pudor, buenas son las consecuencias. Sus bocas chocaban como constelaciones guarras y la fricción de los cuerpos expelía jadeos y susurros y palabras derretidoras. Él comenzó a masajear su culo con una mano y ocupó la otra en apresar una teta y sopesarla inquietamente. Abrumado he optado por abandonar mi incursión ocular.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Carlito; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Les he dejado entregados, convencido de que no buscan un libro que resarza su frágil situación de pareja, de enfrentado dúo marital, o par de amantes en bancarrota. Seguro que se aman y que descubrieron ese destino persiguiendo alguna novela o tras la estela de algún autor. Y ese recoveco ha acabado convertido en un oasis tibio, en un punto seguido y de encuentro, en un lecho vertical, en expositor de amor incendiario y en un punto y seguido de encuentros furtivos...</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Carlito; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">Justo cuando me doy la vuelta, la portada de un folleto de excursiones me pregunta si ya tengo planes para esta primavera. Dentro, entre sus hojas, las abejas liban de flor en flor y la naturaleza fecunda ofrece sus mejores rutas para la estación floreciente.</span></div>
<div dir="ltr" style="line-height: 1.3800000000000001; margin-bottom: 10pt; margin-top: 0pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Carlito; font-size: 11pt; vertical-align: baseline;">A tomar por culo la nieve, otro año más.</span></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-74391567168063838872017-03-05T09:54:00.003+01:002017-03-05T09:54:41.347+01:00CUENTO DE NAVIDAD<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://2.bp.blogspot.com/-LGUMySmJVKQ/WLvSGzYzAQI/AAAAAAAA3CA/nCAWUEnGHkIrvSV-V6yGZoYwa_k59-z9wCEw/s1600/FB_IMG_1488703706541.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://2.bp.blogspot.com/-LGUMySmJVKQ/WLvSGzYzAQI/AAAAAAAA3CA/nCAWUEnGHkIrvSV-V6yGZoYwa_k59-z9wCEw/s320/FB_IMG_1488703706541.jpg" width="299" /></a></div>
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<br />
<div style="text-align: justify;">
Manolita vive en una residencia. Antes de este punto y seguido he estado a punto de escribir que Manolita reside en una residencia. Pero residir en una residencia parece que sea un efecto óptico, letrado y emocional. Porque más bien parece que hable de una mujer de edad indeterminada que disfruta de sus vacaciones en algún lugar determinado. No es así. Manolita llegó a la residencia “Colonia Güell” para quedarse. Para convivir y para revivir, para suspirar, esperar, respirar libertad y conocer a gente que, como ella, arribó con la maleta cargada de tiempo y mudas para unas cuantas estaciones.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Yo sé que algún día dedicaré un excelso relato a ella, a su vida pasada en Asturias, a sus años mozos entre panes y penas, a sus alegrías pretéritas y a los motivos que la trajeron a esta tierra. Para lograrlo tendré que hablar con su hija Eva, hacerle mil preguntas y tomar mil notas. Pero como eso será después, un después sujeto a los caprichos del tiempo y de mi constante inconstancia. Ahora sintetizaré un cuento de Navidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Manolita es feliz. Sonríe como sonríen de verdad las personas que tienen un motivo para hacerlo. Está bien atendida y se siente querida. En ocasiones, se muestra alegre y rompe su hermetismo dejando aflorar sus sentimiento, unas veces, su gratitud, otras. Sé que es feliz porque me manda mensajes de voz con la ayuda de Eva, que le sujeta el teléfono frente a la boca y le pide que me diga algo. Y ese “hola Mario, cómo estás, yo estoy bien, aquí me cuidan y hago cosas. Y te deseo feliz Navidad. Y tengo ganas de verte” es la felicitación de que ansiaba. Manolita me emociona, me alegra y me motiva. También me entristece porque querría poder verla y tratarla más, y que fuera ella la que me contara cosas. Pero su pasado está sujeto a la edad y a los tentáculos cavernosos de la no vuelta atrás. Cuando estamos juntos, habla poco, escucha mucho, y escruta cada movimiento que mis labios ejercen para pronunciar motivos, anunciar hechos, exclamar quejas o tirar de anecdotario fecundo. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Manolita es dichosa en la residencia. Tiene dos gatos. Los abraza y acaricia. Cuando los sujeta en el regazo ellos están en paz y ella exhala sosiego mientras mira a la cámara y, con toda seguridad, piensa que a Mario le gustará la foto gatuna.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Días antes de Navidad, el personal que trabaja en la residencia celebra, como cada año, su fiesta. Trabajadores y trabajadoras que cenan en algún restaurante de Sant Boi o de Barcelona o, incluso, en la modernista Colonia Güell. Pero este año ha sido diferente. Los que atienden durante su jornada laboral a los ancianos, decidieron quedarse allí y cenar con ellos. Guardaron sus uniformes en algún armario, se pusieron guapos, montaron mesas de fiesta, y se sentaron dispersos entre los residentes que también vestían galas, sonrisas, lágrimas venturosas y gratitud apaciguada. Todo esto lo sé porque me lo ha radiado Eva. Y también lo he visto en </div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
alguna foto. Y Eva me cuenta lo que me cuenta, me escribe lo que me escribe, me envía las fotos que veo y me regala la voz de Manolita que me dice que está bien, que la cuidan, que le gustan los “gatinos” y que también es Navidad allí, con su gente compañera, con su compañera familia.<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
El cuento de Navidad se vive en la residencia. Y lo protagonizan los trabajadores que se han quedado allí, con sus mayores y con Manolita, cenando en buena compañía, llenando de regalos sus horas, obsequiándoles atención y cariño, cantando villancicos, rememorando historias de afuera, del ayer que se fue, de este ahora dulce, entregado y recíproco que apuntala un presente recién nacido.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-82641847285232119052016-06-19T09:33:00.000+02:002016-06-19T09:33:45.732+02:00PRIMAVERA <br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://4.bp.blogspot.com/-Db-oX5IXS-U/V2ZJpyriGiI/AAAAAAAAr98/T1PzR3_mNp01odzpPLaAiN441hlj2TAMgCKgB/s1600/IMG_7108.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://4.bp.blogspot.com/-Db-oX5IXS-U/V2ZJpyriGiI/AAAAAAAAr98/T1PzR3_mNp01odzpPLaAiN441hlj2TAMgCKgB/s320/IMG_7108.JPG" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La primavera aterriza sin hacer ruido. Cada vez que lo hace y cada vez que lo hace sin hacer ruido, me da por pensar en todo lo que consigue alterar, alumbrar y tumbar con su arribada. Las novelas se llenan de amores entre páginas, de historias interminables y dulces, de litigios donde la razón y el corazón batallan en juicios acalorados. Sesiones en las que unos dedos entrelazados, unas mentes confusas y unos cuerpos perennes, comparten banquillo, causas, culpa y castigo, inocencia y libertad.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Cierto; las editoriales exprimen lo mejor de esta estación cálida y efervescente. Los libros queman entre las manos y las manos sudan entre episodios. La arrogancia del descuido permite excepciones confirmantes de no sé qué reglas estacionales consiguiendo que florezcan autores que nada tienen que ver con esta estación y que nada quieren saber de ella. Publican con afán intemporal. Un ardor intemporal, cuidadoso, riguroso, diferente y templado.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Cierto; también en primavera las canciones bullen de corazones recompuestos y recuperados. Corazones que, días atrás, restaban ateridos y en bancarrota, ahora laten acompasados, felices, encelados, avezados y acerados. Todo muy recargado y florido, rimbombante, multiplicado y milagroso como una primavera enferma de felicidad.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Cierto; los cielos se llenan de cupidos que van como locos afinando la puntería. De sus logros depende su continuidad en semejante empleo flechado y celestial. Los ángeles, labriegos de la pasión prójima, con sus dianas esquivarán ERES o ERTES que les ahoguen y desahucien del paraíso amatorio. Ellos vuelan que vuelan, apuntan que apuntan, baten que baten, atraviesan que atraviesan esos órganos que bombean baladas de amores correspondidos. Laboran a destajo para que amadores a destajo no pierdan la estela de su vía láctea particular, como el cuidadoso patio anegado con la lluvia de abril y con las aguas de mayo.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Cierto; los parques se colman de árboles que florecen. Naturaleza urbana que cobija bajo sus sombras a esa otra naturaleza humana que emana lujuria. Jóvenes cada vez más jóvenes y adultos cada vez menos adultos, rivalizan en el prólogo de las relaciones bulliciosas y carnales. Besos, besos y más besos a la par que toqueteos y escarceos, aunque la balanza se incline irrefrenablemente hacia lo segundo. Los besos trasvasan potencia a las manos que sostienen otras manos entre las suyas. Extremidades que recorren el atlas de geografía concupiscente que la primavera inocula entre pechos y espaldas. Más arriba, sobre ramas, los pájaros pían un amor libre. Copulan que da gusto y en un santiamén. El follaje cobijará su nido de amor, la trashumancia de un futuro alado que eclosionará en jornadas venideras.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Cierto; las terrazas de los cafés empiezan a llenarse de personas que huyen del interior de lumínico artificio para disfrutar bajo un celeste inmaculado. Desde aquí les veo disfrutar de su recién adquirida primavera. Devotos del calor, del cigarro y del café. Yo continúo aquí dentro. Solo y acompañado por mis camareras atentas y diestras Baristas que “procesionan” de la barra a ese exterior donde las parejas consumen dulces, beben y se fusionan en un abrazo en el que caben dos primaveras recién llegadas.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Recupero el libro de Bukowski. Un autor que no necesitaba el dogma primaveral para vomitar relatos incandescentes. Su celo atemporal no atendía ni a la constancia, ni a las constelaciones ni a las estaciones. Que nunca supo si empezó a beber en primavera, cuando su mujer le dejó, o si su mujer le dejó en primavera cuando empezó a beber. Después se pasó media vida bebiendo, escribiendo y acariciando gatos. El resto del tiempo lo gastó peleando, apostando, leyendo y amando (Amar: en primavera dícese de la condición folladora del humano sobre la tierra) habitando subterfugios, acodado en barras, con los ojos entornados y la conciencia mediada dictándole etílicas primaveras a mi literatura.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-58666367006895788832016-01-01T14:07:00.000+01:002016-01-01T14:07:23.293+01:00CUENTO DE NAVIDAD<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-M9OBCdP-X3M/VoZ5P-IlzAI/AAAAAAAAl8w/s9DTQTwYTr0/s1600/Studio_20151223_001513.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-M9OBCdP-X3M/VoZ5P-IlzAI/AAAAAAAAl8w/s9DTQTwYTr0/s320/Studio_20151223_001513.jpg" width="214" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Son las doce de la noche. En este
hospital público las enfermeras, auxiliares y demás personal nocturno recorren
los pasillos a esa hora punta en la que la esperanza y el dolor se baten en
duelo. Entran y salen, acuden y socorren, atienden y curan, actúan y mitigan,
ofrecen soluciones y recogen quedos agradecimientos. Son garantes de la salud
que posan sus manos sobre otras mendicantes de atención primaria. Dulcifican el
sueño y apaciguan la espera allanando el camino que conduce a un despertar sin
desequilibrios, al destierro definitivo de la dolencia. A un amanecer sin
quebrantos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Son las doce y veintiún minutos
de la noche. Me encuentro en esta sala de espera de un hospital público y
recortado, menguado por obra y desgracia de la burocracia política que insiste
en echar a perder este país. Contemplo cómo unas enfermeras responden a una
señal sonora y luminosa en un panel de mando. Otras contestan al sollozo
ascendente de un neonato. Reinician el recorrido empujando un carrito coronado
por un portátil de marca HP, aunque el protagonismo se lo lleva uno de esos
bolis de cuatro colores de los de toda la vida. Podría buscar en internet (aquí
aún no han recortado en tecnología y gracias a la gratuidad del wifi, pacientes
y familiares pueden estar conectados y en línea) el nombre técnico del carrito.
Pero lo defino así, como el de las medicinas paliativas, el de los elementos
que toman la tensión, el de los termómetros que miden calenturas, el de los
apósitos que curan a tiempo despropósitos y contratiempos. Ellas hablan entre
sí tejiendo una complicidad de la que soy testigo ocular y auditivo. Una empuja
o tira, según la ubicación de la habitación. La otra, siguiendo instrucciones,
inserta una aguja en alguna solución de suero o analgésico. Una es enfermera,
la más joven lo será pronto si quiere o seguirá siendo lo que es, que también
es vocacional y que ayuda a curar las posibilidades y sus infectos. Es la
auxiliar, o enfermera en prácticas, la que consigue cauterizar el llanto
nocturno de ese niño que ahora resta silencioso, sujeto a un sueño que nunca
recordará o asido a un pezón alimentador que siempre soñará.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Estoy a punto de volver a hacer
uso de la red wifi para verificar si cauterizar un llanto está bien o es
demasiado duro. Pero asumo que los llantos son heridas de un alma desquiciada,
de un corazón roto o de un cuerpo maltrecho. Y decido dejar cauterizado ese
llanto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Son las doce y media de la noche.
Las enfermeras concluyen la ronda. Regresan sonrientes a la garita nodriza, a
esa zona acristalada que es suya y de nadie más. Ahora son cuatro compañeras.
Como se respira silencio y se disfruta de una tregua frágil, deciden asaltar el
piso superior de una caja de galletas que algún o alguna paciente, agradecidos
y curados, han dejado a modo de gratificación. Dos pisos dulces como tributo al
trabajo y al cariño irradiado. Una ofrenda a las portadoras del carro que surca
las dependencias del hospital deteniéndose ante una herida, una inconformidad,
un llanto quebrado o un suplicio suspensivo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Son las doce y cuarenta minutos
de esta noche ambulatoria. Desde la sala de espera escucho a una enfermera
recomendar a su interlocutora la galleta con forma de corazón. Que está
buenísima, dice. Que eso es que tú has cenado poco, responde la otra. Vale que
apenas he cenado, pero pruébalas, anda. Y eso último lo suelta mientras rescata
de un bolso oscuro una novela. Añade más información a la escena: manifiesta
que lo dulce es tan tentador como los cuentos encantados de Dickens. Entonces
se sienta en la silla, frente a un plasma que recoge sus informes o algo por el
estilo. Al poco rato toma un sorbo de algo caliente en un vaso de plástico. En
ese momento me observa observarla. Y viene hacia mí y pregunta, desde el quicio
de la puerta, si quiero una galleta. Que están buenísimas. Sobre todo las de
forma de corazón. Le digo que no, que muchas gracias, que estamos a punto de
entrar en el dos mil dieciséis y necesito alimentar más a mis propósitos que a
mí. Sonríe. Y tal como ha venido se va con su uniforme verde moteado de migas,
a proseguir con sus relatos compilados en un volumen mediano y elegante de tapa
dura. Instantes después se zambulle en la lectura.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cruza los dedos y entorna los
ojos. Suplica una madrugada tranquila. Que el dolor descanse, que los traumas
se disipen, que las pesadillas se tornen dulces sueños. Eso que no lo dice
ella, lo añado yo porque es lo que imagino que andará deseando: un remanso de
paz.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Es la una y diez minutos de la
madrugada. Disfruto de un café de máquina que, por cierto, sabe bien pese a los
recortes que sufre esta sanidad terminal. Claro que cuando se trata de ganar
dinero escanciando bebidas, no existen recortes, rebajas ni caldos a precio de
saldo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ya no se oyen ruidos en las
galerías que colindan con esta sala y desembocan en la estancia exclusiva del
personal clínico. Ahí han dejado de comer galletas con forma de corazón. Ahora,
una enfermera y otra en prácticas (en su atuendo lleva bordada una
identificación de la facultad de enfermería de la universidad de Girona) hablan
por lo bajini, comprueban monitores, subrayan con un boli multicolor alguna
cosa, anotan cualquier medida tomada o reseñan algún recordatorio a tener en
cuenta para transmitir al siguiente turno.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La lectora sigue acompañando a
los fantasmas y al viejo avaro y atormentado personaje de Dickens. Intuyo que
se aproxima, por la expresión de su cara, al final de la historia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Es la una y cuarenta minutos de
la madrugada. Un médico irrumpe en el escenario. Comunica que la cosa está muy
tranquila por urgencias y que viene a desearles unas felices fiestas. La
enfermera y la enfermera en prácticas lo agasajan. Le ofrecen la caja de
galletas. Protesta porque ya no quedan corazones en el primer piso, que son las
más buenas. Se ofrece a ir hasta la máquina a por café a cambio de inaugurar el
segundo nivel. Todos quieren. Observo mi vaso vacío y decido que iré tras él.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Es la una y cincuenta minutos de
la madrugada cuando determino llevar hasta este folio cuadriforme lo que he
observado en las dos últimas horas. Aunque también me apetece leer la novela
que aguarda su momento entre los míos. Porque la escritura me cura y la lectura
me salva. Son las dos figuras, profesionales y sanitarias, que empujan el
carrito con mis aparejos, con mis soluciones, con las tiritas que se adosan a
este corazón mío sin forma de galleta.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Son las dos de la madrugada del
25 de diciembre en este hospitalario cuento de Navidad. Y Jesús acaba de nacer,
sin asistencia clínica, incluso sin la intervención divina ni milagrosa de
mutua alguna.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
“Pastorcillos, venid a adorar al niño que ha nacido ya, que ha nacido ya, susurran mis enfermeras”. "Políticos, abstenerse ¡por el amor de Dios"!, enfatiza el médico mientras rebusca otra galleta con forma de corazón...<div>
<br /></div>
<div>
<br /></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-938765528826962502015-11-22T12:31:00.000+01:002015-11-22T12:31:52.163+01:00NOMBRES PROPIOS<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-HDHUiygwEcU/VlGncp4M7sI/AAAAAAAAk8s/9_lcTEt2BA0/s1600/IMG_20141220_205935-2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="249" src="http://4.bp.blogspot.com/-HDHUiygwEcU/VlGncp4M7sI/AAAAAAAAk8s/9_lcTEt2BA0/s320/IMG_20141220_205935-2.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Pocas
amigas mías pueden serlo tanto como mi amiga Eva. La conocí no hace muchos
años. Pero tal como va la vida, tal como el devenir pasa de futuro a pasado en
menos que se conjuga un presente, diría que hace una vida que Eva y yo
compartimos trayecto en este férreo trajín.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Ella
ama a la Almudena Grandes que besa el pan, que surca los aires difíciles, que
sufre las edades, que hiela los corazones y que esboza personajes que delimita
sobre un atlas tan geográfico como humano, tan literario como vivo y memorial.
Yo amo a Bukowski. El Bukowski que repartía cartas, que apostaba en los
hipódromos, que perdía en los hipódromos, que acariciaba gatos, que tocaba
mujeres, que bebía en los bares, que bebía en la soledad de su ventana al
vacío, que escribía para no morir y que leía para no soñar, que rubricó los
mejores relatos donde alcohol y literatura se batían en un duelo fratricida.
Ella va al cine y me recomienda que lo haga yo. Que me deje caer en una de esas
salas en las que proyectan películas que, está convencida, me van a gustar
tanto como a ella. Porque comulgamos algunos gustos y sentenciamos a galeras
las cosas que nos disgustan y alteran. Ella escucha a Rafa Pons. Le excita la
trayectoria de la palabra, la dirección de las letras, la cercana voz tocante y
el talle del cantautor barcelonés. Ella querría ubicarse siempre en primera
fila, justo entre las cuerdas tocadas de la guitarra y esos labios que expelen
historias urbanas y humanas que recorren las aceras de los sentidos sin miedo.
Yo escucho a Sabina, sobretodo y “sobredefinitivo”. Ella toma vino blanco y
vino negro y vino rosado y toda clase de caldos de altivez gradual. Y se
concentra en la sidra cuando alza las barreras y elimina las distancias con su
Asturias patria querida para reencontrarse con viejos amigos. Personas que
irradiaron su pasado, que constelan su presente, que presumen su alegría, que
constatan su bienestar y apuntalan su firmeza sobre este planeta echado a
perder. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Yo
tomo vino blanco porque ella un día me sugirió que tomara vino blanco, que me
dejara de tanto café, que un tío que lee a Bukowski, Fante, Miller, Durrell y
otros, es incomprensible que no bautice sus ratos de lectura y/o escritura
siquiera con una copa de Rueda Verdejo y viceversa. Me atuve de no seguir sus
etílicas indicaciones y ahora, de vez en cuando, cada vez más a menudo, cada
día el momento menos pensado, se consuma el milagro y convierto sus deseos en
vino. Ella es funcionaria de Correos. Yo trabajo en Correos. Ella es de
izquierdas. Yo lo soy también. Ella defiende la transparencia, la democracia,
el debate, la crítica, el trabajo sindical en definitiva. Yo defiendo esa
transparencia que querríamos, esa democracia que anhelamos, ese debate que
pregonamos, esa crítica que construimos, ese trabajo definitivo que establece
los cánones de la militancia sindical en una organización de clase trabajadora
como son las Comisiones Obreras. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Pocas
amigas mías pueden ser tan amigas y tan mías como mi amiga Eva. Posesivo
reglado, lícito, aceptado y recíproco. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
Aunque
David Trueba sospecha que la amistad está sobrevalorada. Como los estudios
universitarios y como la muerte y como las pollas largas. Afirma que el ser
humano eleva ciertos tópicos a las alturas para esquivar la poca importancia de
la vida de cada uno. De ahí que la amistad aparezca representada como pactos de
sangre, lealtades eternas e incluso mitificada como una variante del amor más
profunda que el vulgar afecto de las parejas. Afirma que no debe ser tan sólido
el vínculo cuando la lista de amigos perdidos es siempre mayor que la de amigos
conservados. Quizá sea así. Es más, siempre he pensado que ese “escrito en
servilletas” del autor de “cuatro amigos” arme la razón. Pero existen las
excepciones que confirman la regla y arreglan la amistad: <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-justify: inter-ideograph;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Eva y yo somos esa excepción confirmante. Y no, no somos de piedra ni de letras solamente. Que como rezó Alberti y agravo yo; lloraremos cuando haga falta, gritaremos cuando haga falta, reiremos cuando haga falta y cantaremos cuando haga falta. Y eso sólo puede materializarse con aquellas personas en las que el posesivo sea un icono de amistad y no un pronombre cruel y castigado.</div>
<span style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES; mso-fareast-theme-font: minor-fareast; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"><br /></span>Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-49172940633486988812015-11-08T11:00:00.000+01:002017-02-27T10:21:22.579+01:00LA MADRE <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-eIN6oG4rpEw/Vj77xHwbgpI/AAAAAAAAkos/hvOY42f7EcI/s1600/IMG_20151004_102148.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://1.bp.blogspot.com/-eIN6oG4rpEw/Vj77xHwbgpI/AAAAAAAAkos/hvOY42f7EcI/s320/IMG_20151004_102148.jpg" width="256" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Raquel murió el año pasado. </div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Hace pocos días asistí a la misa en recuerdo de Raquel. Raquel, mi amiga, compañera del sindicato, trabajadora infatigable de correos que sucumbió al envite de la enfermedad. Ese cáncer que “seguirá existiendo mientras haya vida”, que reza no sé quién, un quien muy experto en la materia y muy docto en el razonamiento. Ella luchó con todas sus fuerzas, no mostró signos de flaqueza ni en los momentos en los que la partida se decantaba en favor del enemigo que invadía su espacio y derogaba su vitalidad. Ella, aferrada a la fe, no dio su brazo a torcer. Ahora sólo me queda recordarla. Y lo hago con una asiduidad intemporal no sujeta a los caprichos del tiempo ni del espacio. Su eco concierta una cita que mis sentimientos no rechazan. Entonces la veo sonreír mientras se pelea con la bata del hospital que se niega a tapar todo su cuerpo en medido orden. Entonces la veo llamar a las enfermeras y pedirles agua caliente para prepararse un té que esconde en una cajita que alguien le regaló días atrás. Entonces la escucho preguntarme cuándo viene Andrés Suárez a cantarle o cuándo vamos nosotros al sitio que sea a escuchar al cantautor gallego. Asevera que Andrés Suárez es como su Don Quijote, o como aquellos caballeros del medievo que se batían en épicas justas defendiendo un honor o correspondiendo al amor admirativo de una doncella. Entonces la veo comer una ración de paella días antes de dejar de comer para siempre y decirme que en pocas semanas estaremos disfrutando de un menú como Dios manda, en aquel restaurante del centro donde la llevé la última vez que visitó mi despacho para agilizar unos trámites. Entonces la oigo declarar que ha ido a misa y que conoce a todos los curas. Y que otros sacerdotes la quieren conocer porque han escuchado arengar a unos y a otros, a médicos y enfermeras y demás personal del hospital, sobre el empírico optimismo, la valentía y la manera de mirarle a los ojos y enfrentarse a la enfermedad advirtiéndole que salga de su cuerpo, que no tiene tiempo para tonterías ni atenciones que no sean para su familia, sus amigos, sus compañeros de latencias, en definitiva. Entones la veo con los ojos cerrados y la frente perlada de sudor, murmurando desde las tinieblas. Entonces su fiebre sacude estas letras que prenden la infinitud de sus cuarenta y tres años.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Hace pocos días asistí a la misa en recuerdo de Raquel. Lo hice por dos razones, sobre todo; porque era ella creyente y porque respetaba hasta la extrema extenuación que yo no lo fuera, y porque necesitaba reencontrarme con su madre para conocer cómo soportaba la vida sin los latidos de Raquel. Pero como sucedía con su hija, la que quería verme era ella, la que quería hablar era ella, y fue ella la que me animó hasta la emoción. Ella, una anciana enjuta y chicuela, que susurra las palabras y que arrastra los pies como quien se desliza por la pasarela de la bondad. Ese día, el once de septiembre, los restos del sol impío que había alimentado las mil canículas chocaban contra el frío de la ausencia. La madre de Raquel quiso regalarme un detalle. Que fuera hasta su casa, por favor. Y hasta allí fuimos, con paso quedo. El hogar de la anciana dulce es viejo y es acogedor. Donde hasta unos años había cuadras y marraneras ahora se acumulan los productos frescos de ese huerto que se niega a abandonar y que seguirá cuidando hasta que las horas muden en silencio y quietud.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
En la cocina me invita a sentarme a su mesa. Me ofrece todo lo que tiene, que es todo. Y ella, pequeña como un milagro, vestida de negro, se sienta en una silla y coloca otra enfrente a modo de mesa donde deposita los aparejos con los que hace manualidades. Y mientras zurce y cose y convierte retales de tela y papel en flores y afectos decorativos, habla sin parar y sin mirarme. Y le comento que ya no hace bufandas. Y me dice que desde que falta su hija ya no ha vuelto a sentir frío. El invierno se fue con ella.</div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Ahora sólo decora de primavera cada rincón de la casa, cada recoveco de la iglesia del pueblo. La sacristía está recubierta de flores urdidas por sus manos diestras. Mientras termina de anudar los pétalos papirofléxicos sobre ramas secas para completar un florido centro, levanta la vista y me confiesa: la niña murió hace un año. Entonces todo el mundo me decía que no pasaba nada y yo sabía que sí pasaba mucho. Pero mi hija no podía verme apagada y yo no quería que el mundo que me mentía reconociera mi pena. Así que me pasaba las visitas al centro médico afirmando que sí, que se pondría bien. Y que me enterraría ella porque mis noventa y tantos años pesan lo suyo. Pero no sucedió así porque no podía ser así. Dios cambió el orden de llamada. Desde entonces hago flores. Cada una que florece entre mis dedos son caricias de Raquel. Es en ese preciso instante cuando las palabras envueltas en esa voz atiplada y añosa me encojen el corazón. Vuelve a ocuparse de ese jardín de papel y tela cuando el hilo de su voz me pide que no esté triste porque Raquel está bien. Y es joven. Y tiene todo el cielo por delante. Y yo estoy bien. Y soy vieja. Y he recorrido todos los caminos. Y anuncia que se muere de ganas de reencontrarse con su hija, que esa ilusión es la que la mantiene viva.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-10745643406505832892015-05-31T13:00:00.000+02:002015-05-31T13:00:04.469+02:00FERIA DEL LIBRO DE MADRID 2015<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-a_6W0lv0Vd8/VWplagI8RvI/AAAAAAAAfck/uNZqFO33zQY/s1600/ferialibro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-a_6W0lv0Vd8/VWplagI8RvI/AAAAAAAAfck/uNZqFO33zQY/s320/ferialibro.jpg" width="224" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Ya tengo ganas
de adentrarme en ti. Y tengo ganas de que recorras la cartografía concupiscente
de mi cuerpo. Y tengo ganas de comerte. De que me comas también tengo ganas. Y
tengo ganas de beberte. De que me bebas también tengo ganas. Y tengo ganas de
tocarte y acariciarte y besarte mucho. De que me toques y acaricies y beses
mucho también tengo muchas ganas. Y tengo ganas de follarte. Y de que me folles
también tengo ganas. Y tengo ganas de mirarte. Y de que me mires mirarte
también tengo ganas. Y tengo ganas de derramar el placer de mis dedos escribidores
y masturbadores sobre tu piel. Y de que derrames sobre mí la tinta de tus dedos
que escriben y masturban también tengo tantísimas ganas. Y tengo ganas de
servirte un café, y hablar, y reír, y contar, y recitar placeres sobre el verso
del reverso de nuestros labios. Y de que me sirvas el café en mi taza
preferida, y de hablar de autores y afectos secundarios y capitulados, y de
reír con la adjetivación lúdica de tus ocurrencias, y de que me cuentes cómo le
va a la vida entre tus páginas, y de recitar placeres concatenados sobre el
verso del reverso de los labios que nos pronuncian, también tengo ganas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Tengo ganas de
vivir entre prólogos, epílogos, proscenios y bastidores. Y tengo ganas de que
la vida no deje de empezar cada vez que una novela cae en mis manos. Cada vez
que la primera página me invita a adentrarme en ti, Lola Beccaria. Cada vez que
la primavera llega de la mano de Arturo Bandini. Cada vez que Pedro Zarraluki
me confiesa los misterios del silencio. Cada vez que Auster me invita a tomar
el café en su palacio lunar. Cada vez que enfermo de amor y soledad en el
Macondo colérico de Márquez. Cada vez que almuerzo contigo en alguna taberna
mayor y capital, Luís García Montero. Cada vez que destilo las lágrimas del
abecedario de Martin Eden. Cada vez que cobijo mis palabras en la Barraca de
Lorca. Cada vez que estrena conmigo una travesura la niña mala de Mario Vargas
Llosa. Cada vez que el pasillo de un tren de madrugada acoge mi viaje al fin de
la noche de Cèline. Cada vez que recorro el camino sembrado de literatura
reaccionaria de Kerouac. Cada vez que me ciega la retórica de Saramago. Cada
vez que me sonríe la Etrusca hilaridad de Sampedro. Cada vez que me emborracha
la vida licuada y oscura de Poe. Cada vez que engraso la “máquina de follar” y
acaricio a las mujeres de Bukowski. Cada vez que observo La Habana vieja desde
las cumbres borrascosas de Pedro Juan Gutiérrez. Cada vez que anclo en mi piel
el París erótico y clandestino de Henry Miller. Cada vez que abro mi noche a
los diarios furtivos y erizados de Anaïs Nin. Cada vez que reseño en una
servilleta de bar las metáforas precisas, las palabras certeras y los verbos
incendiarios del maestro Sabina. Cada vez que mi taza preferida contiene la
sopa de letras de Cortázar y su “rayuela” inacabable. Cada vez que recojo el
fruto prohibido del árbol del bien y del mal, y del árbol de la ciencia
literaria de Baroja. Cada vez que despierta mi conciencia algún “episodio
nacional” de Benito. Cada vez que caigo enfermo y una palabra tuya basta para
sacarme. Cada vez que no tengo ganas de nada excepto de ti, Literatura.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ya ansío morir. Y de resucitar en las aceras alejandrinas de la 74º Feria del libro de Madrid, también tengo ganas. </div>
<br />Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-40943973577206627072015-04-08T13:00:00.000+02:002015-04-08T13:00:02.229+02:00CARNE DE SABINA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-nYTXCRkbfKY/VSTqEtU36JI/AAAAAAAAa20/xFrk7wKrvis/s1600/sabina-gira-500-noches-para-una-crisis.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-nYTXCRkbfKY/VSTqEtU36JI/AAAAAAAAa20/xFrk7wKrvis/s1600/sabina-gira-500-noches-para-una-crisis.jpg" height="238" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Joaquín
Sabina regresa a mi calle melancolía en menos de quinientas noches y poco más
de diecinueve días... Nunca es demasiado tarde, princesa. Me sobran los motivos
siempre, me faltan las canciones nunca, te lo dice esta boca que es mía, a mis
cuarenta y pico, sin ganas de callarme, ni cerrar por derribo, desde la orilla
de esta chimenea que prende tu nombre y marchita mi frente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Joaquín
Sabina, qué demasiado, el dos de abril hará inventario de mis círculos viciosos
que rezan sus temas. Volverá a galopar ese caballo de cartón en el hipódromo de
mi conciencia, ese “puraletra” que, pisando el acelerador, me conducirá por el
túnel, cual españolito de cartón marchitado por la crisis, al otro lado de la
negra noche.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Joaquín
Sabina me recordará que, cuando era más joven, vivía en pensiones de mala
muerte, que me sostenían las lecturas en antros en los que alguna dama de noche
me recetó pastillas para no soñar, antros regentados por muñecas de saldo y
esquina que apuntalaron mi amor eterno con besos en la frente. De madrugada
regresaba a mi cuarto en el barrio de la soledad donde escuchaba música, leía y
me masturbaba hasta la extrema extenuación fantaseando con la vecina de arriba.
Era el sonido metálico de ese pacto entre caballeros el que me resucitaba a la
tercera metáfora cantante y sonante. Después, como un explorador derrotado,
asaltaba mi cama vacía a esa hora en la que los primeros clientes se acodaban
en el café de Nicanor. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Joaquín
Sabina me cantará desde el hotel dulce hotel en el que conocí a Eva tomando el
sol. En aquella azotea me besó la frente, me acarició la espalda, me entregó su
sexo y secuestró el mío. Sucedió un mes de abril que alguien robó poco después,
a punta de canción, para elevarlo a los altares de la música, al olimpo de ese
Dios que un día jugó a ser joven y a ser aprendiz de pintor de historias.
Ahora, cuando aprieta el frío, los perros del amanecer le ladran a aquel que
nació al borde de un camino de militancia musical, a este yo que nació para
perder.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Joaquín
Sabina vestirá de sonetos mis noches de boda huérfanas. Antes de que den las
diez llegarán todos los invitados menos tú, que restarás apilando sueños y
jugando a hacerte daño adivinando cuanto dista el olvido de la añoranza. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Joaquín
Sabina me recetará que pase esta noche contigo por el bulevar de los sueños
rotos. Al otro lado de los puntos suspensivos hallaré tu boca que sellará la
mía con besos con sal, con más de cien mentiras, con ese no rezar para no
creer, con ese no besar para no soñar, con ese ruido de fondo ataviado de
medias negras.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Joaquín
Sabina aterrizará en Girona con sus aves de paso sobrevolando estas intenciones
escritas. Me dedicará el rocanrol de los idiotas mientras, contigo, vuelvo a
sentirme tan joven y, sin embargo, tan viejo a la vez. Sus letras son las velas
de mis cumpleaños, las manecillas de mi reloj, la arena de mi playa, la
urgencia de mis amores que matan, mis más de cien palabras y mis más de cien
mentiras piadosas, y mis más de cien motivos para no cortarme de un tajo las
venas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Joaquín
Sabina ofrendará una canción para la Magdalena en el altar de este templo
llamado <i>peor para el sol</i>. Y colgará
el cartel “cerrado por concierto” justo entre mi corazón y mi alma en carne
viva.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Joaquín
Sabina se bajará en Girona y, al mismo tiempo, yo me bajaré en Atocha. No
permita la virgen un desencuentro, tampoco un desconcierto. Los lugares son
escenarios para frecuentar, para recordarlos, para escribirlos, para cantarlos,
para convertirlos en acordados y sintonizar sobre las barras de sus bares el 69
punto G.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Arial; mso-fareast-language: ES; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Resumiendo; El hombre del
traje gris, mi juez y parte, mi buena compañía, mi Juana la loca, mi amigo Satán,
mi pirata cojo, mi Barbi Superestar, mi mater España, mi eclipse de mar, mi
optimista rapero, mis números rojos, mi doble vida, mi pájaro de Portugal y mi
ruleta rusa preñada de poemas, regresan a esta ciudad inmortal para interpretar
la canción más hermosa del mundo: así estoy yo sin ti.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Arial; mso-fareast-language: ES; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="color: windowtext; font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Arial; mso-fareast-language: ES; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"><br /></span></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-22802520297525388732015-02-08T12:00:00.000+01:002015-02-08T12:20:32.141+01:00HISTORIAL<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-eTtnUyJj8DI/VNccOCraOLI/AAAAAAAAXGQ/XDkmwSk5dcg/s1600/IMG_20150208_090336%2B(1).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-eTtnUyJj8DI/VNccOCraOLI/AAAAAAAAXGQ/XDkmwSk5dcg/s1600/IMG_20150208_090336%2B(1).jpg" height="320" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
Foto de @dynnk</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 11pt; line-height: 150%;">Cada vez que
sube a un tren se acuerda de él. Su antes converge en un manifiesto presente
que embarranca entre el corazón y la cabeza. Es un recurso del que no sabe
desprenderse. Ha intentado ahogar sus recuerdos en vino barato y en los caldos
más caros; se ha fumado la vida pero no ha conseguido quemar las naves que
transportan esos ecos; ha recorrido medio mundo intentando dejarlos atrás; ha
recurrido a la medicina tradicional que le ha recetado pastillas para dormir,
pero no para narcotizar su memoria; ha abrazado la psiquiatría de ese amigo
argentino que ha hurgado en su cabeza y acabó queriendo saber, más por
curiosidad que por intromisión clínica. Así que ha optado por el arte de
estibar. Guarda esos recuerdos de manera metódica. Y ahí los tiene para usarlos
cuando se siente sola, o cuando la nostalgia y la luna abusan de ella. A veces
son ellos los que rompen fila, la abordan y la desdoblan por un rato para regresar
a sus contenedores y restar a la espera del siguiente brote acuciante y mordaz
de la saudade.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Se acomoda
junto a una ventana desde la que divisar los campos, contar las estaciones sin
servicio, enumerar las vías que sucumbieron a los tiempos veloces y que ahora
tejen el tapiz del olvido, ver las caras de las personas que esperan otro
convoy ateridas en el andén de la soledad y seguir con la mirada a esas parejas
que juegan a quererse parapetándose del frío entre besos y abrazos. A veces les
pone voces y les inventa algún destino. Se las imagina esperando ese tren que
las conduzca a la felicidad de una playa desierta en un agosto canicular, a la incertidumbre
de una entrevista laboral, a la suerte del primer día de trabajo, a la
habitación de un hotel dulce hotel, a la oscuridad de un cine que proyecte una
película que será su preferida o a la algarabía de un concierto que rezará su
banda sonora.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Cada vez que
sube a un tren lo busca entre los pasajeros, compañeros de rutina, de bostezos
y destino. Se fija en el hombre con gafas de sol que apoya la cabeza en la
ventana, que observa a través del cristal, que sintoniza canciones en un
teléfono de última generación. No le devuelve la mirada ni le arranca la
posibilidad de un saludo afectivo. Su estado es críptico; no le interesa lo de
dentro, sólo el sonido que derraman sus auriculares y lo que sus ojos le
devuelven del exterior. Hasta que el sopor le vence y duerme hasta minutos
antes de llegar a la parada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Ella se
remueve buscando una postura más cómoda. Su pasado comparte asiento a su lado.
Nunca recula lo suficiente, nunca baja la guardia ni le ofrece una renovada
oportunidad. Conecta entonces su móvil y se adentra en las páginas de su “él”
antiguo. Se dice a sí misma que esa será la última vez que transite esos
espacios, que superará la infinitud del desasosiego. Entra en su blog y lee lo
último que ha publicado. Después asalta su muro de Facebook, ve lo que escucha,
se pregunta dónde habrá tomado esa foto tan descriptiva. También sortea los
obstáculos de la tecnología y arriba a su cuenta de Twitter cuando la cobertura
le permite otro duelo a muerte con la introspección. Por último lee comentarios
que la encienden, palabras que no son para ella, atenciones de unos y otras que
van dirigidas a ese que antes fue suyo. La cólera se adueña de ella. Ya no le
gusta lo que narra, lo acaba de decidir. Bien mirado, y poco pensado, la foto
no es nada del otro mundo y sus interacciones en la red son estúpidas y rayan
lo vulgar. Lo que antes la hacía correrse ahora amenaza con hacerla vomitar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 150%; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 14.6666669845581px; line-height: 22px;">Cada vez que sube a un tren utiliza el trayecto para borrar su historial. Pero el pretérito conjuga en preferente y ella lo hace en clase turista. Apoyará la cabeza contra el tibio cristal. En la radio sonará "recuerdo" de Ismael Serrano. Cerrará los ojos y llorará la rabia. </span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
<br />Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-46658347760975512642014-10-26T11:02:00.000+01:002014-10-26T11:02:30.217+01:00OCTUBRE<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-n6ybvuip08U/VEzFuv3ff-I/AAAAAAAAQVw/Jn6z3K6HgyQ/s1600/FOTIPHONE%2B2014%2B561.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-n6ybvuip08U/VEzFuv3ff-I/AAAAAAAAQVw/Jn6z3K6HgyQ/s1600/FOTIPHONE%2B2014%2B561.JPG" height="320" width="309" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<b>Mi otoño, para Fanny S</b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 16px;">Me gusta el otoño.</span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;"> </span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Y me gusta este octubre contenedor de
nostalgias, hacedor de esa saudade que te acompaña a la barra del bar, que
bordea contigo la taza de café desde primera hora, que transita las calles
asida a tu cintura, que comparte asiento junto a ti en ese tren lento de alta
velocidad, que mira por encima de tu hombro lo que lees, que se traviste en
musa y te empuja a madrugar un domingo para esculpirle un pie letrado a tu
punto de mirada, que resucita los recuerdos, que acentúa las preguntas sobre
qué andará haciendo éste o aquélla, que cultiva los olores yermos, que
descompone las emociones, que esconde las aceras bajo un manto de hojas
suicidas, que puebla de ocres los caminos que conducen a los sitios acordados y
que convierte los campos en lienzos donde la tristeza en un destino y no una
consecuencia.</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">En la cafetería donde estoy ahora, los
cristales han mudado en una improvisada pizarra donde las gotas reescriben los
torcidos renglones de ese Dios que hizo el mundo en siete días y se quedó tan
pancho. Se nota que estamos hechos con prisa, revestidos de sobras, creados a
imagen y semejanza de la palabra caducidad y que duramos lo que dura un corto
invierno, una margarita en manos del enamorado indeciso y primaveral, una
canción del verano y una berrea otoñal con final feliz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Comparto escenario con un niño acoplado a una
“Tablet” de ultísima generación, un abuelo que lee a su lado la prensa cargada
de goles, de metas, de cimas, de carreras y de la infinitud del tablero
deportivo. Junto a los ventanales por los que desciende la lluvia, una mujer de
edad mediana, de melena lacia y oscura, toma una infusión, pasa sin ganas las
hojas de un periódico que no distingo y de vez en cuando atiende los silbidos
suaves que emite su móvil. Ahora me descubre observándola, disimulo la vista
hacia esa calle anegada y regreso a esta pantalla en la que confluyen los ecos
del pasado y las pisadas del presente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Decido que no tengo nada más que contar. Que
la morena lacia que estaba cerca de mi mesa se ha marchado, que el nieto ha
desconectado de la tecnología, milagro, y habla con el abuelo que le cuenta no
sé qué de cuando era pequeño también y se entretenía con un muñeco de trapo
ataviado de ilusión, que las camareras echan de menos los días de sol, como yo
no, y en la puerta, una anciana amarra su perro a un reservado para mascotas
que tienen prohibida la entrada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Decido dejar de escribir y disfrutar de un
par de capítulos de EL AMANTE, del escritor israelí Abraham Yehoshúa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Decido que voy a pagar estos dos cafés.
Decido también que cuando salga acariciaré el pelaje mojado del perrito que
aguarda bajo una lluvia intermitente y que proyecta su tristeza desorbitada
hacia el interior del local intentando localizar a su dueña que acaba de pedir
un café con leche y una madalena enorme.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Y regresaré al piso
nuevo, la ciudad donde siempre es otoño.</span><br />
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-90176513309604743072014-09-28T12:01:00.000+02:002014-12-05T13:53:38.354+01:00QUERIDO LUIS GARCÍA MONTERO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-aJ2Y0U4r1PY/VIGqwwAsexI/AAAAAAAAT3c/HOi8kKccsNQ/s1600/10389980_10204757988977477_710361935653967133_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-aJ2Y0U4r1PY/VIGqwwAsexI/AAAAAAAAT3c/HOi8kKccsNQ/s1600/10389980_10204757988977477_710361935653967133_n.jpg" height="320" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Querido Luis García Montero: <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hace pocos sorbos de café que he
liquidado tu última novela. Muy poco rato ha pasado desde que “alguien dice tu
nombre” ha quedado silente antes mis ojos. He disfrutado como un “León”
urbanita entre las estepas emocionales de tus páginas. Acaricio este teclado,
pero sin poder impedirlo, me descubro dejando de escribir, de beber, dejando
incluso de bucear el escote de esa camarera amable, y vuelvo a perfilar con la
punta de los dedos ese título que esconde un nombre que alguien dirá alguna
vez. Tengo la certeza de que esta historia restará enquistada en mi memoria para
siempre. Se ha convertido en un referente, otro, en una novela cicerone que
marcará el camino a aquellos que quieran conjugar presentes y postularse a
escritores, o algo así. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
He arribado al punto y final mientras
viajaba la taza a mis labios en este domingo de un mes frágil, lleno de agua y
ventoso. Un demonio vestido de calendario para los que deberían hacer de
agosto, su agosto. Ya ves. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cuando te leía, en la cafetería
Lapsus, en el centro de la Girona inmortal y empedrada, era atendido por
Ivette, una avezada barista que hace de su oficio un arte. Así que he unido los
cafés de León y Amparo, en el Suizo granadino, a los míos, o viceversa. Me he
dado cuenta de que mientras ellos compartían y departían en ese santuario de
Granada, yo los vivía desde este bar que antiguamente se llamaba “café Albéniz”.
Aquí, el cartero Matías, personaje de una de las novelas de Josep María
Gironella, tomaba su desayuno antes de iniciar el reparto.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La gente, mi gente más próxima me
dice que soy un yonqui de la literatura. Yo le digo siempre a mi gente, mi
gente más próxima, que soy un yonqui de la literatura. Que para pocas cosas
sirvo más que para leer. Esto lo dicen algunos y lo asevero yo. Un puñado de
amigos y allegados se aventuran a aconsejarme que me deje de cháchara y me
ponga verbos a la obra, que escriba más y que lea menos, o que simultanee ambas
aficiones. Pero ellos no comprenden que después de leer tu narrativa, de sobrevolar
con el corazón tus poemas, a uno se le quitan las ganas de suministrar
literatura. A uno, este uno que soy yo, sólo le queda ser testigo de la
grandeza literaria, de la luz del verso, de la musicalidad de la metáfora, del
sonido de los personajes que nacen, crecen se multiplican y se inmortalizan al
amparo de tu retórica y que convierten tu obra en la Altamira de la literatura
universal. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Repaso algunas frases que he
anotado, releo las palabras a modo de dedicatoria que escribiste para mí cuando
presentaste tu obra en Barcelona. Yo no pude asistir, pero una amiga se encargó
de pedirte unas palabras para un paisano. Cierro el libro, de manera
definitiva.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ahora observaré a la gente
ataviada de verano desfilar al otro lado de este ventanal. Leeré algún
periódico cargado de noticias asesinas, de marcadores adversos, de políticas en
manos de políticos indecentes, de corruptos que penan su condena en cárceles de
oro, de los corazones vacíos del rico perpetuo y de la pobreza instalada en la
parrilla televisiva estival. Quizá aguce el oído, a ver si hay suerte y se
cuela Sabina por el hilo musical para apuntalar esta misiva y ponerle banda
sonora a este día pasado por letras. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-33473163255590675472014-08-03T11:00:00.000+02:002014-12-05T13:54:34.552+01:00EL COLUMPIO<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><br /></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<b><b style="text-align: justify;"></b></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-DVJ-LsgmceY/VIGq9rgcCzI/AAAAAAAAT3k/5eQ8BO6JHnA/s1600/el%2Bcolumpio.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-DVJ-LsgmceY/VIGq9rgcCzI/AAAAAAAAT3k/5eQ8BO6JHnA/s1600/el%2Bcolumpio.jpg" height="320" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; display: inline !important; text-align: center;">
<b><b style="text-align: justify;"> </b></b></div>
<b>Foto: Merche Valdés</b><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b> www.merchevaldes.com </b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b> https://www.facebook.com/merchelas</b></div>
<div class="separator" style="clear: both; display: inline !important; text-align: center;">
<b style="text-align: justify;"> </b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La madre empuja el columpio que balancea la felicidad de dos niñas en un parque público, una franja minada de juegos infantiles. Un sitio donde se congregan las risas y en el que la diversión deja paso a más diversión. Una zona donde la hora de la merienda reúne a los adultos entorno a una gran piedra que hace de mesa. Sobre ella colocan refrescos, bocadillos y, ocasionalmente, caramelos y golosinas. Todo sucede bajo ese cielo que la literatura y el cine han convertido en un icono protector. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La madre de las niñas va a reunirse con los otros mayores. Les ruega que jueguen entre ellas, pero que no se peleen. Quieren saber adónde va. Y va donde siempre va cada vez que acuden a ese parque; a prepararles la merienda, a ayudar a los demás, a tomarse un café, o quizá un té. A hacer tiempo hasta la hora de regresar a casa. Las niñas se pierden las últimas frases porque ya están enfrascadas en la cadencia oscilante del columpio. Se separa de ellas y alcanza la gran piedra que ya está cubierta de bocadillos blandos, de caramelos, esta vez sí, de refrescos y frutas. Sostiene una gran taza de té en la mano. Atiende las explicaciones de una amiga sobre los últimos resultados escolares de su hijo. También escucha los progresos en la universidad del hijo mayor de otra de ellas, que estudia medicina y que apunta maneras, que quizá acabará convertido en un excelente médico capaz de sanar este mundo, puede que en un cirujano plástico que le cambie la cara a este planeta cada vez menos en forma, cada vez más destrozado. Pero le dice que somos las personas y no el mundo, que es la mano del hombre la que da y la que quita, la que cura y la que aprieta el gatillo. Todas asienten. Una pregunta qué contiene el termo de color azul. Le contestan que es zumo y se sirve un vaso. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La madre busca con la mirada a sus hijas. Siguen a lo suyo, divirtiéndose sin conflictos. Una está justo al lado de la otra, le hace cosquillas. La que está subida en el balancín mira hacia arriba, riendo cada vez más, desternillándose finalmente. La madre llama su atención. Es hora de merendar. Poco a poco se suman las otras madres. Pero los niños no tienen hambre cuando se trata de escoger entre el bocadillo o el juego. Se acomoda, mientras las espera, sobre la yerba seca que circunda esa área de recreo. Al apoyar los codos buscando una buena postura nota cómo tiembla el suelo. Barrunta entonces el peligro. Y busca a las niñas mientras se dirige hacia ellas, no, corriendo hacia ellas. Todas esprintan hacia la salvación. Alcanza el columpio y lo frena en seco. Ellas se quejan y preguntan qué pasa, que no tienen hambre, que prefieren jugar, que después, le prometen, se lo comerán todo. Pero no hay tiempo que perder. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La madre las empuja fuera de ese parque que la crueldad hebrea ha convertido en un objetivo, como la escuela que tuvieron que abandonar porque los misiles la borraron del mapa como se borra una mala suma en la pizarra, como aquel hospital que los tanques redujeron a escombros, como la casa de sus padres que sucumbió al voraz apetito de los soldados judíos. No hay nadie, no hay nadie, lloraban los pobres ancianos mientras observaban cómo les apuntaba el mismísimo diablo con armas de asalto. No encontraron nada. Y sin nada les dejaron. Ahora viven con su hija y con sus dos nietas. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Esa escena tiene lugar en un parque público de la franja de Gaza. Una franja minada por la confrontación. Un sitio donde se congregan los llantos y donde la pena deja paso al luto más negro. Una zona donde la hora de la merienda puede no llegar nunca porque un cielo iracundo y preñado de maldad les ha dejado de proteger.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-26197279750925622322014-07-20T21:49:00.000+02:002014-07-20T21:49:38.372+02:00CARME<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-CJCiMxzVL5I/U8wcl5TtqxI/AAAAAAAAGM4/NXHc2nER4E8/s1600/IMG_20140720_212130_921.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://1.bp.blogspot.com/-CJCiMxzVL5I/U8wcl5TtqxI/AAAAAAAAGM4/NXHc2nER4E8/s1600/IMG_20140720_212130_921.jpg" height="320" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">A los quince años ya sabías que el mar iba a
ser tu casa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Te convencieron los tragos endiablados que
pegaste a la botella literaria, oscura y portuaria de Stevenson, cuando
surcaste los mares del sur junto a Jack London siendo testigo mudo de sus
escarceos amorosos dentro y fuera del mar. Remató tu decisión la novela de
Herman Melville: Te enrolaste en el ballenero capitaneado por el capitán Ahab
para navegar la infinitud del océano y capturar a ese leviatán níveo de nombre
Moby Dick. Su único anhelo era la venganza; derrotar al monstruo que años atrás
le destrozó la pierna sobre la que sostenía su vida fuera del agua.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Pero al puerto de Roses no arribaban
balleneros. No era tan literario como los tesoros de las islas de Stevenson ni
tan frío como las aguas árticas que se rompían al paso de esas naves gobernadas
por rudos marineros. Así que acabaste comenzando en la lonja, recibiendo a los
pescadores de alta y media mar cargados de frutos marinos. Durante las primeras
horas ayudabas en la subasta. Esa ayuda daba a su fin cuando pasabas la
manguera para limpiar los restos. Más tarde, cuando los muelles y los amarres
restaban en calma, te sentabas frente al horizonte a dejarte mecer por los
cantos de sirenas que escupían las aguas y las novelas que sostenías entre las
manos. Esas melodías calaron en ti. También en tu familia, que ya no pudo posponer
más tu decisión dejando que pisaras aquella cubierta pocos días después de la
festividad del Carmen, patrona del pescador y su oficio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Ahora rememoras tus inicios. Esos primeros
pasos titubeantes en proa y tus primeras horas a bordo de aquel pesquero con
nombre de mujer, deletreando las letras sanguinas que decoraban el casco:
“Carme”. Y con él, y con ella, has compartido penas y alegrías, llantos y
risas, alcanzando lo que ansiabas ser. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Has atravesado mil dificultades, has
sobrevivido a tormentas perfectas, has anclado decepciones y has arriado
victorias. Has visto la muerte bracear a tu lado, adelantarte y dar caza a
compañeros hundidos. Pero este Mediterráneo tiene su particular Triángulo de
las Bermudas. Esa geometría que se traga las cosas malas, los aciagos
recuerdos, los latidos descompasados de esos corazones que abandonaron el
barco, los capitanes que perdieron su batalla contra los azotes coléricos del
mar. Ha sido hoy cuando has faenado por última vez tras cuarenta años avistando
aguas. Los ecos de tu pasado han remado en todas direcciones y has repasado
todo lo bueno y todo lo peor de esta profesión que, últimamente, se ahoga en decisiones
políticas que la dejan varada en los despachos. Porque más arriba de los
patronos, a las oficinas, no llegan los ecos de sirenas que un día se anclaron
en tu alma. Ellos quieren el pescado, tú, el arte de quien persigue un banco de
peces navegando junto al mar y no sobre él.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Hoy te jubilas. Eres consciente que ya nada
será igual en tu vida, que no abandonarás tierra firme. Como premio por tu
constancia y dedicación, te dejarán participar en las subastas, como cuando
tenías quince años. Barrerás con agua la lonja, limpiando desperdicios y
rescatando recuerdos. Incluso te pedirán consejo esos jóvenes que embarcan por
vez primera. Y cuando decline la tarde, te sentarás con tu nieto a contemplar
la puesta de sol, o iréis hasta el espigón a tirar la caña y esperar la suerte.
Él, a sus diez, años adora las historias de aguerridos marinos que brotan de
tus labios. Hombres valientes que la literatura y su abuelo han convertido en
inmortales personajes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Recoges todas tus pertenencias del “Carme” y
te despides de tus compañeros. Hay una recepción en la cofradía, y en el bar
del puerto os reunís con el resto de familiares y allegados que quieren
acompañarte en tus últimas horas de marinero… Aunque sonreirás por dentro; la
profesión no se abandona nunca, y llorarás la emoción por fuera sin encontrar
un remedio que esconda ese nudo marino alojado en tu garganta.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Es tu nieto el que te espera al final de la
pasarela para acompañarte a esa fiesta final que no deseas. Se acerca a ti con
una hoja en la mano. Es un dibujo coloreado de un súper héroe arponeando una
monstruosidad marina y lanzando cables a unos pescadores que luchan contra un
mar iracundo. No sabes qué decirle, sólo aprietas el lienzo infantil contra tu
pecho y con la mano libre acaricias su cabeza. Entornas los ojos...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">-Abuelo, hoy me han preguntado en la escuela
qué quiero ser de mayor. Les he contestado que quiero ser lobo de mar, como tú.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 11.0pt; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-latin; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES; mso-hansi-theme-font: minor-latin;">Abres los ojos, anegados por dos océanos de aguas pacíficas y
silentes...</span><br />
<br />Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-28773977415732443342014-06-01T07:30:00.000+02:002014-06-01T07:30:01.758+02:00MENDICIDAD<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-vXkT54QBqtw/U4oteIQoDRI/AAAAAAAAGKw/vZpN9mC9O54/s1600/IMG_20140520_172806_791.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://1.bp.blogspot.com/-vXkT54QBqtw/U4oteIQoDRI/AAAAAAAAGKw/vZpN9mC9O54/s1600/IMG_20140520_172806_791.jpg" height="320" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Desde mi sofá contemplo la lenta
agonía del estío. Las tormentas de los últimos días de agosto ahogan muchas
intenciones, por un lado, y limpian atmósferas emocionales por todos los
costados. Ahora estoy en paz, con el único sonido de su voz en mi cabeza.
Visito la pantalla del móvil de vez en cuando para ver si rompe su silencio en
forma de mensaje de texto. La tele permanece apagada. La radio, cosa extraña,
no sintoniza emisoras ni escupe ninguna de esas canciones de desamor, de celo
primaveral, de luchas sin cuartel del quiero contra el puedo, de hazañas
bélicas de corazones intrépidos, de lastimeras decisiones de almas oxidadas, de
otoños infinitos y ocres ni de vientos que mecen árboles y pueblan las aceras
de nostalgia.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Mis rodillas sostienen una novela
abierta de par en par que habla de gente como yo. O de gente como nosotros. Me
gustaría leerte cosas que he subrayado. Como antes, que reseñaba, o memorizaba
y te leía o recitaba de memoria. Posabas alegre cuando te hacía partícipe de
mis descubrimientos literarios, y mecías tu pelo, acariciabas tus labios, y
entornabas la sonrisa escondiendo un suspiro o sosteniendo un abecedario
exclamativo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Quiero levantarme y llegar hasta
el portátil. Debo intentar escribir un relato. Necesito denunciar una
situación. Voy a olvidarme, por un rato, del resto de mi vida, de esa guerra
abierta y declarada que mantienen mi cabeza y mi corazón. Porque, en
definitiva, siempre salgo perdedor. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un ruido conocido se cuela desde
la terraza. Me levanto y apoyo los brazos en la baranda fría. Son las diez de
la noche y mi personaje sin techo ni comida busca algo que llevarse a la boca
en el contenedor verde que hay enfrente. Me siento mal en ese momento. Un
sentimiento de culpabilidad que me ha sacudido otras veces cuando no he dejado
una moneda en esa mano suplicante, o cuando no he colaborado en alguna de esas
campañas que combaten esta o aquella enfermedad. Me fijo en él. Es un hombre de
color, de largos brazos y corpulento. Con el cuerpo sostiene la esperanza y con
la mano izquierda sujeta la tapa. A su lado ha ido dejando materiales que ha
rescatado de la basura y que supongo venderá a algún chatarrero, o los
reciclará convirtiéndolos en utensilios para su hogar, en caso de tener un
techo y una familia. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Estoy a punto de volver a ti, que
has quedado enquistada en algún punto de mi memoria. Quiero bailar un tango con
las palabras en la pantalla de mi ordenador, de darle contenido a estos folios
apantallados que fluctúan tu nombre mientras mis dedos rezan tu recuerdo. Estoy
a punto de regresar a ti, digo, cuando escucho gritos que llegan de la calle.
El camión de la basura está aparcado junto a los contenedores. Las luces de
posición destellan en la oscuridad. El empleado municipal ha requisado la
mercancía de mi negro. Ahora; un hombre negro y otro oscuro se enfrentan a
voces con la dignidad como testigo. La sirena del camión alumbra unos brazos
enormes y tatuados, un cuello de Goliat y una cabeza rapada que no augura nada
bueno. En ese momento pienso que tampoco bajaré a interceder, que la lírica
heroica no pasa por su mejor momento. Claro que nada pasa por su mejor momento.
Además, nunca me ciñó la capa de súper héroe, huí de los valientes que dan la
cara para que se la partan y me atavié el diálogo para evitar el suicidio
colectivo de más de una razón, todo con dispares resultados. Seguro que mi
negro encuentra otro sitio y otras basuras. Tengo la certeza de que otro día la
suerte besará sus mejillas. Si la sangre no llega al río, y decido mantener la
mía en cuarentena, no intercederé en una batalla estúpida. Uno no entrará en
razón y el otro no abandonará las razones que le han llevado a buscarse la vida
entre residuos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Entro. En la chaqueta que cuelga
de la silla encuentro cuatro euros con los que sobornar mi conciencia. Buenos
son para mitigar su dolor. Vuelvo a mi atalaya y veo al hombre derrotado
sentado en la acera, cogiéndose con la punta de los dedos la zapatilla y el
codo derecho apoyado en la rodilla. Parece meditar, parece que le cueste irse,
quizá esté consultando la hoja de ruta, quizá dé las gracias a su Dios por
permitirle mantener la vieja bicicleta. Cuando estoy a punto de llamar su
atención y pedirle que espere, que bajo a darle algo de ayuda, el camión vuelve
a enfilar la calle y se detiene a su lado. El gigante calvo desciende del
vehículo. Me temo lo peor. Cuando hago acopio de los arrestos que otras veces
me han faltado, cuando la capa cubre mis espaldas, me asomo a ver cómo pinta el
panorama y gritarle al villano que deponga su vil actitud. Pero lo que
contemplo es a ese malo de película buena, en cuclillas frente al otro. Le dice
que de esto ni una palabra a nadie, menos a sus jefes. Le pregunta qué tiene
para transportar las cosas y le contesta, entre susurros, mostrándole la
destartalada bici con dos contenedores a cada lado y otro encima, en lo que
debería ser el asiento de un invitado a pasear.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sube en la caja del camión y
empieza a volcar todo lo requisado más alguna cosa extra que suena metálica
cuando golpea contra el suelo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cuando cada uno ha recuperado lo
suyo: la bondad por un lado y saciada la necesidad del otro; vuelve al volante.
Estoy a punto de abandonar la escena, sano y salvo y feliz, de escribirte, de
escucharte o sentirnos en alguna canción cuando escucho la voz del camionero.
Baja el cristal de <o:p></o:p></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
la ventana y asoma la cabeza. Extiende el brazo y le dice:<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoListParagraph" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
- Y de esto procura que no se entere mi mujer: Toma,
espero que te guste el atún con tomate. Y le alarga su bocadillo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoListParagraph" style="mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El uno vuelve a circular. El otro
vuelve a sonreír de nuevo. Y yo regreso a mi noche sin contemplaciones.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Enciendo la pantalla del ordenador cuando un tren de mercancías atraviesa la ciudad...</div>
<br />
<br />Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-20550748161714797392014-03-23T09:00:00.000+01:002014-03-23T09:00:07.393+01:00AMIGOS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-PmfqC1-GSic/Uy4SOTSuo3I/AAAAAAAAF4k/gG_OhfI93UA/s1600/la+foto+(1).JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-PmfqC1-GSic/Uy4SOTSuo3I/AAAAAAAAF4k/gG_OhfI93UA/s1600/la+foto+(1).JPG" height="320" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
<blockquote class="tr_bq">
Sergio, si aún sigues por aquí, este texto es para ti. Yo sé el motivo...</blockquote>
<div>
<br /></div>
<div>
Mi amigo Alfonso dice que a muchos recién jubilados les da por la pintura, por el arte paisajístico. Asegura que si es un recién jubilado, retrata cielos muy azules, de un azul imposible en los cielos de hoy. Y si quien coge el pincel es una reciente jubilada, a esos azules cielos les añade una nube blanquísima, muy nívea y esponjosa de las que sólo nublan las pinacotecas de la edad tardía. Asevera que no existe el azul verdadero, que lo que vemos ahí arriba es una mezcolanza añil, la paleta de trabajo de un creador indeciso...</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Fonso también es un artista. Un pintor que no ejerce porque sus ocupaciones lo mantienen alejado de los lienzos y porque sus hijas se han instalado en las manos que deberían acoger carboncillos. Su vida, fuera de la galería familiar, tiene más arte y más oficio y es, en apariencia, una vida para decorar un retablo, para vivirla en un capítulo, para perpetuarla, incluso, en los cuatro minutos que puede durar una buena canción no de verano.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
En casa tengo varias obras suyas de cuando era alumno en una escuela municipal, o de la época en que recibía clases de algún pintor bohemio que simultaneaba bebida y acrílicos. En uno de esos cuadros esbozó a Bukowski, mi cartero escritor preferido. En otro, reprodujo una puerta herrumbrosa al inicio de la cuesta que conducía al instituto donde estudiábamos bachillerato y comenzó nuestra andadura por los devaneos de la amistad. Nos conocimos durante el primer año de instituto, en la biblioteca, de espalda a los libros y de cara a los juegos que se resistían a abandonar el comportamiento infantil. Y fraguamos la amistad durante el curso siguiente, donde el caprichoso azar hizo que compartiéramos mesa, de cuando las mesas, como otras tantas cosas, se compartían.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
En tercer curso, en clase de griego clásico nos dedicábamos a mirar por la ventana mientras comentábamos la serie que habíamos visto la noche anterior, de cuando las series se emitían por un exclusivo canal y la televisión se disfrutaba sin la mediación del mando a distancia. Recrear las hazañas de aquellos policías rudos, amargados, mujeriegos, héroes felices, súper hombres infelices, corruptos tutelados por el hampa, incorruptibles, serios, muy serios sobretodo, amenizaba nuestros primeros momentos y restaba protagonismo a la lengua clásica entre las clásicas.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Una vez que nos habíamos puesto al día con la comisaría de Hill Street, Fonso atendía las explicaciones y tomaba apuntes dado que no lo interesaba lo que sucedía fuera. Yo, sin embargo, acodaba mi imaginación en el alfeizar de la ventana, sobrevolaba la copa de los árboles y era testigo de las correrías felinas por los tejados adyacentes al centro.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Llevamos más de veinte años siendo amigos. Amigos de los de verdad, de cuando la amistad era un talón nominativo y no una consecuencia al portador. Y así llevamos todo este tiempo: cada vez que nos encontramos hablamos de lo mismo y añadimos algún tema nuevo cuando la morriña copula con nuestro presente y fantasea con el pasado. Él quiere que escriba más de lo que lo hago, y yo quiero que pinte más de lo que lo ha hecho nunca. Hace pocos días comimos juntos. Disfrutamos de un frugal almuerzo para concretar un viaje a Madrid. Queremos ser testigos de la despedida de los escenarios de los legendarios “Scorpions”. Ese grupo alemán de cuando la música sonaba a rock sin prisas. Después de los cafés nos quedamos en la acera ajustando las agendas y recordando lo que ha sido de nosotros después de esos primeros años de instituto, lo que hemos logrado, las metas que hemos cruzado y las cimas que nos quedan por hollar. Tras unos segundos siguiendo el repiqueteo de unos tacones de aguja sobre los adoquines, nos despedimos recomendándonos pintar más y escribir más. Que nos hacemos mayores, y que es ahora cuando debemos intentarlo para no acabar convertidos en un Picasso, viejo verde de manos inquietas, y en un Bukowski que pase sus ratos entre lascivas miradas al personal femenino de la residencia y un querido diario sin futuro.</div>
<div>
<br /></div>
<div>
Regreso a casa conduciendo bajo un cielo que se me antoja azulísimo y sostenido sobre una perfecta nube blanca.</div>
<div>
<br /></div>
</div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-54688835895499695782014-03-23T08:30:00.000+01:002014-03-23T08:30:02.119+01:00SENO<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-BxGeqqu0fgI/Uy4PdOZStrI/AAAAAAAAF4c/4uoybF4mKAs/s1600/la+foto.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-BxGeqqu0fgI/Uy4PdOZStrI/AAAAAAAAF4c/4uoybF4mKAs/s1600/la+foto.JPG" height="320" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 16px;"><br /></span></div>
<blockquote class="tr_bq" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 16px;"><b>(Adaptación de un antiguo relato a petición de una persona amante de la brevedad...)</b></span></blockquote>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt;">Fue en segundo de bachillerato cuando firmé
una tregua con las matemáticas. Lo mío con los números era una historia
imposible con orden de alejamiento recíproca. No me interesaba nada que tuviera
que ver con el estudio de fórmulas, de algoritmos, de primos, de pares e
impares, de naturales y enteros, de fracciones, de raíces cuadradas, de
cuadrados y de no sé cuántas cosas más. Pero ese año en el instituto, la cosa
cambió. Una profesora me invitó a conocer que la palabra seno se escribía y no
se enumeraba, que era tangible para la voz y que su fuerza radicaba en un
dibujo angulado, o algo así.</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Se llamaba Marta. Y cada vez que Marta se
armaba con la tiza situándose delante de los adolescentes, la clase se
convertía en un campo de batalla hormonal. Yo, sin ir más lejos, me olvidé de
salir por las tangentes y bordear los márgenes, de provocar mi expulsión para
visitar los pasillos y demorar mi regreso del recreo si era Marta la que nos
esperaba con "infinita decimal" paciencia. Porque, a partir de Marta,
mi redención fue un hecho. Sustituí mis paseos tangenciales por la visita a ese
seno matemático acudiendo a ella cada vez que tenía una duda. Al principio era
de vez en cuando, de vez en cuando se convirtió en bastante a menudo y bastante
a menudo convergió en un siempre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">En clase, ella explicaba y yo admiraba su
figura. Después, en casa, me aplicaba el cuento y buscaba remedios para
entender todo lo más posible. Fue así como las notas en los exámenes
corroboraron mi mejoría. Mis padres, acostumbrados a mi danza de la muerte con
las cifras, no daban crédito a la cotización al alza de mis notas. Desconocían
el porqué de mi metamorfosis.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Era una profesora de unos treinta y tantos
años. Morena, de gran melena, ojos oscuros y mirada líquida, de figura esbelta,
ataviada con ropas más modernas que las que solía vestir el grueso del
profesorado. Labios siempre pintados dibujando gestos y muecas amables cada vez
que requería un voluntario para salir a la pizarra. En esos casos, un servidor
siempre levantaba la mano como el miedica que enarbola la bandera nívea de la
rendición ante un batallón de asalto. Casi nunca salía bien parado del
entarimado, pero harto satisfecho. Al no disponer de la ayuda de mi hermano,
como sucedía en casa con los deberes, ella acudía al rescate del voluntarioso
alumno. Me arrebataba la tiza con dulzura, permitiendo que mis dedos entraran
en contacto con los suyos, corregía mis desarreglos mientras el polvo blanco se
posaba en sus yemas y las glándulas salivares inundaban mi firmamento bucal,
convirtiendo el mal trago en la resurrección del mar Muerto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Desde la tarima, cuando se dirigía a mis
compañeros, la estudiaba de soslayo hasta que se daba la vuelta y guiaba su
dedo por la pizarra buscando un acierto o la suma de errores. Con la mano
libre, mesaba su cabello negro, primero, y lo recogía, después, colocándolo
detrás de su oído. Y me miraba con insistencia preguntándose qué narices hacía
día sí y día también enfrentado a ese vía crucis matemático.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Sus senos dibujaban arcos que delimitaban su
figura y apuntalaban mi deseo, su vestido volaba mecido por el viento de la
imaginación cada vez que daba un paso adelante, cada vez que se giraba para
cerciorarse que seguía ahí, anclado en esa estación terminal. Momentos después
me pedía que volviera a mi sitio. Y mi sitio estaba lejísimos, en el ocaso del
mundo. Mis pasos eran lentos como la duda y el regreso a mi pupitre constituía
el final de la peregrinación al paraíso del pecado. La canícula tardaba una
vida en abandonar mis mejillas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Muchas veces me quedaba con un trozo de tiza
que ella hubiera acariciado. Aún debo tener alguno por ahí guardado en la
alacena de los recuerdos intemporales.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Así que aquel año firmé una tregua con las
matemáticas gracias a la trigonometría que amamanté en el seno de aquella
clase. Fue el único en el que las matemáticas se quedaron en junio y no tuve
que recuperar los números perdidos en el mes de septiembre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Para el curso siguiente
me matriculé en letras puras ante el temor de que Marta no me tocara en suerte
y los números reclamaran venganza.</span><br />
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-72354975444137399372013-07-28T10:00:00.000+02:002013-07-28T10:00:02.639+02:00ESCRÍBEME LO QUE VIVES...<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-PKo-PrZR1bU/UfQ6mmNMR4I/AAAAAAAAFgY/1I6FGoXFCGU/s1600/image.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://1.bp.blogspot.com/-PKo-PrZR1bU/UfQ6mmNMR4I/AAAAAAAAFgY/1I6FGoXFCGU/s320/image.jpeg" width="320" /></a></div>
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
<span style="font-size: large;"><b>CAFÉ</b></span><br />
<span style="font-size: large;"><b><br /></b></span>
Me preparo una taza de café varias veces al día. No hay un motivo para hacerlo, pero tampoco existe prescripción médica que me invite a evitar la cafeína en cualquiera de sus manifestaciones. Tomar café me relaja, pese a todo.</div>
<div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sumergirme en una lectura sujeto a una taza me permite elevar a los altares del goce supremo mi momento literario. Puede que la historia no merezca la pena, pero el café hará de antídoto: descansaré la novela sin gloria sobre mis rodillas y me limitaré a sorber y a contemplar el paso procesional de mis pensares. Si estoy en un bar, buscaré entretenimiento en actos ajenos, en las caras que observo, en las conversaciones que escucho, en los escotes que desfilan por la pasarela de mi erotismo o en el exterior que avisto desde ese observatorio en el que se han convertido mi mesa y la silla que ocupo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tomar café mientras escucho música, tomarlo mientras trabajo, mientras escribo, mientras veo la tele, mientras hablo por teléfono, mientras charlo contigo, con ella o con él, mientras miento de verdad y mientras le encuentro una excusa a mi inconstancia para escribir escudándome en la coletilla que temo convertir en universal que reza que no puedo hacerlo más (escribir) porque soy un yonqui de las letras, mientras me confieso en retórica soledad, mientras miro por la ventana y cuento los trenes que atraviesan la ciudad cargados de pasajeros o de mercancías, mientras sueño con declarar todos los amores y desertar de todas las guerras, mientras le pido un préstamo sin interés a la felicidad, mientras consigo una orden de alejamiento a mi mala suerte, mientras repaso los lugares acordados, mientras admito que muchas distancias no conducen a ninguna parte si no es a tu lado, unas veces, o para buscarte, otras, mientras inmortalizo instantes con mi punto de mirada, mientras le hago un traje de letras a mis domingos, mientras parto a recuperar mi otra mitad oculta entre las piedras del camino, mientras me atrinchero en esta cafetería y apuro el último sorbo para pedirle a la camarera otro café.</div>
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-CfmWdD2dgcE/UfQ7OcLcT7I/AAAAAAAAFgc/TPcG7fqdx_Q/s1600/image_6.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-CfmWdD2dgcE/UfQ7OcLcT7I/AAAAAAAAFgc/TPcG7fqdx_Q/s320/image_6.jpeg" /></a></div>
<br />
<b style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">LAS BICICLETAS SON PARA ESTE VERANO</span></b><br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cada vez que veo una bicicleta apoyada sobre las ilusiones de un niño, pedaleo hasta mi infancia. Me acuerdo de la bici nueva que nunca tuve. Ser el mediano de tres hermanos te convierte en heredero universal y único de todo aquello que a tu hermano mayor le queda pequeño e inservible. Así que la bicicleta suya acabó siendo mía. Claro que llegó en un lamentable estado. Bien, quizá aquella BH llegara a mí en condiciones óptimas, lo lamentoso fue que no nos habíamos estrenado juntos, que no abandonó el escaparate para venirse conmigo y alcanzar, de paseo, las primeras metas volantes. Que al no ser nueva, al no estrenarla yo, la alegría era efímera, como el pan de los pobres. Sólo los primeros momentos, cuando el manillar templado y la palanca de los frenos enfriaba la palma de mi mano, disfrutaba realmente de la adquisición. Después, al ver que la B se había encogido, que a la H se le descascarillaba la pintura y que necesitaba más el pie para frenar que la palanca que tenía al alcance de mis dedos, me daba de bruces contra el sino de mi realidad: para qué una bici nueva si la de tu hermano está impecable, decía mi madre. Para qué una bici nueva, como dice tu madre, si la de tu hermano está como si nueva, remataba mi padre.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El verano acababa de aterrizar en la Vega granadina. Ese día reestrenaba las dos ruedas y, como dije un poco más arriba, los primeros momentos fueron de satisfacción, de nervios, de ganas infinitas por deslizarme cuesta abajo notando el viento de la ilusión en mi cara, con los ojos entornados por la emoción y la aceleración y con las manos sujetas al manillar, desplegando mecánicamente los dedos y rozando, para saber que seguía ahí, la palanca de frenada. Pero no avancé mucho; al poco de iniciar el descenso, la bicicleta se partió por la mitad como un melón maduro. Hizo ruido el hierro contra el suelo, hicieron ruido mis huesos contra el asfalto. Me levanté asustado, con una porción de bici en cada mano, mirando en derredor sin mover la cabeza, preguntándome quién vendría a auxiliarme, preguntándome quién habría sido testigo de mi ridícula puesta en escena.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al final todo quedó en un susto. No hubo huesos rotos y poca gente contempló mi velocidad de crucero a bordo de un artilugio no apto para niños abonados al préstamo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A los pocos días heredé un balón que explotó en mis manos, meses más tarde, un futbolín con un portero en fuera de juego, una máquina de escribir mellada, una radio que emitía en silencio y un tocadiscos con la canción de este verano...<br />
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-gReFsynWhHw/UfQ7ianEN0I/AAAAAAAAFgk/_yqXFa4zbec/s1600/image_7.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://1.bp.blogspot.com/-gReFsynWhHw/UfQ7ianEN0I/AAAAAAAAFgk/_yqXFa4zbec/s320/image_7.jpeg" /></a></div>
<br />
<b style="font-size: x-large; text-align: justify;">DE RATONES Y ABUELA</b><br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div>
<div style="text-align: justify;">
Mi abuela amaba los gatos. Los tenía en casa a pares, como un ejército aliado listo para la lucha contra lo que más odiaba en la vida: ver pasar por delante de la chimenea un ratón. Un animalito de campo. Un roedor de ésos que ni muerden, ni se meriendan a las viejas que les temen, ni atemorizan a gigantes elefantinos. Ratoncitos grises, diminutos siempre. Animales inofensivos que los artistas callejeros dibujan con carboncillo, fauna roedora que escritores como Sam Savage retratan y dotan de protagonismo en su obra literaria. Ratones sonrientes, siempre prestos a no hacer otra cosa que pasear, visitar las infancias desdentadas y comer de todo menos queso. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así que la familia de ese ratón se paseaba de día y de noche, al amanecer y cuando declinaba el día por delante de la chimenea que gobernaba la gran cocina. Daba igual el número de gente congregada al calor del hogar, el ratón uno, el ratón dos, y así sucesivamente… una familia entera, siempre en orden marcial. Se acercaban buscando el calor de la leña y los trocitos de madera que eran indultados por las llamas. Nunca supe qué hacían con esas ramitas, nunca. Porque si hubiera sido una paloma, o un pájaro, o cualquier ave, sí… pero un ratón no hace un nido como si se tratara de un pajarillo, decía también mi abuela. El calor aletarga. Más el provocado por la madera que arde. El mismo que nos sumía en un duermevela infinito. Los sueños, incluso, nos visitaban prolongando nuestra estancia. Era entonces, y así entonces lo creía, cuando el ratón y su familia que empezaron morando este relato, se paseaban impunes por delante de nuestras narices en general y por las de mi abuela, en ofensa particular. Nuestros cuerpos no reaccionaban. Y mi abuela no acertaba a atizarle con las tenazas cuando abría los ojos y se encontraba a Pérez robándole la tranquilidad coronaria. Conocían nuestras pautas y distracciones, y se aprovechaban.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Desde aquel entonces también amo los gatos, aunque vivo sin chimenea, y mis dientes caídos dejaron de ser un reclamo para visitadores impasibles...</div>
<br />
<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-0yXCc9cXI2U/UfQ7yqn0m9I/AAAAAAAAFgs/oZjlsei-A1M/s1600/image_5.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-0yXCc9cXI2U/UfQ7yqn0m9I/AAAAAAAAFgs/oZjlsei-A1M/s320/image_5.jpeg" /></a></div>
<br />
<br />
<b style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;">PRIMER CAFÉ</span></b><br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando tenía catorce años escuché cómo un profesor aconsejaba a mi madre. Hacía referencia a mí, a mi entonces presente quebradizo y a mi frágil futuro en el mundo de los estudios. Le pedía que no me matriculase para cursar bachillerato. Que Mario no era una apuesta universitaria, o algo así. Que lo mejor, visto lo visto y suspendido lo suspendido, era cursar algún módulo, o probar alguna cosa que no pasara por matricularme en el instituto.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Me hice el despistado, que dicho y escrito sea de paso, no me costó nada, y les hice ver que no me había enterado de su conversación.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al salir del colegio y dejar atrás a ese profesor y sus intenciones, fuimos a tomar algo a un bar próximo: café e ibuprofeno para mi madre y su cabeza y un refresco para su hijo aspirante a díscolo e iletrado. Le insistí con el tema “cafeinado” y mi suficiente edad para enfrentarme a una taza. Que deseaba hacer lo que ella; leer sin parar y tomar cafés a casi todas horas. Pero mantenía el semblante serio, la mirada preocupada y parecía no prestarme atención. Ahora me pregunto si no intentaba interpretar mi porvenir en el abisal fondo de la taza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Diluyó un terrón de azúcar pinzándolo con los dedos sin depositarlo hasta notar como el color pasaba del níveo al marrón. Al poco rato alzó la vista para preguntarme qué quería hacer con mi vida, los estudios y ese futuro que esperaba indicaciones para las maniobras de aproximación. Le contesté que quería lo mismo que ella: matricularme en el instituto. Haría acopio de fuerzas para llegar hasta el final y salir bien parado. Que durante mis horas de estudios me limitaría a estudiar. Que dejaría de mirar por la ventana y cazar aves con la vista, de entretenerme con los vuelos acrobáticos de una mosca, con el sonido de la lluvia sobre las tejas, con la sigilosa peregrinación de los gatos a los contenedores, con la danza de los árboles mecidos por los vientos de la distracción, con el arrullo de las palomas en celo y esos cortejos amatorios, con el sonido del mundo y la visión de la naturaleza, en definitiva.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mi madre se me quedó mirando. No daba crédito a lo que acababa de salir por mi boca. Boca cuyos labios no se habían refrescado aún. Le prometí, mientras la voz de aquel profesor seguía resonando en mi interior, que lo decía de veras, que lo haría por ella. Tengo la imagen de aquel momento enquistada en mi memoria; mi madre llevándose la taza al cielo del placer y dibujando negaciones con la cabeza. No. No lo haría por ella, ni por nadie, que sería capaz de intentarlo sólo por mí, quiso dejar claro. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mientras me concienciaba sobre lo que acababa de prometer y empezaba a despedirme de moscas y sus vuelos, de palomas en celo, de árboles acariciados por los vientos, de gatos paseadores de cornisas y del sonido de la lluvia sobre el tejado, escuché cómo mi madre se dirigía al camarero:</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
-Póngale un café al niño, por favor.</div>
<br />
<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-ydHnAhWQxxQ/UfQ8qDgNKhI/AAAAAAAAFg4/UZqBo0VkW4Q/s1600/image_2.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://3.bp.blogspot.com/-ydHnAhWQxxQ/UfQ8qDgNKhI/AAAAAAAAFg4/UZqBo0VkW4Q/s320/image_2.jpeg" /></a></div>
<br />
<br />
<b style="font-size: x-large; text-align: justify;">ORGULLO</b><br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Decidieron amarse con orgullo. Para lograrlo tuvieron que emigrar lejos de sus orígenes. Primero fueron turistas, después, visitadores habituales de sitios acordados y, por último, decidieron afincar su confianza amatoria en la otra punta de su mundo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El domingo por la mañana, entre piedras, rincones decorados de cara al veraneante, cafés y paseos, los descubrí y me descubrieron. El más alto me pidió si podía hacerles una foto tranquila. Les hice varias y les robé una. El más alto me preguntó si conocía algún bar que sirviera buen café. Le contesté que sí, que les mostraría dónde.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Abandonaron su descanso de caricias y descendimos por la cuesta de los alemanes. Sólo hablaba uno así que intuí que solo él conocía mi idioma, y ese uno, delante del bar, me insistió para que aceptase acompañarlos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Entramos en la cafetería del buen café y ocupamos una mesa al fondo del local, junto al ventanuco mal ajustado desde el que contemplamos la ciudad y su mediodía, las aves bajo los efectos de la primavera, y sus escarceos, los turistas accidentales armados con cámaras de fotos de generación “ultísima” y los peregrinos de caminos y bendiciones. El único que tenía voz dijo, sin dejar de mirar el exterior, que amaba aquellos lugares en los que el amor no fuera perseguido. Llevándome la taza a los labios, justo antes de posarla en dirección al cielo de mi boca, susurré que yo amaba los lugares en los que perseguir el amor no constituyera delito ni pena.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El otro, que aún no se había manifestado, miró al de la voz cantante, al portavoz de su relación y le pidió traducción.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</div>
<div>
<div style="text-align: justify;">
Al conocer la respuesta, sin dejar de sonreír, observándome, comentó algo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El que desde el principio llevaba la voz cantante, me tradujo que jugábamos, entonces, el mismo partido.-Por supuesto, aseveré, pero en equipos diferentes.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Los tres, en ese momento, comenzamos a reír en el mismo idioma.</div>
<br />
<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-D3lw8fPT3c0/UfQ9Z0OhhHI/AAAAAAAAFhE/BMHHNoqz9gU/s1600/image_4.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-D3lw8fPT3c0/UfQ9Z0OhhHI/AAAAAAAAFhE/BMHHNoqz9gU/s320/image_4.jpeg" /></a></div>
<br />
<br />
<b style="font-size: x-large; text-align: justify;">DE PERSONAS Y GATOS</b><br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Trabaja en la cafetería de un centro de formación sindical. </div>
<div style="text-align: justify;">
A escondidas de sus jefes, ofrece alimento y amparo a una gata primeriza que amamanta a sus dos crías.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por la mañana, cuando el sol estival aún no castiga la ciudad de Madrid, visita a su protegida. Le deja una bandeja con algo de jamón, también alimento para gatas lactantes, y le cambia la cuna a sus dos pequeños. Si no están enganchados a la madre, los sostiene entre las manos y arrima a su cara, besa sus narices templadas, pasa los dedos por la comisura de la boca y limpia restos de leche, les susurra cariños y mimos y los devuelve con ella que contempla la escena sin cambiar de postura.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tras su jornada laboral vuelve a la carga, ilusionada y generosa. Visita la camada y tras alimentarlos y acomodarlos para afrontar la noche, se despide repartiendo besos a las crías y sosteniendo la cara de la madre entre sus manos pidiéndole que cuide de los pequeños, que no se aleje mucho, que mañana volverá como cada día...Mientras dice lo que dice, no deja de balancear su cuerpo, de bailar los gestos, de dibujar en cada movimiento los ápices aumentativos de la generosidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En un momento dado me topo con su mirada. Me descubre apuntándole con la cámara del móvil. Dándome la espalda, otra vez, coloca los brazos en jarra y vuelve a mirar a sus criaturas. Es entonces, hablándoles a ellos, cuando me cuenta su historia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Al terminar me alcanza una cría. Mira qué ojos tan azules, qué pelaje más profundo para lo peque que es, me indica. Le anoto que la madre no se inmuta, que parece no molestarle que sostenga a su cría. Acariciarlo, tranquilo, mamá felina confía en mí, aclara. Instantes después, mientras arrullo al diminuto felino contra mi pecho, me encuentro con su mirada líquida. Me intereso por el motivo de su preocupación. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En quince días comienzo mis vacaciones. Un año esperándolas y ahora no cuento las horas que faltan para irme al pueblo. Temo por ellos. No sé quién se ocupará de los pequeños. Si al menos estuvieran destetados y camparan a sus anchas por este patio infinito, la cosa sería diferente, susurra. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Guardamos silencio durante unos instantes. Silencio que rompe el hilo de su voz: hablaré con mi jefe. Este año visitaré el pueblo en otoño. Lo recuerdo bonito, sembrado de hojas, quizás las chimeneas de las casas escupan humo y ese entrañable olor a hogar me devuelva a mi infancia. Está convencida de que para esas fechas, los gatitos serán gatos que correrán lo suficiente como para alcanzar la suerte de la supervivencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Le digo que me emociona su decisión.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Claro, estos pequeñajos se lo merecen, gimotea mientras enjuga las lágrimas con la manga.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Sabes? soy tan madrileña como gata, apostilla.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sonríe ella. </div>
<div style="text-align: justify;">
Escribo yo.</div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; line-height: 115%;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="background-color: white; line-height: 115%;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></span></div>
</div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com27tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-11149370729926093752013-06-01T17:00:00.000+02:002013-06-04T17:34:42.818+02:00HISTORIAS DE FOTOS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-Fw8UYmnh4dg/Uan76TS7TRI/AAAAAAAAFeE/2cDp9rYlYMs/s1600/f.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-Fw8UYmnh4dg/Uan76TS7TRI/AAAAAAAAFeE/2cDp9rYlYMs/s320/f.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 18pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 18pt;">CARRER DELS PETONS</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 18pt;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 18pt;">CALLE DE LOS BESOS</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Lawrence Durrell declaró que una ciudad se
convierte en un mundo cuando se ama a uno de sus habitantes. Lo descubriste en
una de sus novelas. Después, mi obediencia siguió tus pasos, y leí a Clea, y
visité la ciudad de Alejandría, y probé vinos y licores de aquellas cosechas
imposibles a la orilla del mar. Viajé a la tierra de Justine y Durrell, reí con
sus gentes y lloré con las ausencias anunciadas. Y todo lo hice porque no
quería darte por perdida. Quise convertir cualquier pueblo en Barcelona,
cualquier calle en uno de los callejones góticos de la ciudad condal, cualquier
puerto en las dársenas y amarres de la ciudad que hicimos nuestra, cualquier
bar en el escondite para marineros en tierra, de la Barceloneta, al que
acudíamos a emborracharnos de caricias bajo la mesa, cualquier templo en la
iglesia del mar, o en claustro de la iglesia de Santa Ana, testigo de nuestros
besos prohibidos unas veces, furtivos, todas las veces. Un día me trajiste a
este rincón. Calle que besa a sus visitadores, que invita a juntar los labios,
a entrelazar las manos y a compartir ruta por la intrincada jungla del
erotismo. Hace tiempo, mucho tiempo después de que Cupido mirara cabizbajo al
suelo y arrancara sus flechas de nuestros cuerpos, después de la herida, tras
la cicatriz, quise encontrar la calle para que no pasara a engrosar mi olvido.
Anduve y desanduve la calle Comercio, tomé cafés cortos e intensos en la
cafetería del “museo del chocolate”, paseé por el mercado municipal del Born, escudriñando las personas que hacían cola en los puestos, deteniéndome en las
miradas, entré en la biblioteca para surcar el universo literario y descansar
la búsqueda. Cuando ya me daba por vencido, una anciana dejó de alimentar a las
palomas y me preguntó si podía ayudarme. Supongo que leyó en mi rostro la
angustia de mi búsqueda infructuosa. Bueno, le contesté; necesito encontrar una
calle...<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">-Quizá se la ha tragado la
especulación urbanística porque llevo un buen rato dando vueltas. Puede que lo
haga en círculos, como el náufrago o el niño que se pierde en la feria. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Ella miraba y se preguntaba,
convencido estoy, de dónde había salido un tío tan agobiado y tan solo... Me
contestó que me acompañaría a ese lugar. Que de joven iba mucho con sus novios,
primero, con su marido, después. Que tras pasear por los soportales, acababan
tomando un chocolate caliente en el centro cívico o en el museo del cacao, o
leyendo alguna novela de amor en la biblioteca municipal. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">-Todo ha cambiado desde
entonces, excepto el nombre, el olor a humedad, las dimensiones, los visitantes
casuales, los buscadores de tesoros en bocas ajenas y la nostalgia que nos
convierte en exploradores del pasado. Anda, vamos a concluir tu búsqueda,
concluyó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Les dijo a las palomas algo así como que tenía
que acompañar a otro extraviado, que volvería después. Al anunciarme que
habíamos llegado se me quedó mirando fijamente y dijo:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">-Anda, dale dos besos a esta
vieja. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Extraje de mi bolsa la
novela que me había acompañado en mi travesía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">-Tome, le dije, espero que
le guste esta obra, se la regalo. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Se ajustó las gafas, compuso una sonrisa, y leyó pausadamente: J U S T I N E </span><br />
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-2aEHJR9Stss/Uan9tKWybNI/AAAAAAAAFeU/l1cAf7-zEzA/s1600/ff.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-2aEHJR9Stss/Uan9tKWybNI/AAAAAAAAFeU/l1cAf7-zEzA/s320/ff.JPG" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 18pt; line-height: 115%;">CANON</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Siempre
suenan tristes las canciones a ras de suelo. Representan la banda sonora de las
aceras, el réquiem de los sueños, la balada azul del futuro. Cada vez que
desciendo por esa calle, arrimo el oído y persigo las melodías que rivalizan
con el ruido de los coches y los transeúntes que hablan gritando y maldicen en
silencio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Ocupa el mismo sitio cada
día, así se desplome el cielo, así castigue un sol inmisericorde. Siempre toca
el violín, siempre el chelo, siempre la guitarra, siempre un teclado mellado de
nostalgia, siempre unas cuerdas con las que ata el tiempo a su cintura y ancla
algún sueño tornadizo para evitar su huida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Me detengo unos metros antes
para no molestarlo con mi presencia. Observo los movimientos de la gente,
cuento los viajes a los bolsillos y las posibilidades económicas que ese día le
reportará su concierto callejero. La niña llega con su abuelo. Éste le dice
algo y ese algo se traduce en unas monedas que la joven derrama en el estuche
del violín, o del instrumento que toque ese día. Otras veces llega el viejo
solo, y charlan entre un tema y otro. No se dicen mucho y, sin embargo, por la
expresión del artista mundano, se diría que ha conseguido un hito importante
pisando el escenario de la consagración. Se despiden pronto. El uno saluda con
la mano y el otro le responde con la sonrisa mientras sostiene el instrumento
entre su hombro y mañana. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Después entro en escena, con
mi euro en la mano derecha, oculta en el bolsillo de la chaqueta o en el del
pantalón. Me acerco con paso quedo, mientras sus dedos desgranan el Canon de
Pachelbel. Cuando desciende la última nota, cierro los ojos y dejo caer la
moneda. Él me señala con el arco, al más puro estilo cupido musical. Me
atraviesa con su sonrisa triste, con sus ojos de agua, con su lacónico saludo
en un idioma que aún no he sabido descifrar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Esta mañana el músico no
estaba en su sitio. Dos semáforos antes de llegar he notado la falta de música,
el sonido del silencio. Nadie ocupaba su lugar. Parecía una vacante del
destino, un sitio aislado, un trozo de acera en cuarentena.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Cuando creía que todo estaba
perdido, que la crisis se había cobrado otra víctima, he visto a mi músico
tomando café con esa niña y con su abuelo. Sonreían a través del cristal. He
entrado en la cafetería y, tras saludarlo y expresarle todo mi apoyo, le he
dejado el preceptivo euro en su mesa. El hombre mayor, al verme, ha insistido
en que les acompañara y desayunara con ellos. He preguntado el motivo de la celebración
y la niña ha exclamado emocionada que hoy, Milko, que así se llama mi trobador 2.0, estrena un
violín nuevo. Se lo han regalado porque hoy se celebra el día internacional de
la música.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">He abandonado la cafetería con la certeza de que la
generosidad es la canción de cuna de los sueños declarados y adultos.</span></div>
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-9GYfazcizis/UaoBGyGo2xI/AAAAAAAAFek/U2wQqG5Gvhg/s1600/la+foto+(3).JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://1.bp.blogspot.com/-9GYfazcizis/UaoBGyGo2xI/AAAAAAAAFek/U2wQqG5Gvhg/s320/la+foto+(3).JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 18pt; line-height: 115%;">INGLÉS PARA PERVERTIDOS</span><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Cada vez que el año toca a
su fin, y el otro llama a la puerta, nos da por hacer promesas que sólo se
acumulan en las estanterías de nuestra conciencia, haciéndoles la competencia
al polvo, ocultándose entre vergüenzas y distracciones. Nunca un día uno de
enero me he puesto a dieta, cuando días antes juraba y prometía y aseveraba y
asentía, y daba por hecho que, en cuanto amaneciera en año nuevo, junto a los
saltos de esquí alpino, también volaría mi exceso de equipaje. También buscaría
una academia en la que aprender inglés, combatiría mi miedo al dentista y, con
toda seguridad, escribiría el relato definitivo tras asistir al concierto
definitivo de Sabina en buena compañía. Pero el primer día del año es un día
frágil, precedido por una noche esbelta y recargada al uso. Es un día en el que
no caben promesas, lleno de horas distraídas y momentos en los que uno,
realmente, no sabe quién es, ni dónde está, ni qué busca, ni qué necesita para
seguir tirando adelante. Te embarga una sensación de hartazgo, eso sí, pero no
sabes bien a qué se debe esa indigestión de dudas. Y las dudas, si caben, y
siempre caben, son porque sabes perfectamente que lo que ayer era una promesa
firme, hoy afirmas que se la ha llevado el viento del olvido a alguna parte.
Que bien pensado aún queda por delante el día de reyes y te concedes una
prórroga. Que tras el seis de enero arremeterás contra el sobrepeso corpóreo,
el miedo odontológico y la ignorancia idiomática, consiguiendo cumplir todas
esas promesas que un día, hace mil años prometiste alcanzar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Pero los tres Magos me
trajeron este libro, “Inglés para pervertidos”, cuando yo, precisamente, es una
de las cosas que no he prometido, algún final de año, dejar de ser… Lo
siguiente será: dieta para pervertidos y cómo perder el miedo al dentista
pervertido, o algo así… <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">Bien, allá vamos, ábrete sésamo: CHAPTER ONE…</span></span><br />
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;"><br /></span></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-pH5M9dzwKhk/UaoCKIHIvsI/AAAAAAAAFew/MkeOnHM0fDo/s1600/fff.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-pH5M9dzwKhk/UaoCKIHIvsI/AAAAAAAAFew/MkeOnHM0fDo/s320/fff.JPG" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;"><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;"><br /></span></span>
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;"><span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 18pt; line-height: 115%;">PARÍS</span></span><br />
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 18.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Estuve en París. Siempre reías
cuando sentenciabas que acogería nuestro destino final, que siempre nos
quedaría esa torre que apuntala el cielo y recoge la luz infinita. Y tomaríamos
café a la orilla del Sena observando las hordas ordenadas de turistas japoneses
fusilando con flashes "nuestra" Notre Dame. Recorrí las mismas
aceras, entré en los mismos bistrots, “cafeceé” en las terrazas de Montmartre,
visité las mismas librerías, compré y releí en noches de hotel interminables a
esos autores que un día me presentaste: Carrère, el biógrafo de la muerte y
Houellebeq, el cronista elemental. A veces creía verte en otros rostros, como
sucede en esas películas de presupuesto bajo, lágrima fácil y final perdiguero.
Cansado de andar en círculos viciosos, de buscar sin encontrar, de mirar la
oscuridad, volvía a mi habitación y me dormía abrazado a tu recuerdo. Me
despertaba pronto, como esas personas huérfanas de sueños y escribía notas que
acababan en la papelera, justo debajo del escritorio. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Abandonaba el hotel con la
firme promesa de no volver a la capital francesa cuando en recepción me dieron
un sobre con todas las notas que Gisèle, la asistenta de mi habitación, había
rescatado de la basura. Adjuntaba un breve escrito en el que solicitaba un
indulto para mis letras. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">En el aeropuerto compré las
últimas novelas de Houellebeq y Carrère y una postal en la que escribí: Gisèle,
gracias por la luz. Firmado: mis palabras. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;">Busqué el buzón más cercano y deposité la postal. Mi
avión despegaría en una hora, el tiempo suficiente para un café y una nota que
decoraría la foto de esa torre que, aún hoy, me hace llorar como un niño chico.</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US;"><br /></span></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-74788566477512627112013-03-09T23:00:00.000+01:002013-03-10T10:15:07.273+01:00EPÍLOGO<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-tXwGMJDrwtI/UTuhZqkgOaI/AAAAAAAAFZg/EibtMrEol7k/s1600/la+foto+%25283%2529d.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://4.bp.blogspot.com/-tXwGMJDrwtI/UTuhZqkgOaI/AAAAAAAAFZg/EibtMrEol7k/s320/la+foto+%25283%2529d.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Cada vez que acudía a un sepelio, cada vez
con más frecuencia, se decía que él querría ser enterrado en un día gris,
ventoso y lleno de agua.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Acababa de enterrar a su amigo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">A las cuatro de la tarde, un sol de
principios de abril preñaba de sombras las lápidas entre espacios muertos. Repasó,
uno a uno, esos rostros dolientes que se protegían del sol ocultando la pena
tras unas exageradas gafas oscuras. Era una de las razones por las que deseaba
un día oscuro y húmedo, uno de esos días en los que el sol no pudiera ser una
excusa ni la tristeza una belleza comprometida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Ahora que sabía que él descansaba en paz, abandonó
el cementerio con paso quedo. No recordaba si eran amigos desde que, tres años
antes de fallecer, entró en su vieja librería, con una nota y decenas de
títulos que necesitaba encontrar primero, leer después y estudiar más tarde, o
desde que, a los pocos días, coincidieron en el bar Gran Vía tomando café. Se
reconocieron de inmediato y acabaron conversando sobre novelas, autores y la
universalidad de las letras. Su único cliente convergió en su único amigo. Ya
casi nadie hacía sonar el timbre de la tienda; algún turista despistado, quizá,
necesitado de una guía de la ciudad de Granada, o algún japonés solícito que inmortalizaba con una cámara de fotos, más
grande que él, la placa de comercio centenario que decoraba la fachada, o
aquellos amantes que se guarecían de la lluvia llenando de besos y envidia
aquel almacén de historias. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Había recorrido pocos metros cuando alguien
se ofreció a llevarle en coche hasta su casa. Declinó la oferta porque no le
gustaba andarse con desconocidos, por mucho que estos fueran familiares del
difunto y conocieran su relación y sus reciprocidades literarias. Necesitaba
andar. Quizá quería echarlo de menos en soledad; entrar en alguna cafetería
camino de su hogar y el de sus libros para meditar sobre lo que le estaba
sucediendo. Quería imaginar cómo hubiera sido la última conversación entre los
dos de saber que, en pocas horas, uno sucumbiría a la vida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Maldecía su suerte mientras cuestionaba por
qué no tenía clientes, por qué los volúmenes viejos habían dejado de interesar,
por qué le hizo caso al director de su banco cuando le sugirió que pidiera un
crédito y ampliase la librería. El crédito llegó, el espacio aumentó, pero las
ventas se contagiaron de la situación que vivía el país y menguaron. La literatura
pasó a engrosar la lista de cosas prescindibles de las familias y acabó
devorada por el olvido de la necesidad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Acodado en la barra del bar, pidió una copa
de anís dulce. Se acordó de su abuelo el día que le cedió el negocio. Le había
escogido entre sus nietos porque amaba las letras como nadie, disfrutaba con la
lectura y, además, le prometió que algún día su nombre estaría en alguna de
esas estanterías. Aseguraba que sería el autor de la novela definitiva, como la
canción que lo es, como la película que se enquista en nuestra memoria y se
niega a abandonarla. Pero su pasión por la lectura y la dedicación a la
librería se conjuraron para evitar que tomara las riendas de la escritura. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">A veces intentaba convencer a su amigo
afirmando que culpa la tenían las musas, que eran tan caprichosas como putas. Y
su amigo le contradecía indicándole que nunca le había visto acariciar una
máquina de escribir, ni siquiera tomar notas con las que ilustrar un cuento. El
escritor se forja trabajando la literatura, bramaba cada vez que escuchaba la
misma perorata. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">A las siete de la tarde la librería estaba a
oscuras. Se despojó del abrigo mientras daba las luces del fondo. Bandini, su
gato, abandonó su descanso para recibirlo. El persa, como le gustaba llamarle,
golpeó con su hocico la barbilla y llenó la estancia de ronroneos y ecos. Acarició
su lomo y comprobó la holgura del collar anti parásitos al que tanto le había
costado acostumbrarlo antes de posar sus labios en el pelaje felino. El gato
saltó a sus pies y lo vio desaparecer entre los volúmenes pendientes de
clasificar. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Se sentó en la vieja mecedora que aún guardaba
la esencia de la postrera visita de su amigo, pocas horas antes de que su
corazón infartado dijera hasta aquí hemos llegado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Y con ese adiós partió también la esperanza
de luchar juntos, de esperar a los agentes del juzgado ataviados con verbos
arrojadizos, con el sagrado arte de la palabra como única herramienta para
lograr un aplazamiento. Los dos pensaban que un negocio histórico, premiado por
el ayuntamiento cuando las instituciones premiaban a los emprendedores,
distinguían al comercio decano y no apremiaban a nuevos y viejos comerciantes a
cubrir unas tasas, pagar impuestos y cumplir con unos deberes cada vez más
desorbitados, no podía desaparecer así, de la noche a la mañana. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">A su amigo fue al único que mostró las cartas
enviadas por la entidad bancaria y los requerimientos del juzgado. Cuando se
las enseñó ya hacía mucho tiempo que había dejado de pagar el préstamo con el que
modernizó el negocio de la compra y venta de libros. Solía acabar sentado en la
mesa de su despacho, tomando café y escuchando la radio mientras contemplaba
ese ingente montón de dardos escritos que asediaban su existencia. Acababa
apilándolas, sujetas con una goma y devolviéndolas a su escondite a la espera
de un milagro. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Empezaron a urdir algunas tramas. Pensaron
solicitar una licencia de venta en los puestos callejeros, junto a la catedral.
Estudiaron pedir consejo al nieto de su compañero de aventuras literarias para
anunciarse en una página de internet, algo tan de moda. Vislumbraron la
posibilidad, incluso, de acudir al ayuntamiento y donar un fondo de libros si,
a cambio, le tramitaba una moratoria con la entidad financiera. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">No habían pasado muchas horas cuando
acordaron perseverar unidos. El primer paso sería personarse en las
dependencias municipales para acometer una nueva embestida. Acabaron brindando
por esa estrenada vía. Y ese brindis fue el último. Y esa conversación, la
última. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">A partir de ese instante tendría que
sobrevivir solo. Enfrentarse a la justicia y sus injustos desequilibrios sin
más ayuda que su instinto de supervivencia. Se dispuso a cenar algo ligero
antes de sentarse a escuchar a esa locutora que atendía los problemas ajenos
sin poder remediarlo, porque era su trabajo, y sin poner remedio porque, en
definitiva, no era su causa. Muchas noches, desde que inició la travesía por
esa pasarela que conectaba con el infierno, se acurrucaba en la cama y cerraba
los ojos. Entonces el alivio llegaba con los desahuciados, con los que buceaban
cada noche en contenedores buscando desesperadamente algo que llevarse a la
boca, con las parejas que rompían y se mudaban a planetas diferentes. Llegaba
un momento en el que escuchar a tantos desgraciados abonados al infortunio, le
tranquilizaba porque pensaba que no era el único, que no estaba solo. Las voces
iban apagándose y alcanzaba el sueño fantaseando con la idea de que, quizá, el
mundo siempre nos reserva alguna salida de emergencia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Una tarde, entre anises y cafés, le confesó a
su amigo que en una ocasión llamó al programa de radio. En cuanto distinguió el
tono suave y generoso de la presentadora, el miedo y la vergüenza le
secuestraron la voz. Colgó. Se quedó con el teléfono apoyado contra su regazo y
se durmió, esperando una llamada de sus sueños a cobro revertido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Escuchó maullar a Bandini en algún rincón,
cerca de la puerta que conectaba la librería con su hogar. Fue hasta él y le
sirvió una lata de atún en una bandeja de plata que rezaba “carpe diem”. Pensó
que, al menos para él, tenía comida ahora y que, de no tenerla, seguro que se
buscaría la vida dando caza a algún ratón. Roedores que moraban entre los
libros y que, algunas noches, cuando cesaba la radio, escuchaba cómo roían los
volúmenes más inalcanzables. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Antes de volver a su mecedora fue a cerrar el
negocio. Se le había pasado por completo la hora. Aunque en esos momentos, si
se encontrase a alguien merodeando entre las filas de obras, sería un milagro. Mientras
daba la vuelta a la placa que indicaba que el establecimiento permanecía cerrado,
sintió un golpe en el corazón. Debajo de la puerta, asomaba medio sobre. Lo
cogió con manos temblorosas, asustado recorrió los bordes y comprobó que no se
habían molestado en sellar el cierre. Era el último aviso del juzgado. En menos
de quince horas se procedería al desahucio. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Nervioso, regresó a la cocina. Preparó café.
Con los codos hincados en el poyo, esperaba que la cafetera escupiera el vapor
blanco entre chirridos de “habemus café”. Siempre le hacía gracia esa
apreciación. No modernizó su máquina de café para no perder ese encanto que
provocaba su sonrisa primero y su placer acto seguido. Bandini dibujaba
círculos bajo sus piernas. Mientras se llevaba la taza a los labios comenzó a
pensar qué hacer al día siguiente. Abandonó la taza en el fregadero, no
conseguía tragar más. La angustia le oprimía la garganta. Volvió a la librería,
a buscar consuelo entre los volúmenes escogidos de novela histórica. No se
percató de que lloraba hasta que las lágrimas empañaron las hazañas de César en
las Galias. Llanto y silencio en su lugar de trabajo, en su lugar, en su único
lugar en el mundo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Hubiera vendido su alma al mismísimo diablo
por tener junto a él a su compañero de tertulias literarias. Lo extrañaba hasta
el dolor. Un dolor que se mezclaba con la sensación de aislamiento. Un abandono
que lo desterraba poco a poco de las emociones, del placer de tener un libro
entre las manos. No podía sostener abierto un ejemplar sin sentirse un traidor.
Había sido incapaz de construir un arca en el que salvar un ejemplar de cada
autor, un arca que le ayudara a sortear ese calvario. Y ahí empezó todo, para
acabarse. Le era imposible detener el reguero de lágrimas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Fue hasta la estantería que acogía sus
novelas más preciadas, aquéllas que no estaban a la venta. Retiró, las que
escondían las cartas que llegaron del banco una vez, del juzgado el resto de
las veces. Sintonizó el programa de la mujer que escuchaba a la gente hablar
por hablar. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Depositó las misivas encima del escritorio de
su despacho. Estudió, una a una, todas las que desde hacía meses le exigían que
se pusiera al día con los pagos. Las leía como si se tratara de la obra póstuma
de un escritor de novela negra.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Buscó a su gato. Lo sentó en sus piernas y
cerró los ojos. El ronroneo del felino y el cansancio acumulado le permitieron
echar una cabezada. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Lo despertó su corazón desbocado. Intentaba
recordar la pesadilla que había sufrido. Últimamente los sueños funestos eran
sus compañeros de correrías nocturnas. Procuró acompasar su respiración. El
sudor empapaba su frente cuando se incorporó sujetándose la cara con las manos.
En la derecha sostenía el aviso de desahucio. Comprobó la hora en el reloj de
pared. Faltaba poco para llegar el desenlace final. Se preguntó por qué no
había gastado más cartuchos, o por qué
no pidió munición a sus vecinos, como había visto hacer en la tele, o había
escuchado en aquel programa. Desconocía cómo había llegado a esa situación,
cómo había podido la vida tenderle semejante trampa, cómo saldría adelante. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Adelante.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">El futuro es de los vivos, se dijo mientras
ordenaba por colores los lápices de su lapicero. El porvenir es para los que
tienen una oportunidad o creen en él, le escuchó decir a aquel escritor
valenciano durante una conferencia en la universidad de Granada. Pero esos
tiempos eran el pasado, su presente olía a silencio y el futuro le había dado
la espalda. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">A las ocho de la mañana sintonizó una emisora
de noticias. Así desayunaba; poniéndose al día de lo que pasaba en el mundo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Preparó una taza de café. Lo tomó lento.
Disfrutó cada sorbo como si fuera la primera cena del condenado a vivir de
prestado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">El locutor anunció que una familia en Córdoba
había sido arrancada de su casa. Que ni la situación de la misma, con un hijo
enfermo, había conseguido detener la condena. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Adelante, se dijo… <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Levantó la cabeza y detuvo su mirada en la
lámpara. Fue un flechazo a primera vista. Permaneció un mundo mirando hacia
arriba, ensimismado. Se preguntó si la lámpara aguantaría el peso. Pero ya no
era él, ya no era su casa, ya no eran sus libros, ya no su vida. Dejó a Bandini
en el suelo con suavidad y alcanzó el cable que sujetaba la lámpara. Era una
instalación vieja, pero robusta; resistiría. Notó cómo se sonrojaba, cómo se le
erizaba el vello, cómo temblaba su pierna derecha, cómo la saliva abandonaba su
boca, cómo le dolía el corazón en la sien. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Se quitó el cinturón. Pasó los dedos por los
agujeros como si recitara un rosario pagano. Colocó la mecedora justo debajo de
la lámpara para poder estudiarla mejor. Bandini se instaló en sus rodillas.
Dejó caer la carta de su mano derecha. Qué curioso, pensó, no la he soltado en
toda la noche. Besó a su gato mientras lo apretaba contra su pecho. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">El cinturón junto a su cuello le daba una
apariencia sadomasoquista. Metía los dedos entre su piel y el cuero, y tiraba,
tensaba provocando la falta de aire. Se preguntaba si sería capaz de salir
airoso de aquella situación, si contaría con los arrestos suficientes para
hacer algo único con su vida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">A las diez, la comitiva judicial llamaba
insistentemente a la puerta. Tocaban con los nudillos y fundían el timbre.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt;">Afuera, las voces le invitaban a abrir o se
verían obligados a usar la fuerza. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;">En la radio, el meteorólogo
anunciaba vientos moderados, lluvias persistentes y una bajada considerable de
las temperaturas para los próximos días.</span><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 17px;"> </span></div>
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="line-height: 17px;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="line-height: 17px;"> </span></span>Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-6646783670829530362013-01-15T22:30:00.000+01:002013-01-15T22:30:02.093+01:00A PIE DE FOTO...<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-9sx8pYKVk94/UPW-TrRmeEI/AAAAAAAAFYY/kKynVl4YJhY/s1600/la+foto+(3).JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-9sx8pYKVk94/UPW-TrRmeEI/AAAAAAAAFYY/kKynVl4YJhY/s320/la+foto+(3).JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Me pediste que te regalase un sueño escrito. Querías un relato que contase nuestra verdad cargada de encuentros y coartadas. Ansiabas que hablase de la ciudad que nos acogía como a hijos pródigos cada vez que el alma demandaba otra alma gemela, cuando llegar a ella era hollar la cima impúdica del amor, cada vez que dejarla atrás constituía el kilómetro cero del condenado al destierro.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Necesitabas recrear, cuando leyeras nuestro cuento, ese caminar clandestino, el uno asido al otro, ese reflejarnos en los escaparates ocultándonos de los demás transeúntes. En un futuro sin nosotros querías volver a saborear ese tiempo sin relojes, cuando olvidábamos la hora de comer, si no era para comernos, la hora de beber, si no era para saciar nuestra sed en el acuífero mismo de nuestras bocas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En esa ciudad éramos nosotros. Nuestro presente estaba ahí. Y yo no fui capaz de describirlo mientras duró. Al enfrentarme al folio en blanco, mi mente nívea empezaba a derretirse con el eco de tu voz. Sólo me alcanzaba la retórica para dedicarte frases o escribirlas en las servilletas de los bares que eran testigos de nuestros cafés y de nuestros juegos malabares bajo la mesa. Después se me olvidaba narrar, no encontraba un sujeto útil, tampoco acertaba en la conjugación de verbo alguno. Miraba hacia atrás y mis palabras, también mi voz, mi deseo, mis ganas, quedaban ahí, en el andén, contigo, y junto a tus manos que dibujaban adioses en el aire… El sujeto restaba mudo, el escritor, sin oficio. </div>
<br /><div style="text-align: justify;">
La última tarde conocimos a un pintor de ciudades. Mientras ultimabas alguna compra con la que sorprenderme, conversé con ese artista callejero. </div>
<br /><div style="text-align: justify;">
Le encargué un cuadro. –El más bonito del lugar, le sugerí. No existe el cuadro más bonito de ningún lugar, me advirtió. Pero dibujaré uno. Encontrarás en el lienzo las andanzas de los amantes por las aceras del olvido. Cuando lo contemples, darás con los bares, los recovecos, los nidos de caricias, las iglesias, las estaciones de metro nocturnas, el tren que parte, y que divide en dos… el mercado, los hoteles y sus noches cargadas de juegos, de sexo, de reciprocidades. Cada vez que lo observes sabrás que no fue un sueño, pero que nada extraordinario dura para siempre, excepto la nostalgia. </div>
<br /><div>
<div style="text-align: justify;">
Clavó su mirada líquida en mí. Y me aclaró: no tengas miedo, no soy adivino. Simplemente, hace muchos años, tuve una amante. El odio, el miedo, la pasión y el querer de los amantes furtivos se leen en los rostros. Sé lo que se goza, sé lo que se sufre, sé lo que se miente, sé lo que se vive, sé lo que se muere. Ahora dibujo escenas con la vana esperanza de que sea ella la que me encargue alguna. Porque mientras fuimos nosotros, fui incapaz de plasmar en una tela nuestra historia cuantas veces me lo imploró.</div>
<br /><div style="text-align: justify;">
Me aclaré la voz. Y supe, en ese instante supe, que jamás encontraría las palabras justas para describir la coreografía de las manos que guiaban mi placer, primero, y dibujaban despedidas en el aire desde el andén de la estación, después.</div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-MXV43Plk5hQ/UPW-STBCj4I/AAAAAAAAFYM/2x2Rxb8ki6k/s1600/la+foto+%25282%2529.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-MXV43Plk5hQ/UPW-STBCj4I/AAAAAAAAFYM/2x2Rxb8ki6k/s320/la+foto+%25282%2529.JPG" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como cada mañana, entras en el bar de siempre, ocupas la mesa de siempre, te atiende el camarero de siempre y te ofrece, como siempre, un periódico del día. Le pides lo mismo, a ese joven enjuto, de rostro pálido, abatido por la noche y sus Afectos secundarios. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por la radio el cantautor recita que las bombas que anteayer arreciaban sobre Vietnam, ayer lo hacían sobre Bagdad y hoy interpretan su danza de la muerte sobre los escenarios de medio mundo mientras el otro medio cierra los ojos y juega al no veo, no veo.<br /> </div>
<div style="text-align: justify;">
En tu mano sostienes la prensa cargada con noticias asesinas, con el dantesco protagonismo de una crisis que ahoga a familias, con titulares de banqueros y políticos que juegan al Monopoly, pero a la inversa, robándoles el techo, jugándose a la ruleta rusa el futuro de, cada vez, más gentes, arrojándolas a un exilio forzoso, un lugar en ninguna parte donde personas y sueños sufrirán una estúpida orden de alejamiento. Extensas colas de cuerpos famélicos que demandan alimentos a la caridad humana. No le haces caso al deporte, que se mantiene al margen de tanta delincuencia política e hipocresía social, que vive de espaldas al mundo y sus realidades. Tampoco a la cartelera de cine porque, aseguras, no volverás a una sala hasta que el viento retorne lo que se llevó. No te interesa la parrilla televisiva porque tu única tele emite en negro y en silencio y proyecta su contenido sobre las novelas que te aguardan en casa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El mundo está podrido, susurras cuando el camarero se te acerca y te dice, con un hilo de voz que ha sido un placer atenderte durante el último año. Que eres una persona buena, aunque huraña al fin sin cabo, pero que a él, desde que te sirvió el café primero, y la prensa después, aquella primera mañana, siempre le has parecido un personaje entrañable. Le observas con detenimiento y le preguntas por qué se despide: -Porque me despiden, aclara. El mundo gira, cada vez más despacio, cada vez más cansado. –Suerte, muchacho, mucha suerte, le dices mientras las lágrimas anegan tus ojos y tu mano temblorosa sostiene su despedida…</div>
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-tQxoQ-wnFCU/UPW-SBzXzTI/AAAAAAAAFYI/XsOPWux-u5Q/s1600/la+foto+%25286%2529.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-tQxoQ-wnFCU/UPW-SBzXzTI/AAAAAAAAFYI/XsOPWux-u5Q/s320/la+foto+%25286%2529.JPG" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<div style="margin-bottom: .0001pt; margin: 0cm;">
El otoño
en tus manos... <o:p></o:p></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
Las mejores novelas, el título de las canciones más
sonadas… el recorrido de las películas por las aceras de la nostalgia, el sabor
del clima cuando declinan los días con prisa, el color de la naturaleza que se
renueva para no consumirse, para no aburrirnos, el sabor de las primeras
lluvias sobre la piel, el gusto del café corto cuando la taza asciende al cielo
de mis labios, el viaje a las librerías nuevas y de segunda mano, la
peregrinación a tu sexo, el tapiz familiar que dibujan en el cielo las aves que
huyen del frío. Entonces, toda la prestancia de la estación ocre, del mismo
otoño que conoció aquel patriarca es, sencillamente, mi próxima estación. <o:p></o:p></div>
<div style="margin: 0cm 0cm 0.0001pt;">
<br /></div>
<span style="font-family: Calibri, sans-serif; font-size: 11pt; line-height: 107%;">Abraza el otoño, te pedí...</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-68CHD8dxsag/UPW6NFUVIlI/AAAAAAAAFXo/dIDsFWQ2rYQ/s1600/la+foto+%25285%2529.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-68CHD8dxsag/UPW6NFUVIlI/AAAAAAAAFXo/dIDsFWQ2rYQ/s320/la+foto+%25285%2529.JPG" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt;">Encuentra una flor que, sin deshojarla,
te convenza de que estás en el corazón adecuado -me susurraste al oído.</span><span class="apple-converted-space" style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt;"> </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Crucé senderos, atravesé campos, me
interné en bosques sin caperucitas de cuento ni cuentos de lobos, caminé todos
los atajos, encontré las aceras que conducían al amanecer de la primavera en tu
piel. Adoré el sol que doraba tus besos y calentaba caricias, jugué en tu liga,
me anudé a tu liga y, poco a poco, dejé de pensar en flores que no necesitarían
sufrir amputación alguna para corroborar o borrar un sentimiento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; line-height: 107%;">Entonces, justo
entonces, me mostraste la flor más bella que había visto jamás. Te pedí perdón
por no haberla encontrado yo. Por haber olvidado la pasión de su búsqueda entre
mis momentos. Me ofreciste la absolución: -Escribe, maldito, escribe y dibuja
flores con las letras, derrama pasiones de sangre sobre aquellos tiestos y
sobre nuestras raíces, mantén el pulso y la respiración y cuenta qué haces,
dónde vas, qué buscas y qué no encuentras...</span></div>
</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-XaWChP4t1x4/UPW7q2abOfI/AAAAAAAAFX4/_V2bcegr0dY/s1600/la+foto+%25284%2529.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://4.bp.blogspot.com/-XaWChP4t1x4/UPW7q2abOfI/AAAAAAAAFX4/_V2bcegr0dY/s320/la+foto+%25284%2529.JPG" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt;">La noche preñó de oscuridad y silencio
la ciudad. Esa ciudad que es un mundo cada vez que amas a uno de sus
habitantes. Así lo dejó escrito Durrell en su Alejandría, bajo su cielo
literario, bajo el firmamento libertino de Justine, su Justine, la Justine de
nadie.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">La ciudad oscura nos permitió
contemplarla desde lo más alto de la colina. Dentro del coche, tus manos
buscaban las mías y, juntas, tejían un tapiz de sombras lujuriosas. Mientras
tus besos llegaban a buen puerto, te decía qué luz era aquélla, qué barrio era
aquél, qué camino habíamos cogido o qué atajo habíamos tomado para aparcar
nuestros cuerpos y quedar a merced del deseo y sus órdenes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Las ropas quedaron esparcidas en el
asiento de atrás. Arropando nuestra piel, con las caricias que habían recobrado
la memoria febril. Las bocas chocaban como constelaciones y nuestras cabezas
gravitaban recuperando los besos que el tiempo había olvidado en los cuellos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Besos. Sexo. Estrellas. Noche.
Artificio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Cuánto tiempo ha pasado, me preguntaste.
Nada, apenas una hora y media, te dije. Aún nos queda tiempo por delante…
Tranquila, nuestro hijo nos mandará un mensaje cuando termine la película para
que vayamos a recogerlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Ha pasado un infinito, me anunciaste. Ha
pasado un mundo y medio, me aclaraste. Ha pasado la eternidad entera desde la
última vez que nuestro aliento fabricó el vaho suficiente como para escribir la
palabra deseo en el cristal de un coche. A ese tiempo me refería, apostilló.<o:p></o:p></span></div>
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Varios abrazos después,
algunas caricias más tarde, el móvil emitió un sonido: la película había
terminado…<span class="apple-converted-space"> </span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-33336307881761402652012-10-28T00:10:00.000+02:002012-10-28T00:11:30.857+02:00Y AHORA QUÉ<br />
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-Ray-Nl6AzFE/UIxUiraR_aI/AAAAAAAAFCE/IbM2FrEi2Xg/s1600/la+foto+5.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://4.bp.blogspot.com/-Ray-Nl6AzFE/UIxUiraR_aI/AAAAAAAAFCE/IbM2FrEi2Xg/s320/la+foto+5.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<i style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; line-height: 115%;"> A Marta, en cumplimiento de promesas. </i></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Y en medio de ningún sitio de la
llanura infinita<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">por donde no pasa el tren, allí
cruzaron sus vidas.<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Revólver<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"> <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"> </span><sup><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 20.0pt; line-height: 115%;">***<o:p></o:p></span></sup></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Alguien
me dijo una vez que el tiempo lo cura todo, tanto las heridas físicas como las
emocionales. Otros me advirtieron que el tiempo pone a cada uno en su sitio. Que,
llegado el momento, la historia se encargaría de ubicarnos en el lugar que nos
correspondiese o de ajustarnos las cuentas colocando una docena de puntos sobre
las íes de nuestra conciencia. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Esta
mañana, mientras paladeaba una antigua canción de “Revólver”, durante el
instante que precede a la frase introductoria de este relato, el tiempo se ha
detenido y ha reculado, devolviéndome al Madrid de hace muchos años, cuando la
vida se vivía por entregas y el futuro era un despreocupado lugar de
vacaciones. En ese momento tomaba mi preceptivo café. Mis momentos suelen estar
cargados de cafeína y canciones, de letras, en cualquiera de sus manifestaciones,
de sexo manifiesto y de recuerdos sin sexo. Éstos son los que me han asaltado
hace un rato, mientras no hacía otra cosa que no hacer nada; sólo escuchaba y
disfrutaba, degustaba y disfrutaba. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">A
veces me he preguntado por qué no le he confiado esta historia a nadie. Los
amigos están para eso: para escucharte, para estrecharte entre sus brazos, para
brindar por algún logro o lograr que atiendas lo que necesitan decirte. Pero
todos esos amigos suelen enmudecer como tú antes ellos. Arrastrarán a la tumba
algún misterio, y tú, pensabas, también harías lo mismo; cruzarías al otro lado
del río asido a un secreto usándolo como remo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">También
es cierto que en la literatura he encontrado a la mejor confidente. Y quizá la
feminidad letrada a la que puedes confiar tus reservas cuasi ocultas sin miedo
a comparaciones, sin temor a verte devorado por un ataque de celos, sin la
sensación de pasar de amigo a enemigo en menos que canta un gallo delator.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">No
sabía hace años que acabaría confesándole a un folio en blanco mis idas y
venidas por la vida. No tenía ni idea que soltaría lastre ante la perspectiva
de una cita con el más allá y poder realizar la travesía ligero de equipaje,
sin ocultaciones. Desconocía por aquel entonces que ahora, a mis cuarenta y
pico, hallaría en la pantalla del portátil al confesor que necesitaba, al amigo
único y cabal que escucha y recibe sin pedir nada a cambio. Así que de un
tiempo a esta parte, me asilo en la letra. Las novelas proporcionan las tiritas
que mi alma necesita y los somníferos que mi memoria requiere. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Y
ella ha regresado del pasado:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Marta.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Conocí
a Marta en una de las muchas habitaciones que internet comenzó a ofrecer hace
algunos años. Yo buscaba saciar mi soledad y alternar los libros con el sexo.
Quería conocer a una igual a mí, que amara tanto una caricia corpórea como el
beso de las palabras. Congeniamos en seguida. Ella hablaba de música, pues era
la vocalista de un grupo que ponía las notas musicales en las fiestas
patronales por diferentes lugares de España. Yo le contestaba con música, pues
siempre he disfrutado esos cantautores canallas que le cantan al amor y al
desamor anclados en el andén de una estación abandonada, mientras un cigarro se
consume en el mástil de una guitarra quejosa. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Ella
buscaba un amante para hacer un trío con su novio. En cuanto dijo eso, que fue
justo cuando pusimos las cartas sobre la mesa, me ofrecí voluntario, alzando, invisible,
una mano veloz y altísima. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Como
se trataba de una de mis iniciáticas experiencias, y una de mis primeras
incursiones en ese campo, concretamente la primera, hablábamos cada noche para
conocernos mejor. Cada día, casi a la misma hora, la pantalla se iluminaba
anunciando su presencia. Las letras llenaban el monitor, primero, las imágenes,
después. Y de ahí, para seguir con los preparativos, pasamos a conocernos por
teléfono. La situación cada vez estaba más clara: ella amaba a su novio y su
novio amaba el sexo compartido y recíproco. Ella lo hacía, primero, por él, y
estaba convencida que conmigo a ambos lados, la cosa iría bien. Eres buen tío,
me decía, y yo, claro, asentía que sí, que no era un cabrón abonador de malicias
ni nada por el estilo. Los dos queremos lo mismo, la tranquilizaba alguna vez:
Los tres queremos lo mismo, matizaba ella. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">En
cada conversación la temperatura rompía su récord ascendente del último día.
Las expresiones sabían a besos y los silencios eran el preámbulo de alguna
idea, de algún hechizo que saltaba de la chistera junto a los conejos orejudos
y blancos. Dilatamos mucho nuestra cita. Al final nos conocíamos como si toda
la vida hubiéramos formado parte del mismo círculo de amistades que nacen en
los patios de los colegios. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Poco
antes de mi viaje concupiscente, la telefoneaba para contarle que me habían
echado del trabajo, para decirle que quería matricularme en alguna carrera o
cursar algo a distancia a través de la UNED, o preparar oposiciones a algún
cuerpo del estado. Instantes después sonaba el teléfono y su voz me anunciaba
que en las fiestas de Navalcarnero el ayuntamiento había vuelto a contratar a
su banda, que había ido a visitar el restaurante donde celebraría su boda y que
a su novio le estaba costando un mundo decidirse por el traje. Finalmente
colgábamos los teléfonos sin haber planeado otra entrada, trazado un nuevo plan,
sumado alguna coordenada para mi estancia en la capital. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Poco
antes de nuestro encuentro, me presentó a su pareja por teléfono. Él me dijo
que tenía muchas ganas de pasar ese fin de semana, los tres juntos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"> *<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Viajé
en un tren nocturno que cubría la ruta entre Barcelona y la capital. No pegué
ojo en toda la noche, menos aun pude centrarme en la lectura del libro que
acompañaba mi desvelo. Acabé en la cafetería contemplando la oscuridad a través
de las ventanas, mientras en mi cabeza retumbaba la voz de mi amiga. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Amanecí
un viernes en Madrid. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">La
ciudad me recibió con un frío lacerante. Me abrigué cuanto pude cuando mis pies
alcanzaron la pasarela que conectaba con el exterior. Alcé el cuello de la
chaqueta que acababa de cerrar en torno a mi cuerpo. Mis dedos, ateridos y
torpes, tardaron en descifrar el mecanismo de los botones. Recuerdo ese breve
trayecto como una maratón sin fin.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Al
final de la misma me esperaban Marta y su novio. Hicimos las representaciones
de rigor. Él vestía con el uniforme del trabajo, pues entraba en turno de
mañana en la empresa de telecomunicaciones en la que trabajaba. Ella vestía de
deseo. Un vestuario desde sus ojos y su sonrisa hasta la minifalda que ni las
bajas temperaturas me impidieron contemplar. Medias negras oscurecían su piel acrecentando
mi apetito mientras que sus labios sanguinos no dejaban de dibujar lo tanto que
se alegraban de tenerme en su ciudad. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Fuimos
hasta su apartamento situado en una antigua corrala. Desayunamos y conversamos.
Y como habíamos acordado que esperaríamos a la tarde para jugar los tres la
misma partida en el mismo tablero, Él se fue tranquilo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">En
cuanto ancló la puerta, Marta me abrazó. Fue un abrazo extrañamente familiar.
Pude olerla. Rodearla con mis brazos, rozar su mejilla con la mía, estampar dos
besos con acuse de recibo bordeando sus labios. Pero el trato era el trato y
ella, como yo, lo habíamos rubricado con la estúpida intención de cumplirlo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Lo
que sucedió después fue que no sucedió nada de lo que habíamos previsto. El
sexo quedó varado en alguna esquina lúgubre de nuestra moralidad o amparado por
un recato que nadie había invitado a la fiesta, atrapado en la red de los
celos, desenfocado por un punto de mirada que no acababa de ver lo que había
imaginado, o pródigo, cual hijo sin camino de regreso. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Lo
que quedó tras esas primeras horas fue un trayecto en autobús, de ida y de
vuelta con Marta a mi lado. Yo, oliendo su perfume de perfecta mujer fatal,
pero sin fatalismo de ningún tipo, todo lo contrario. La acompañé hasta su
trabajo en una tienda de moda y dediqué el resto de la mañana, hasta la hora de
rencontrarnos en la misma marquesina, a descubrir el Madrid de los Austrias. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Comimos
juntos dos veces, los tres, y lo hicimos juntos una vez, ella y yo, pero sin
probarnos bocado. Durante esa comida, en la que Él se ausentó para cerrar el
trato con el ayuntamiento y el grupo de música, alabé sus dotes culinarias, su
buen hacer con la ensaladilla rusa y unas setas salteadas. Unas setas
deliciosas, pero que, de haber sido venenosas, igualmente las hubiera elevado
al súmmum de los altares gastronómicos mientras dedicaba mi último aliento a
buscar los remos entre su escote celestial.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Después,
mientras tomábamos café, me mostró una cicatriz que alguna intervención quirúrgica
había tatuado en su ingle. Despierto fue lo más cerca que estuve de su
entrepierna. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Por
la tarde, cuando Él regresó, salimos a descubrir esos bares de Madrid, templos
del vino en esa parte vieja, juez y parte de los madrileños y sus andanzas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Hice
un amago de adelantar mi viaje a Girona, al día siguiente, al comprobar que el
motivo que me había llevado hasta allí se había diluido como el hielo en la
bebida, pero desistí ante su insistencia. Me aseguraron que les encantaría que
permaneciera con ellos, que, de alguna manera, amortizara el viaje. Así que
acabamos en una tienda de artículos eróticos cerca de la plaza de Santa Ana,
escogiendo un juguete erótico para Marta que nunca supe si le fue como anillo
al dedo. Después tomamos algo en una cafetería de poetas, santuario etílico de
las musas de Sabina, y al pasar por una de grandes ventanales, les indiqué que
era ahí donde el poeta José Hierro observaba pasar la vida mientras concebía su
literatura más poética y callejera. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Ellos
necesitaban que el tiempo pasara, supongo. Yo ansiaba que volara. Anduvimos
paseando y entrando en algunas tiendas. Marta compró lencería que nunca supe
como vistió sobre su piel. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Visitamos,
imagino que lo hicieron por mí, por mi pasión por la lectura, una librería
decana. Les regalé una novela de Juan Manuel de Prada, un escritor que hoy en
día no merece la pena, ni mucho menos la alegría, tener en cuenta, pero que me
atreví a regalárselo porque hablaba de “Coños”, así tal cual, ése es su título.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Cenamos
y reímos, no sé bien de qué, en un restaurante italiano situado en un centro
comercial de moda.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">A
la hora golfa, hartos de risas y de brindis, volvimos a su apartamento. Tengo
la certeza de que ellos golfearon de lo lindo, mientras que yo, huésped en su
dormitorio e intruso en su noviazgo, tarde varios rebaños de ovejas vírgenes en
dormirme. Me desvelé a media noche y buceé en el cajón de la ropa interior de
ella. Tras descartar una escalera de color de lencería, escondí un tanga de
color lila en mi maleta aspirante a baúl de recuerdos eróticos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Al
día siguiente, almorzando, Él intentó excusar su falta deseo diciendo que lo
sentía, que no estaba preparado, que quizá algún día. Asentí con la cabeza a
cuanto dijo y poco añadí, o nada, mejor dicho. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Al
rato quisieron mostrarme la ciudad desde su coche. Madrid corría a mi lado
mientras en el equipo de audio sonaba la música y en mi cabeza trinaban los
pájaros. Fuimos hasta el restaurante donde celebrarían meses más tarde su
casamiento, pues tenían que terminar de concretar algo con el dueño del local.
Después Él tuvo que trabajar y nos quedamos solos los dos, otra vez. Recuerdo
que le pregunté a Marta si nos estaba poniendo a prueba. Pasamos la tarde
conversando, contándonos lo bien y lo mal que había salido todo. Que eso nos
pasaba por planear hasta los mínimos detalles, que las cosas hay que dejarlas
llegar, que fluyan. Concluimos que improvisar es fundamental en el erotismo.
Claro que, visto ahora, todo parece mucho más fácil aunque yo me pregunte, ¿qué
hice sino improvisar esos días en Madrid?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Durante
todas esas horas en las que mi mente ardía y mi sexo se preguntaba qué coño nos
había sucedido, también tuve tiempo de escuchar música con Marta. La banda
sonora escogida, amén de algunas de Gary Moore, fue una canción del grupo
“Revólver” que aún hoy me pone los pelos de punta “Lisa y Fran”. No sé si la
piel se me eriza por el recuerdo que reporta o por la historia qué me cuenta. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Le
escribí una carta, más bien una nota escueta entre canciones y sorbos. Una misiva que no debía leer hasta mi partida,
al día siguiente. Creo que se lo pedí así, al más puro estilo romántico, como
si el romanticismo hubiese sido el culpable de llenar de tetas tornadizas el
balcón de Bécquer… Pero se moría de ganas de leerme, y yo moría de ganas de
salir de allí. Me levanté y serví otro café mientras ella devoraba, una a una,
cada línea escrita. Al terminar la lectura y respirar hondo, como quien quiere
apresar un soplo de aire que rescate sus pulmones, me abrazó llorando. Me
sentía tan triste como confuso, tan excitado como desesperado por escapar de
ella, de aquello. Desde ese momento busqué una salida de emergencia para mi
deseo encabritado. Y esa misma noche, de nuevo en su cama, extraje el tanga color
lila que tenía guardado. Mis ovejas pacían tranquilas, insomnes. Sólo acerté a
alcanzar el sueño al lograr conciliar mi deseo usando mi amor propio y diestro.
Me dormí con el tanga en una mano y un puñado de sueños rotos, en la otra. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">A
las cinco de la madrugada me acompañaban a la estación de Atocha. Madrid
amanecía despacio. Desde el asiento de atrás, con la alegre Lisa y la poca fe
de Fran sonando en la radio, escrutaba el paisaje y cerraba los ojos imaginando
qué le diría a Marta, cuáles serían mis últimas palabras para ella. Pensé
decirle que sí, que algún día le dedicaría algún poema que nunca he escrito, o
algún relato rescatado de la ciénaga del olvido. Mentirle y decirle que había
sido un fin de semana increíble, que una nueva gama de felicidad se había
instalado en mí, que había salido todo mejor de lo previsto, pese a los imprevisto,
pese a las improvisaciones que alteraron el guion. Miré la velocidad a la que
conducía Él calculando el tiempo que faltaba para llegar. Disponía de un tiempo
muerto de veinte minutos para desanudar el nudo en mi garganta si quería
enfrentarme de manera digna a una despedida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Apoyado
en la ventanilla miraba en su nuca como la luz mortecina de las farolas lamía
su piel. A esa hora, más que al amanecer, me dirigía al ocaso. Por mi cabeza se
sucedían todas las imágenes de lo que habíamos planeado y de lo que nada había
sucedido. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">De
vez en cuando ella giraba la cabeza y me miraba modulando con los labios un
beso de despedida, quizá, un último beso antes de entregarme a mi cotidianidad.
Esbocé una sonrisa y me apoyé en el
cristal, junto al ocre amanecer que se derramaba sobre la ciudad. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Me
devolvió a la realidad la voz de Él. Me dijo que se quedaba en doble fila, pues
los taxistas tenían copadas las plazas de aparcamiento, que me acompañaba
Marta. Le dije, estrechándole la mano y agradeciéndole lo que habían hecho por
mí, que no era necesario. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Marta
insistió en acompañarme hasta el andén. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Cuando
entraba en el vestíbulo, por megafonía anunciaban mi tren. Lo vi al fondo, de
color blanco sobre las vías. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Me
giré hacia Marta. Le di las gracias con voz queda. Me abrazó y creo que me
susurró que lo sentía… <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Los
dos besos de rigor marcaron nuestra despedida. Bordeé mis labios con los suyos,
asomándome al abismo. Subí al vagón, desde arriba volví a buscarla y me encontré con su mirada líquida. Nos miramos un infinito hasta que advirtieron de la inminente partida. Poco antes del cierre automático de la puerta, me preguntó:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; margin-left: 57.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">-<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><!--[endif]--><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">¿Y ahora qué?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="line-height: 115%; margin-left: 36.0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Y Marta nunca escuchó la
respuesta que no le di. El nudo había ahogado las palabras.</span><br />
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><br /></span>Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-70968256049963199122012-10-10T21:37:00.000+02:002012-10-12T22:53:45.570+02:00ALONSO<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-98EZGCd9u5s/UHXL7XbPEtI/AAAAAAAAFB0/dJEsT5nUa1I/s1600/la+foto+(14).JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://2.bp.blogspot.com/-98EZGCd9u5s/UHXL7XbPEtI/AAAAAAAAFB0/dJEsT5nUa1I/s320/la+foto+(14).JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b><i><br /></i></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><b><i>Amo tanto a las
personas como a los animales. John Fante </i></b><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Hoy es un día triste.
Alonso, mi gato amigo, compañero de piso, nunca mascota, protagonista
incansable de mis relatos, de todos mis momentos junto a una novela y un café, motivo
de alegría y camarada de soledades huérfanas, ha muerto. Llevaba días apagándose, días de clínica en clínica, de
prueba en prueba. Ayer, durante mi estancia en Barcelona, me comunicaron que
Alonso volvía a la vida, que tras haber agotado hace meses el cupo de siete, le
habían prorrogado el número de comodines. Pero esta mañana ha dicho “hasta aquí
he llegado…” Y se ha ido sin hacer ruido, igual que vivió, silente, cauteloso,
hogareñamente felino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Ya se me hace raro volver a escribir sin que él ande por aquí con esos ronroneos que despertaban
ternura e invocaban mis caricias. Escucho como mis dedos rozan las teclas, como mi mente bucea en los recuerdos, como el dolor empaña mi punto de mirada, como noto su presencia aún, sin tenerlo ya. Miro la luz más mortecina que nunca que desprende el flexo, pienso qué puedo escribir, qué le gustaría, qué palabras serán las más indicadas para ayudarle, para acompañarle por esa travesía hacia nuevos tejados bañados de sol, hacia nuevas cornisas de ventanas que darán a mis sueños. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Alonso...</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Se me hará extraño
volver a escuchar mis músicas sin tenerte cerca, dormitando en la otra punta
del sofá, sostenido por sueños felinos en los que persigues juegos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Se me hará extraño
llevarme la taza roja de café a los labios sin notar tu mirada clavada en la mía,
abonado al “yo también quiero algo que llevarme a la boca”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Se me hará extraño
abrir un libro, pasar las páginas sin notar tu cuerpo níveo y pesado encima, muy encima,
ocultando esa nariz siempre fría bajo mi cuello. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Se me hará extraño
salir a la terraza a ver pasar los trenes y mirarle el culo a las estrellas sin que andes tras de mí, enroscado entre mis
piernas, temeroso de las alturas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Se me hará extraño
adentrarme en la noche y no ser testigo de tus correrías nocturnas por las habitaciones.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Se me hará extraño no
llamarte, no encontrarte, no tenerte…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 16px; line-height: 18px;">Se me hará extraño empezar un relato y tener que resucitarte al tercer verbo, para que sigas siendo protagonista de mis días escritos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Así que no es de extrañar
que te deje descansar aquí, junto a nuestros relatos, los que tanto me ayudaste a construir. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Aquí, entre mis letras,
de las que formas parte, es donde debes estar, Alonso. Descansa. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">La vida está llena de
ausencias…</span>Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com25tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-61760442798290593692012-07-07T18:30:00.000+02:002012-07-09T12:58:38.218+02:00EL BUZÓN<br />
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: Helvetica, sans-serif; font-size: 11pt;"> </span><b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Helvetica, sans-serif; font-size: 20pt;"> <o:p></o:p></span></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-rx7s0sIUd_o/T_hcW6C0w4I/AAAAAAAAFBY/GuwnnEKgI4s/s1600/BUZ%25C3%2593N.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://3.bp.blogspot.com/-rx7s0sIUd_o/T_hcW6C0w4I/AAAAAAAAFBY/GuwnnEKgI4s/s320/BUZ%25C3%2593N.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt;"><i>Dedico este relato a Jordi Lloveras, una de las personas que menos me
lee, pero que más me escucha. Por ser el primero en conocer la historia, este cuento es suyo.</i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt;"> *</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">El abuelo se sienta a la mesa, cerca de
la chimenea, donde el invierno crepita. Observa el fuego y sigue el curso de
las llamas. A través de la ventana contempla cómo la nieve blanquea el patio
donde un árbol daba penumbra y frutos en verano. Aquella oruga se cebó con él y
su buena sombra no volvió a mitigar la canícula. El viejo Juan ya no recogerá
los albaricoques, ni se le verá fumando un cigarro apoyado en el tronco
mientras amenaza al cielo con sentarlo en el banquillo de los acusados si no
arrecian las lluvias, si no amainan los vientos, si el sol no se bate en
retirada. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">La abuela le sirve un café con leche.
Son las ocho de la mañana. A esa hora, cada día, cuando las brasas devoran la
leña, tras comprobar el estado de los cultivos del huerto, tras estudiar el
color del amanecer y despachar a los gatos con suaves puntapiés, se dispone a
desayunar escuchando las noticias de Radio Nacional.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">El nieto se sienta a la mesa, buscando
la compañía y el calor de las palabras de su abuelo. Le sorprende no
descubrirlo descifrando esos crucigramas a los que se aficionó cuando dejó de
prestar sus servicios como alguacil en el ayuntamiento local. Cuando se jubiló,
convirtió las faenas en el campo y la búsqueda de significados en sus mayores
aficiones. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Esta vez dibuja círculos con la
cucharilla haciendo que el líquido bordee la taza y amenace con desbordarse.
Tarda en mojar el primer trozo de pan. Tarda, incluso, un mundo en saludar a
quien mira la escena. No aparta la mirada de la ventana, no deja de viajar al
silencio, y parece que la lumbre, esta vez, queme las palabras y aniquile la
oratoria de la que otros días se abastecen sus labios. Siempre dicharachero,
siempre vivo, siempre presto a la broma y a comentar con amargo humor las
noticias asesinas del último telediario, o a reírse con los desaciertos del
hombre del tiempo. Pero hoy no; el mutismo se ha hecho fuerte en su boca. Tal
vez ha sido víctima de ese gato que se come la lengua de los niños cuando éstos
se niegan a hablar. El nieto dilucida sin preguntarle qué sucede cuando, por lo
general, él siempre interroga y el nieto, evasivo, al amparo de la prisa, se
limita a responder con los monosílabos más indicados para cada caso. Sí, el
trabajo bien. No, parece que no va a llover hoy. Quizá venga después, quizá sí,
quizá no… <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Pero hoy desea hablarle, hacerle
partícipe de su ascenso en la empresa, que tiene novedades que contarle, que
podrán resguardarse del frío con unos vinos y celebrarlo después. Aunque por lo que parece, hoy no hay un lugar
para la buena nueva. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Mientras bebe la taza de café le intriga
el silencio que se ha asentado en la sala como un poso de negrura. A punto de
preguntarle si le ocurre algo, él deja de dibujar círculos con la cuchara y sin
apartar la mirada de la ventana, comienza a hablar:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">Han quitado el buzón
de Correos de la plaza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">¿Qué?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">Sí, el buzón de toda
la vida. Ayer, cuando me dirigía a misa con tu abuela, lo encontramos a faltar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">Pero si eso no puede
ser, es un servicio universal, incluso lo creía inmortal –exclama mientras acomoda
la taza en sus labios.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">Ni universal, ni
inmortal. Nada es para toda la vida. Mira el albaricoque, mira ahora la
plazoleta huérfana; todo tiene un final. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">Abuelo…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">En la ventana del
ayuntamiento han dejado una nota informando que, por remodelación del servicio,
se suprime la recogida en nuestro pueblo.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Con afán de tranquilizarlo, intenta
hacerle ver que es normal. Le pregunta, incluso, cuánto tiempo hace que no deposita
una carta. Que todo deja de prestar un servicio. Mueve la cabeza con pesadez
negando. Lacónicamente contesta que sí,
que puede ser cierto lo de los ciclos. Pero que ha sido como un miembro más de
la familia durante mucho tiempo. Que ha acortado las distancias con la familia
de Cataluña cada Navidad, cada cumpleaños. Que la abuela, algunas veces, muchas
algunas veces, escribía besos en un papel para sus nietos cuando las manos no
conocían el castigo de la vejez. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Tú no lo sabes –le dice- pero ese buzón
llevaba ahí desde que fui a la guerra. Ha cambiado tres veces de color, pero su
figura ha soportado estoica todas las inclemencias de la naturaleza, todas las
gamberradas de los niños. Ha unido y ayudado aliviando las separaciones. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Tu abuela, cuando éramos novios,
depositaba ahí las cartas que me enviaba. A veces esperaba al cartero y se las
entregaba en mano. Yo le decía que no pasaba nada, que el buzón era de
confianza, que no esperara de pie a que llegara un empleado del servicio de
correos. Pero ella, tozuda, hacía caso omiso de mis consejos. Con lluvia, con
frío, con un sol de justicia, se apostaba junto al artilugio y esperaba hasta
ver aparecer la bicicleta con las alforjas contenedoras de misivas. Después,
durante mis permisos, nos reíamos con sus ocurrencias los primeros momentos y
llorábamos mi partida los instantes últimos, mientras me hacía prometerle que
no cesaría la correspondencia. Mientras haya carta, estaremos vivos, aseguraba.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">No lo recuerdas, pero ese buzón permitió
a tu tío participar en aquel concurso donde el tiempo era oro y la respuesta
fugaz, un premio. Durante dos años y medio, cada semana le confió sus esperanzas. ¿Recuerdas todas esas cartas
que escribías a los reyes magos? Todas acababan ahí. En alguna ocasión, el
servicio de correos envió un paje a retirar esos sobres con las peticiones de
todos los niños del pueblo. No te imaginas cómo se me aceleraba el corazón
cuando veía tus ojos humedecerse, cuando te abrazabas a mis piernas y
preguntabas si los reyes entenderían tu letra. Contestaba yo, y aseveraba el
emisario real, que sí, que sus majestades de Oriente entendían todas las letras
porque hablaban el idioma de los niños. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Han mutilado la plaza. No creo que me
sintiera tan apesadumbrado si hubieran suprimido otros servicios, o quitado
alguna fuente que está de más cuando ya no baja el agua de la sierra como lo
hacía antaño. Pero por ese buzón de correos pasó toda la letra, cada una de las
intenciones escritas, cada alegría y cada llanto, cada llamada a la esperanza,
cada canto en las posdatas que escribíamos al futuro. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Me siento viejo, sí. Quizá tan viejo
como esa boca que ha dejado de alimentarse con los sobres que depositábamos.
Últimamente pasaba más hambre, lo sé, lo sé, no digas nada, pero hombre de
Dios, quiero seguir topándome con su figura cuando vaya a misa a sanar mi alma,
o de camino al dispensario a curar las llagas con las que el tiempo labriego ha
minado mi cuerpo. Ahora, cuando observe el círculo que antes ocupaba esa figura
amarilla, notaré cómo mis manos tantean sus labios de metal, como el manco que sigue
notando la presencia del miembro amputado. Resultará doloroso. Y, créeme, mis
dedos notarán su existencia<a href="http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=632854416936905138" name="_GoBack"></a>, mi mirada descifrará el
horario grabado en la placa de metal y sabré cuándo será la próxima recogida.
Ojalá que el destino se guarde un as en la manga y vuelva a necesitar un
santuario en el que depositarlo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Abuelo abatido y nieto contagiado
vuelven al silencio y a las noticias que escupen las ondas. Cuando están a
punto de levantarse y retomar sus actividades, Juan le dice que durante la
madrugada se despertó con el corazón encogido, que soñó con el buzón,
abandonado en algún vertedero, devorado por la naturaleza. En la oscuridad de
la noche se preguntó si habría algún sitio destinado a los objetos que dejan de
ser útiles y a los árboles que dejan de latir la tierra. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> ***<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">A las once de la mañana, un joven saluda
al vigilante de seguridad que atiende a los clientes en la oficina principal de
correos de Granada. Tras hablar con varios empleados, tras realizar varias
gestiones, tras subir un par de pisos y tras llamar a varias puertas, consigue
dar con el encargado de presupuestos, almacenes y material de la empresa. La
secretaria le indica que puede pasar. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">El jefe está parapetado tras una mesa
repleta de documentos, infinidad de papeles que dibujan un tapiz indescifrable,
el teléfono apoyado entre la cabeza y el hombro derecho, vociferando que
ciertos recortes son necesarios para sanear no sé qué cuentas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Le indica con la mano que tiene libre
que tome asiento. Golpea la carpeta con un lápiz amarillo y negro coronado por
una goma de color rosa. Realiza aspavientos, separa el aparato de su oído y le
informa que enseguida estará con él. Y enseguida es una porción de tiempo
perenne… <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Al cabo de un rato ya están hablando de
lo que quiere uno, y de lo que puede ofrecer el otro. El nieto pregunta por qué
ha dejado de ser útil el buzón de su pueblo. Que su abuelo lo echa de menos,
que era como un miembro más de la
familia, un artilugio con alma escrita, como diría pocas horas antes, mientras
tomaban juntos el desayuno. Le dice que el abuelo ha perdido en poco tiempo la
frondosidad del árbol que regía el patio y el buzón que recogía las palabras de
los vecinos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Sí, dice el jefe del servicio postal.
Pero últimamente teníamos que desplazar a nuestro personal para que se tirara
semanas sin traer nada del pueblo de ustedes. Así que hemos concentrado en el
pueblo vecino la recogida eliminando ese servicio. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Durante un rato hablan de los pros y
contras de las nuevas tecnologías. Tecnologías incapaces de corregir las faltas
de ortografía con las que está escrito el destino. Uno apuesta por la
universalidad y modernización del correo, el otro defiende el romanticismo epistolar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Tras una extensa charla, el jefe de
Correos adivina lo que va a suceder, conocedor de la situación, y anticipándose
le extiende la mano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">Tome este documento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">¿Sí? –pregunta con un
hilo de voz.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">Diles que necesitas
retirar el buzón de recogida registrado con este número de serie. Inventa para
qué lo necesitas si te preguntan. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">No sé… no sé cómo
agradecérselo –alcanza a pronunciar. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">No hay nada que
agradecer. La gente como tu abuelo es tan universal como el servicio que
defendemos. Si le das una mano de pintura quedará como nuevo y lucirá donde lo
quieras colocar –añade.-<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">El nieto sale del despacho asido al
salvoconducto. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Son las cinco de la tarde cuando escucha
a la abuela preguntarle adónde se dirige con semejante armatoste. Al patio,
dice que va. Busca el círculo que dejó el árbol talado. Lo examina, lo mide, lo
estudia a conciencia y acaba encajando el buzón en el sitio que en su día ocupó
el frutal. Contempla satisfecho el resultado. Sabe que le tocará pintarlo pero
que, por lo menos, no tendrá que podarlo, ni regarlo, ni cuidarlo, ni recoger
sus frutos melosos llenos de bichos alados que zumban su oído mientras el
abuelo, desde abajo, le dice por qué rama encaramarse para conseguir los
mejores albaricoques.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Se retira un poco situándose junto a la
abuela que no da crédito a lo que está sucediendo. Pero sí, ella también sabe
que Juan volverá a sonreír. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Va a buscarlo al huerto, donde lo
encuentra limpiando surcos y protegiendo la tierra. Llama su atención. Y el
viejo responde dejando los aparejos apoyados contra la pared. Recibe
indicaciones. Debe volver adentro. Es el nieto el primero que llega y al notar
la presencia del anciano detrás, se aparta. Juan se acerca al tronco de metal
amarillo. Acaricia la boca, pasa la palma de la mano por la etiqueta que indica
los días y la hora de recogida, con las uñas escarba algunos desconchones
tirando al suelo la pintura. Lo repasa de arriba abajo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Los gatos vuelven a enroscarse en las
piernas del viejo. Él los aparta, otra vez risueño, los empuja lanzándolos
contra la abuela que le regaña el juego. Detiene su mirada en el nieto que es
testigo de su recién recuperada alegría. Para él ha guardado su última caricia.
Pasa la mano por la mejilla, primero, y le besa después. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">El nieto consigue recomponerse para
exclamar:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoListParagraph" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">Éste es el cielo de
los objetos que dejan de ser útiles, el paraíso de los árboles vencidos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Tras unos instantes, Juan se aclara la
voz:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoListParagraph" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-outline-level: 1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">-<span style="font-size: 7pt; line-height: normal;">
</span></span><span lang="ES-TRAD">Anda, vamos adentro.
Quiero contarte alguna cosa sobre ese viejo buzón mientras tomamos unos vinos
para celebrar ese ascenso en tu trabajo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Aviva el fuego mientras, afuera, una
lluvia tímida lame el oxidado metal que otrora fue amarillo como el oro de las
letras.</span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Helvetica, sans-serif; font-size: 11pt; line-height: 150%;"> </span><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="mso-outline-level: 1; text-align: justify;">
<br /></div>Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com24tag:blogger.com,1999:blog-632854416936905138.post-42412771105970400342012-04-07T18:30:00.000+02:002012-04-07T18:30:00.665+02:00SENO<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-rCKxWTm6j6E/T4BU26daTlI/AAAAAAAAEx4/jq3aWBAEBRE/s1600/la+foto+%25282%2529.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="http://4.bp.blogspot.com/-rCKxWTm6j6E/T4BU26daTlI/AAAAAAAAEx4/jq3aWBAEBRE/s320/la+foto+%25282%2529.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt;">Cierto; el placer es, a veces, un
recuerdo. Uno de esos recuerdos que te reportan a la salida del colegio junto a
aquella niña de cabellos dorados por la que todos tus compañeros de clase y
clases aledañas bebían los aires y surcaban los cielos. Uno de esos recuerdos que
te invitan a observarte en ese momento en el que estudiabas la lección de
humanidades, mientras parapetabas las revistas pobladas con cuerpos hambrientos
de cuerpos debajo del libro contenedor de la historia y su universalidad.
Figuras que se reencarnaban en tu amor propio cuando se emitía, al amparo del
calor catódico, un anuncio en el que una mujer, pecho en mano, anunciaba un
desodorante. Es el placer uno de esos recuerdos regresivos a noches infinitas y
princesas encantadas con el deleite supremo, un pretérito de esquinas desde las
que contemplabas la vida y sus mujeres pasar delante de ti.</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">El goce que teje el tapiz de nuestras
fantasías está hecho de material volátil, fácil de capturar a veces, como
escribió alguien. Es esa mujer sentada al piano que desnudaba la música con la
que te acariciaba. Es aquella prostituta a la que enseñaste a leer cuando
vivías en la parte más vieja de la ciudad, que cocinaba para ti mientras te
masturbabas en su baño con la puerta entornada y el deseo abierto de par en
par. Es la camarera que selló con besos <i>cafeinados</i>
las heridas de tus primeras soledades. Es esa enfermera que con su voz curativa
te conectó a la vida, que preñó de estrellas tus sueños más fugaces. Es esa
profesora que hoy ha vuelto del pasado, que ha pronunciado tu nombre, que ha prendido
estas letras como antaño incendió tu deseo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Hasta que cursé segundo de bachillerato
no me reconcilié con las matemáticas. Lo mío con los números era una historia
imposible con orden de alejamiento recíproca. No me interesaba nada que tuviera
que ver con el estudio de fórmulas, de algoritmos, de primos, de pares e impares, de naturales y
enteros, de fracciones, raíces cuadradas, de cuadrados y de no sé cuántas cosas
más. Pero durante ese año en el instituto, la cosa cambió. Una profesora me
invitó a conocer que la palabra seno se escribía y no se enumeraba, que era
tangible para la voz, que su fuerza radicaba en un dibujo angulado, o algo así.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Se llamaba Marta. Y cada vez que Marta
se armaba con la tiza situándose delante de los niños, la clase se convertía en
un campo de batalla hormonal. Yo, sin embargo, me olvidé de salir por las
tangentes, de bordear los márgenes, de visitar los pasillos cada vez que me
expulsaban, porque, a partir de Marta, mi redención fue un hecho. Sustituí mis
paseos tangenciales por la visita a ese seno matemático acudiendo a ella cada
vez que tenía una duda. Al principio era de vez en cuando, de vez en cuando se
convirtió en bastante a menudo y bastante a menudo acabó desembocando en cada
vez que se personaba ante sus alumnos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">En clase, ella explicaba y yo admiraba
su figura. Después, en casa, me aplicaba el cuento y buscaba remedios para entender
todo lo más posible. Fue así como las notas en los exámenes corroboraron mi
mejoría. Mis padres, acostumbrados a mi danza de la muerte con las cifras, no daban
crédito. Pero yo, insisto, sólo tenía ojos para ese seno, y para el resto del séquito
numéricamente cartográfico que Marta enunciaba a diario. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Era una profesora de unos treinta y
tantos años. Morena, de gran melena, ojos oscuros y mirada transparente, de
figura esbelta, ataviada con ropas más modernas que las que solía vestir el grueso
del profesorado. Labios siempre pintados dibujando gestos y muecas amables cada
vez que requería un voluntario para salir a la pizarra. En esos casos, un
servidor siempre levantaba la mano como el miedica que enarbola la bandera nívea
de la rendición ante un batallón de asalto. Casi nunca salía bien parado del
entarimado, pero harto satisfecho. Al no tener la ayuda de mi hermano cerca,
como sucedía en casa con los deberes, ella acudía al rescate del voluntarioso
alumno. Me arrebataba la tiza con dulzura, permitiendo que mis dedos entraran
en contacto con los suyos, corregía mis desarreglos mientras el polvo blanco se
posaba en sus yemas y las glándulas salivares inundaban mi firmamento bucal,
convirtiendo el mal trago en un buen brindis. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Mientras estaba sobre la tarima,
enfrentado a fórmulas trigonométricas, ella se dirigía a los demás y yo la
observaba de soslayo. Señalaba con las manos, guiaba su dedo por la pizarra, se
recogía el cabello negro colocándolo detrás de su oído. Y me miraba con insistencia
preguntándose qué narices hacía día sí y día también enfrentado a ese vía
crucis matemático. Sus senos dibujaban arcos que delimitaban su figura y apuntalaban
mi deseo, su vestido volaba mecido por el
viento de la imaginación cada vez que daba un paso adelante, cada vez que se giraba
para cerciorarse que seguía ahí, anclado en esa estación terminal. Momentos
después me pedía que volviera a mi sitio. Y mi sitio estaba lejísimos, en el
ocaso del mundo. Mis pasos eran lentos como la duda y el regreso a mi pupitre
constituía el final de la peregrinación al paraíso del pecado. La canícula
tardaba una vida en abandonar mis mejillas. Muchas veces me quedaba con un
trozo de tiza que ella hubiera acariciado. Aún debo tener alguno por ahí
guardado en la alacena de los recuerdos intemporales. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Así que aquel año firmé una tregua con
las matemáticas gracias a la trigonometría que amamanté en el seno de aquella
clase. Fue el único en el que las matemáticas se quedaron en junio y no tuve
que recuperar los números perdidos en el mes de septiembre. Para el curso
siguiente me matriculé en letras puras ante el temor de que Marta no me tocara
en suerte y los números reclamaran venganza. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Creo estar en condiciones de aseverar
que fue a partir de entonces cuando los senos fueron mi fuente de placer más
recurrente. No quería una mirada bonita, no, ansiaba un pecho voluptuoso. No
sostenía durante mucho tiempo la vista a esas mujeres, no, buceaba los escotes
que poblaban mi mundo onírico de fantasía, graduación y calor. Cuando corría
tras una mujer porque se había olvidado algo en la tienda en la que trabajaba,
no me entretenía observando su culo por mejor coreografía corpórea que tuviera;
necesitaba enfrentarme a sus pechos, notar esa oronda proximidad. Aseverar, en definitiva,
que las matemáticas son tan exactas como inequívocas mis preferencias eróticas,
visuales y fantasiosas. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">De todo lo de antes, hoy hace muchos
años. Ahora tengo cuarenta. Hace pocas horas, antes de tomar este café y de
sentir los ronroneos de Alonso detrás de mí, en su lecho gatuno, me encontraba
enarbolando banderas y lanzando proclamas a todo pulmón cuando alguien,
acercándose a mí, ha exclamado: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">-<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 7pt;">
</span></span><!--[endif]--><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Mario
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Marta es una entrañable jubilada que
teme por su pensión y por el devenir. Asustada por el rumbo que está tomando la
situación, ha decidido volcarse en estas jornadas reivindicativas convocadas
por la gran masa social y sindical. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="margin-left: 36.0pt; mso-list: l0 level1 lfo1; text-align: justify; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman";">-<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 7pt;">
</span></span><!--[endif]--><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Mario<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="margin-left: 36.0pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Sólo he necesitado sentir mi nombre para
volver al aula de segundo de BUP. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">El brillo de su mirada líquida, su
sonrisa dadivosa, sus ropas modernas, su vejez actual, ese hilo de voz
cadencioso, sus manos sujetando una bandera con las siglas demandantes de
justicia, me han restado un puñado de años. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">La he abrazado como quien abraza una
solución. He sucumbido al rubor mientras le contaba mis andanzas sindicales y
mis idas y venidas por el universo postal. Me ha informado que abandonó a
tiempo la docencia, que se manifiesta más por los que vienen detrás. Hemos
caminado juntos unas cuantas calles y hemos desandado el recuerdo, visitando el
ayer, para acabar citándonos en el muro de la virtualidad que ahora está tan de
moda. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Que si estoy casado, que si tengo hijos,
que está casada, que tiene nietos. Que pasea a su perra todas las tardes
mientras se familiariza con un teléfono de última generación, que tengo un gato
que ilustra y pasea por mis relatos. Tras reír un buen rato, nos hemos citado
en internet, que es el particular patio de todas las casas donde el futuro
arrecia. Poco después ella se ha excusado diciendo que tenía que ir a recoger a
su nieto -ya sabes, deberes de abuelas- me ha anunciado. Antes de irse me ha
sorprendido con algo a lo que le llevo dando vueltas toda la tarde; ha
necesitado saber por qué tanto interés en salir a la pizarra cuando no acertaba
ni una -aunque te advierto, antes de conocer tu respuesta, que avalaba tu
osadía- He confesado que buscaba su proximidad y me ha correspondido con dos
besos susurrándome al oído que aprobó mi fuerza de voluntad, sobretodo. Y se ha
alejado recordándome que haga los deberes y la busque en Facebook. -Además, si
se te da bien la informática, podrás devolverme las clases- ha matizado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">La manifestación ha proseguido su curso
por las arterias del centro urbano. Me he incorporado al grupo de amigos y
compañeros. He explicado quién fue Marta en mi adolescencia. Han asentido
mientras definía cómo era y cómo fueron sus clases, mis paseos voluntarios a la
pizarra, mi alzamiento salvaje de mano para que nadie se me adelantara y algunas
de las vicisitudes de aquel año. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Después, durante mucho rato he
deambulado como por inercia, como el cordero rezagado que sigue la estela del
rebaño. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">He pensando en Marta cuando fantasear
con ella colmaba mis primeros apetitos sexuales, cuando su dulzura inundaba el aula
y los números transmitían más sensibilidad que sentido. He vuelto a ese seno y
coseno de los primeros días de clase, a la tangente que abandoné, a los
pasillos que dejé de visitar, a las tardes en mi habitación intentando
descifrar fórmulas y haciendo los deberes con la ayuda de mi hermano, a sus vestidos modernos y a
aquellos pechos, pasto de mis fantasías.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;"> <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">De mis cavilaciones me ha sacado el
bullicio originado en una tienda de ropa que no quería secundar la huelga
general sin atender, siquiera, las
indicaciones de los piquetes informativos. Se ha formado tal trifulca que he
tenido que mirar en el interior del comercio por si alguno de mis compañeros necesitaba
ayuda y lanzarme a mediar entre unos y otros. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Finalmente, he abandonado mi atalaya reflexiva
adentrándome en territorio hostil, distrito de la moda y sus tendencias. Los
trabajadores defendían su derecho a permanecer en su puesto de trabajo, los
sindicalistas ofrecían diálogo e indicaban lo que se nos venía encima si el
gobierno ejecuta sus amenazas. Que sería el acabose para todo el mundo; el que
está trabajando, el que quiere trabajar y los que estudian para un futuro
incierto. Que sí, que lo entendían, pero solicitaban nuestra comprensión pues
estaban cambiando los escaparates, preparando la nueva temporada, vistiendo
maniquíes y desvistiéndolos para los meses estivales. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Aun así, mi memoria recurrente volvía
una tras otra vez a mi antigua maestra. Una mezcla de excitación más pretérita
que presente se manifestaba provocando que el recuerdo fluyera perlando mi
frente de sudor. Mientras mis compañeros intentaban convencer a los
trabajadores de que depusieran su actitud, yo seguía con la palabra “seno”
rebotando en mi interior. Seno convergió en todas las ramificaciones
fantasiosas y definitorias que he conocido: teta, pecho, busto... <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt;">Tanta vorágine pensativa, quizá que
llevaba sin dormir muchas horas planeando esta jornada reivindicativa, la
emoción de haberme encontrado con Marta, o saber que la vida sigue contando con
nosotros pese a nuestros gobernantes, ha hecho que no dijera nada a favor de mi
colega. No me he enfrentado a esos vigilantes que ladraban, a esos jefes que
intimidaban, a esas dependientas que no sabían, que no contestaban. Me he
apoyado en una de esas figuras esbeltas siempre, de mujeres y hombres, esos
muñecos modélicos. Modelos que en ese momento estaban semidesnudos esperando a
enfundarse el verano. He sido un mero observador ciego, mudo y sordo hasta que
la voz estridente del dueño me ha rescatado del ensimismamiento: <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; text-indent: -18pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; text-indent: -18pt;">-<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 7pt;"> </span></span><span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; text-indent: -18pt;">¡Vale,
vale! Tenéis razón, por una vez tenéis razón: cerramos el comercio. Pero dile
al sindicalista ése que le suelte la teta a la maniquí –Ha sentenciado-</span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; text-indent: -18pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNoSpacing" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: 12pt; text-indent: -18pt;"><br /></span></div>Mariohttp://www.blogger.com/profile/07187659722841740228noreply@blogger.com23